viernes, 29 de diciembre de 2017

La mentira acerca del origen.

"Yo vengo de una familia en la que cada miembro dañaba de algún modo a los demás. Luego, arrepentidos, cada uno se dañaba a sí mismo"
CARLOS FUENTES


"Todas las familias felices se parecen, cada familia infeliz lo es a su manera".
LEÓN TOLSTOI


Hoy intentaremos pensar en las gravosas consecuencias del ínterjuego entre lo ominoso y lo oculto en una saga familiar; la filiación y los efectos incalculables de lo que perdura en una historia silenciada, la mentira acerca del origen, los pactos de silencio para esconderla. El silencio renegatorio elude la castración del habla y del decir. Cómo se enlazan las distintas versiones del padre y la transmisión de la ley en lo necesario del derecho a la verdad con respecto al origen.


Alguno de los interrogantes acerca de la transmisión de la filiación y las vicisitudes que conlleva en la clínica surgen de mi experiencia como analista, me pregunto acerca de las mentiras que se transmiten de generación en generación y cómo diferenciarlas de los mitos familiares que encapsulan pactos secretos.


¿Cómo se transmite la mentira acerca del origen, cuyas consecuencias estragantes y devastadoras podemos leer en la singularidad del caso por caso?


Nos encontramos con la definición de mentira en el Diccionario de la Real Academia Española: expresión o manifestación contraria a lo que se sabe o se piensa o se siente. Otra definición: decir cosas que no son verdad para engañar.


Si las diferentes leyes escritas intentan dar orden a la filiación es evidente que esto tiene alguna importancia y no siempre es sencillo. Evidentemente la mentira acerca del origen tiene una sanción que está inscripta en el Art.139, inc. 2 del Código Penal "Se impondrá prisión de 2 a 6 años -Al que por un acto cualquiera, hiciere, alterare o suprimiere la identidad de un menor de 10 años, y el que lo retuviere u ocultare".


Freud nos habló de las mentiras infantiles necesarias en la estructuración de un sujeto para poder engañar a los Otros parentales agujereando la idea infantil que los padres saben todo y hasta pueden leer el pensamiento.


Podemos leer que no todas las mentiras son del mismo tenor y no tienen las mismas consecuencias ni operan en la trasmisión generacional con el mismo efecto. Depende también de quién la profiera, qué dichos se tejen alrededor de las mismas, a qué pactos concientes o no convocan, cómo se repiten y si en esa repetición se agrega una diferencia o la repetición que en su versión más enajenante se sitúa en el plano de lo idéntico; la virulencia de la wiederholungszwang [compulsión a la repetición] que deja a los sujetos por fuera del juego amoroso, frustrados de amor y no frustrados de goce, recayendo el peso sobre el partenaire o sobre los hijos.


¿Quién paga el costo más alto del efecto de la mentira? ¿Qué lugar ocupa el que miente ya qué lugar se ve convocado el semejante que sabe o comparte esa mentira?, ¿a qué lugar de objeto es invitado? Ese otro pasará a ocupar el lugar de cómplice, encubridor, víctima de una situación tramposa o bien se vivirá a sí mismo como coparticipe de una folie a deus cuya ruptura lo sumirá en una angustiosa confusión y en el sentimiento de haber sido traicionado.


Así como para el cristianismo hay pecados mortales y pecados veniales, también sobre las mentiras podríamos aplicar estos adjetivos y también encontrarnos con las mentiras piadosas que son aquellas que se profieren para no dañar al prójimo, para evitar un disgusto o una pena. O el tipo de mentira que nos señalaba Freud en la historia de los casamenteros judíos.


No es lo mismo una niña, que en su amor al padre, miente acerca de los teneres y brillos fálicos del mismo para lucirse ante sus amigas, de alguien que miente acerca de la filiación.


Si tomamos en cuenta el aforismo de origen latino Mater Semper certa, Pater incertus est, utilizado legalmente, entonces la paternidad es un acto de fe. Es la madre quien profiere y nomina "ése es tu padre". Freud nos revela que es gracias al Nombre del Padre como el hijo no permanece atado al servicio sexual de la madre, para el hijo es necesario entonces el testimonio de la palabra de la madre acerca de quién es el padre. Ninguna versión de la imagen del padre, por fuerte que sea puede suplir esa necesaria y determinante palabra de la madre.


Lo Simbólico hace trazos, lo Imaginario enlaza y lo Real pone límite a los dos. Aunque no se confundan el padre con quien pueda ejercer esa función, ese dicho de la madre deja una impronta que dificulta el enlace del nudo amor, deseo y goce.


Cuando una madre miente sobre la filiación, como señalábamos antes, deja efectos crueles y siniestros. ¿Es posible ser la pasadora del Nombre del Padre desde ese lugar? ¿Entonces, qué valor tienen esos hombres en la medida que también son privados, por su capricho, de saber que son progenitores? La verdad les ha sido robada.


Aún hoy cuando existe la prueba del ADN, este tipo de mentira acerca de la filiación es un dicho que deja su marca muchas veces en toda una familia y trasciende en varias generaciones.


No es lo mismo la mentira sostenida en un pacto de pareja que la mentira que involucre a un hijo en un pacto de silencio. Ya séa que una pareja silencie el origen en un caso de infidelidad u oculte el mismo en el caso de hijo de desaparecidos, como es el caso de aquellos que vivieron con sus apropiadores, asesinos directos de sus padres o aquellos que recibieron niños sin preguntar de dónde venían sin enterarse o querer enterarse.


