El amigo, para un niño, es una figura decisiva en su estructuración subjetiva. Dicho amigo se constituye en un espacio intermedio (ni exterior, ni interior), libre de amenazas.
Por brindarle un suelo de confianza, le permite al niño lanzarse a jugar, con la libertad de “hacer como si”, haciendo de cuenta que es otro (una persona grande, un mago, un superhéroe, alguien de la realeza). Los amigos dan rienda suelta a fantasías que se despliegan en forma conjunta. Situaciones lúdicas que permiten elaborar -uno con otro- miedos, angustias, fantasmas y deseos.
El juguete: la creación en acto
Si se le pregunta a un infante muy pequeño cuál es el mejor amigo, no nos sorprendería si responde "mi osito". El juguete es, para él, mucho más que un objeto inanimado, en tanto le otorga su don amoroso y su fantasía. Es el mismo niño el que lo crea, en el preciso momento que lo transforma en otra cosa y le otorga vida propia. A esta invención, Donald Winnicott la denomina: “creación en acto”.
Importante conclusión: ¡¡No confundamos un juguete con un producto ya fabricado y envasado!!
El juego
La actividad lúdica tiene en sí misma una dimensión terapéutica (tal como Freud nos lo señala en “Más allá del Principio de Placer”). En el juego el niño crea un mundo aparte, fuera del espacio y tiempo común. Lo inviste con mucho afecto, repite lo displacentero al tiempo que lo elabora y vivencia otras experiencias -hasta aquí inéditas-.
Asimismo, Freud nos afirma en el texto “El poeta y los sueños diurnos” que: “Todo niño que juega se conduce como un poeta, creándose su mundo propio, o, más exactamente, situando las cosas de su mundo en un orden nuevo”.
El “amigo imaginario”
En la infancia aparecen los amigos imaginarios. Este fenómeno se encuentra dentro del desarrollo esperable de la fantasía infantil, la creatividad y la imaginación, tramas fundamentales de la salud psíquica del niño/a.
¿Y qué función cumple el “amigo imaginario”?
Se trata de un personaje que el mismo infante crea, y le otorga la posibilidad de depositar allí sus frustraciones, sus deseos y sus primeras elecciones de objeto. Se transforma en una herramienta lúdica, que permite tener más confianza en sí mismo y temerle menos al afuera, facilitándole, así, la sociabilización y el armado de nuevos vínculos.
¡Aclaración!
El “amigo imaginario” suele patologizarse y confundirse con una alucinación. Sin embargo, la diferencia fundamental con dicho fenómeno radica en que, además de crearlo, el infante le otorga la función que él desea y lo tiene bajo su control -lo puede invocar y hacerlo desaparecer cuando quiera-. Con la madurez creciente del niño, el amigo imaginario toma su maleta invisible y decae.
La comunidad de amigos: una apuesta imprescindible
Es tan importante para el niño introducirse dentro de un grupo de amigos, ya que este hecho le permite desarrollar un sentido de pertenencia y de descentramiento de su narcisismo. Ser uno entre otros. Comenzará a lograr autonomía de los adultos, aprenderá a relacionarse con sus pares, compartir intereses, respetar las reglas del juego y apoyarse mutuamente en los amigos. Todo este acontecimiento ocurre, generalmente, en la edad escolar.
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