Había una vez en el bosque encantado un osito llamado Oli. Oli era un osito muy simpático y amigable, pero a veces, cuando se enojaba, le daban ganas de pegar a sus amigos. Y como todos sabemos, los osos tienen mucha fuerza. Un día, Oli estaba jugando con sus amigos conejitos, Lila y Tito, cerca del gran árbol del abrazo.
Estaban jugando al escondite, y Oli se escondió detrás de un arbusto. Mientras esperaba a que Lila y Tito lo buscaran, comenzó a sentirse un poco impaciente. Cuando finalmente Lila y Tito lo encontraron, Oli se puso muy molesto porque había esperado mucho tiempo.
En lugar de hablar sobre cómo se sentía, Oli golpeó suavemente a Tito en el brazo. Tito se sorprendió y comenzó a llorar, porque le dolió. Lila, al ver lo que había sucedido, se acercó y le dijo a Oli: "Oli, no está bien pegar a nuestros amigos. Eso lastima sus sentimientos."
Oli se sintió triste por lo que había hecho y se dio cuenta de que tenía que hacer algo para arreglarlo. Se disculpó con Tito y le prometió que no volvería a pegar a nadie nunca más.
Lila, Tito y Oli continuaron jugando juntos, pero esta vez se aseguraron de hablar sobre sus sentimientos en lugar de usar las manos para resolver sus problemas. Comprendieron que los amigos son importantes y que es mejor abrazarlos y consolarlos cuando se sienten tristes o enojados.
Desde aquel día, Oli se convirtió en el osito abrazador del bosque. Siempre estaba dispuesto a dar abrazos y consuelo a sus amigos cuando se sentían tristes o enojados. Y todos los animales del bosque aprendieron que no debían pegarse, sino que debían hablar sobre sus sentimientos y cuidarse mutuamente.
La moraleja de la historia es que no debemos pegar a nuestros amigos cuando nos enojamos. En su lugar, podemos hablar sobre nuestros sentimientos y ser amables, como Oli, el osito abrazador.
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