Recuerdo aún el impacto que me produjo en los primeros años de mi práctica que alguien relatara sin ningún tipo de afecto que su hijo era producto de una relación ocasional. Ella y su marido deseaban tener hijos, pero como él no podía, estaban a punto de separarse pues ella sí deseaba tener uno y con él no podía, además él tampoco deseaba adoptar, en consecuencia ella había decidido separarse. Precisamente en ese tiempo ella tiene un único y breve encuentro con un partenaire, sin saber ni su nombre ni su apellido, del cual ella quedó embarazada.


Podríamos pensar un falo anónimo sin dignidad fálica. Cuando el marido se enteró le pidió que no lo contara a nadie, que era un secreto de pareja, que él se iba a hacer cargo del niño e iban a seguir juntos. Ella acepta esa proposición que le garantiza cierto confort homeostático ya que ella estaba inhibida de trabajar y su casamiento le había proporcionado un bienestar económico y un ascenso social. Por otro lado este hombre estaba muy presionado por su familia de origen en tener un descendiente pues él era hijo único y el apellido no se iba a continuar y no había quien heredara los campos de la familia. Esto formaba parte del pacto explícito de la pareja, nos preguntamos en qué lugar advino este niño; es necesario que un niño sea metáfora del amor de los padres, pero aquí nos preguntamos cómo ofrecen ellos al sujeto el saber, el goce y el objeto. Cuando ella consulta, su hijo ya era un joven que prometía una brillante carrera universitaria. Ella ya no amaba a su marido, quería separarse pero no podía, sufría y gozaba creyendo que era una víctima de él.


Fue un arduo trabajo para que se implicara en lo que le acontecía, nos encontrábamos con la fuerza de la resistencia al servicio del goce parasitario que condena a los sujetos a una vida opaca, pobre y rutinaria. Ella tenía amantes ocasionales y la razón que alegaba era que el señor no queda darle la mitad de los bienes que por ley le correspondían, se tensaba el vínculo donde él concedía el divorcio si ella renunciaba a dichos bienes gananciales. Al tiempo aparecen en el hijo actuaciones que bordean la legalidad en situaciones riesgosas donde pone en juego su lugar en el ámbito académico. Sus padres prefieren ocultar estos hechos y aceptan que se encuentren vías por fuera de la ley que faciliten el encubrimiento de los mismos pagando con abultadas cifras de dinero. Pero después de una serie de acontecimientos, el hijo comienza con una adicción feroz a la cocaína, accidentes automovilísticos, peleas terribles con el padre. El padre desconoce a este hijo porque no es igual a él, e insisten en el carácter genético de esas conductas. El silencio acerca de la verdad se juega en el pacto de la pareja, el hijo es ajeno concientemente de esto, pero de acting en acing y en los reiterados pasajes al acto muestra una verdad a develar. Lo que se expulsa de lo Simbólico retorna en lo Real.


Otro escenario: un hombre de treinta años, el mayor de cinco hijos varones, consulta porque no puede ser padre y no puede ejercer su profesión de ingeniero; de hecho, hace cinco años que se recibió y aún no puede buscar trabajo con su título, trabaja como cajero de un supermercado. Transcurrido un tiempo de su análisis, dejó su trabajo de cajero y puede ejercer con eficaz desempeño su profesión, sus conflictos giran en torno a sus dificultades con las mujeres. Sus inhibiciones sexuales. Está impedido para el encuentro con una mujer en tanto 'mina", rápidamente se le transforman en madres a obedecer. Que un hombre tome a su mujer como mina indica un respeto por lo real, quien no la toma hace que ella quede sólo como toda-madre, la per-versión es hacer de la mujer causa de su deseo, causa que excede al falo. Esta cita con lo real es no creer en los enunciados de ella, es simplemente creer en el misterio que ella encama".


En ese tiempo en el que él intenta dilucidar estas dificultades, su hermano -el que le sigue, un año menor- le comunica a la familia que hace diecisiete años, su madre le confesó que su padre no era a quien él llamaba papá, sino que su verdadero padre biológico era un amante ocasional de ella. Recién ahora puede develar el secreto que mantuvo hasta ahora por amor y obediencia a su madre. Invadido por la angustia, ya no puede callar y además teme morir porque padece una enfermedad genética por parte de su padre biológico.


A su vez, el analizante recuerda haber sido testigo de varias infidelidades de la madre cuando él era adolescente y tener que callar. Por otro lado esto también lo lleva a dudar acerca de quién es su padre. Situación que lo sumía en un profundo dolor. Reconstruyendo su historia recuerda que él empieza a consumir cocaína hasta morir, sin saberlo en ese entonces, en el mismo momento en que su hermano es obligado a silenciar el secreto que le comparte su madre.


Entonces, cuál es el lugar de ese otro, en una posición de goce incestuoso teniendo que guardar silenciosamente y con dolor y culpa de la burla hacia su padre. Este pacto de silencio involucra a los hijos para engañar a un padre, a un hombre reteniendo a sus hijos en un pacto mortífero. El amor falta a la cita, en la medida que todo amor implica el reconocimiento de la dignidad del otro como sujeto.


Renegación de la castración, perversión de la madre que se mostraba poseedora de saber sobre el goce. ¿Qué lugar les reservaba a estos hijos en esta mostración de goce? Pareciera que esos hijos no entraban en el lugar de la falta, estaban como objeto de su propio goce. Una madre donde la articulación del padre edípico con el padre muerto pareciera no haberse producido.


Bibliografía:
1. Todas las familias felices. Alfaguara 2016.
2. Anna Kardnina. Madrid, Edaf, 2001.
3. Rivadero, Stella Maris (compiladora) y otros: Abordaje Psicoanalítico de Pareja y Familia, capitulo "Pasaje del tiempo de la inhibición al tiempo de la angustia". Letra Viva Editorial 2005.

Fuente: STELLA MARIS RIVADERO - Imago Agenda 1 N° 198 1 Agosto - Septiembre 2016

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