Dos cartas nos ponen en la huella de un evento escasamente difundido. A fines de 1922, poco antes de que Freud encuentre en su boca una sospechosa malformación, recibe una noticia que lo moviliza. Un ex asistente de un familiar había recibido un disparo de parte de su propio hijo. El hombre sale herido y el joven es detenido.
Son los años cercanos a "Nuevos caminos…”, de la promoción y fundación de clínicas psicoanalíticas gratuitas. Quien recibe la noticia es el mismo que, varios años antes, había dicho que no podía sostener más de uno o dos tratamientos gratuitos por vez, al tiempo que alertaba de inconvenientes que podían transitar los implicados.
La noticia se completa con la circunstancia. El hijo sorprende al padre en un intento de violación. La víctima es su media hermana. El joven se llama Ernst Haberl.
Freud, que también empuja el trabajo de Aichhorn con jóvenes desamparados y a quien suma en la tarea, escribe una carta al Dr. Valentín Teirich, una autoridad en este campo del derecho y promotor de la reforma en los procedimientos judiciales. El profesor se propone ayudar al joven, del modo que está a su alcance.
En la carta Freud hace saber que no dispone de mucho tiempo, debido a sus ocupaciones, pero que se reunirá con Teirich cuando éste lo considere necesario. Además se toma la confianza para consultar honorarios. Explica los motivos:
“Sé cuánto hay que valorar tu esfuerzo pero yo no soy rico y tengo que mantener mi asistencia dentro de ciertos límites, que está menos motivada por relaciones personales que por intereses abstractos, nunca he visto al pobre chico.”
Y tan poco conoce al acusado, que en la copia de la carta se lee que escribe “Naberl” como apellido del joven.
Se dice que Freud además escribe un memorándum, en el que manifiesta que todo intento de buscar motivaciones más profundas de los hechos no haría más que embrollar los eventos, bien claros de por sí. Anna Freud descarta que el escrito fuera realizado. De quien si se sabe que eleva un memorándum similar, es el profesor Stráussier. En su nota sostiene que la excitación del momento había producido en la mente del joven un “cortocircuito” equivalente a una alienación transitoria.
El proceso lleva unos pocos meses. La intervención conjunta es exitosa y el joven es declarado libre de culpa.
En una segunda carta Freud agradece a Teirich por su trabajo y le hace llegar sus honorarios. Agrega que se hará cargo de las costas legales, que triplican lo pagado al abogado.
Informa que nuevamente no podrá reunirse, en la oportunidad por otros motivos:
“Involucrado por una operación próxima, no me atrevo a llamarlo para una reunión.”
Pd: En la reproducción del fragmento de la primera carta, puede verse el subrayado sobre el “Naberl”.
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