Por Arturo V. Frydman
En el último capítulo del Seminario 11, Lacan dijo que el cuestionamiento del psicoanálisis como impostura existe tanto en la opinión pública, como en la vida íntima del psicoanalista.
Esta cuestión es también la de la creencia, en tanto ésta es la que vuelve eficaz a la impostura. Una ficción que se viste de verdad requiere de una conformidad firme para darla como cierta.
Impostura y creencia implican la cuestión de una verdad de la cual el sujeto se halla separado y por la cual no deja de formular sus preguntas.
Es por el lado de la creencia y de la irreductibilidad del psicoanálisis a la ciencia que se autorizan ciertas clasificaciones que tienden a hacer entrar al psicoanálisis en el rango de una religión.
Diversos son los elementos que han sido expuestos y que distinguen los campos mencionados. De ellos, Lacan subraya en la religión una dimensión operatoria, el sacramento, afectado de un olvido: nuestra finitud. En cambio, el psicoanálisis no tiene nada que olvidar[1]. Es esto lo que llevó a hacer un recorrido por distintos lugares en los cuales la creencia tiene un lugar explícito e implícito en el psicoanálisis.
a) La creencia en las estructuras:
Los histéricos pueden comenzar su cura con excesos de entusiasmo y fe. No están en absoluto convencidos de lo acertado de las interpretaciones psicoanalíticas, creen en ellas[2].
Los obsesivos oponen una viva resistencia intelectual. Alternan en su duda la creencia con la incredulidad.
De los perversos dijo Lacan, que son creyentes en la barradura del Otro, de allí su dedicación a hacer reaparecer esa falta en el campo de Otro, o bien a sellarla mediante un objeto que la tapona.
b) De la creencia en la dirección de la cura:
1) De la creencia en la entrada en análisis: "Cualquiera que viene a prestarnos su síntoma le cree", a la vez que cree en aquél a quien presta su síntoma[3]. La posición que asume el analista cuando insta al paciente a decir todo, garantiza al paciente que este ejercicio en pura pérdida quiere decir algo. "Hay allí fundamentalmente una impostura consustancial al psicoanálisis"[4].
¿Qué quiere decir "creer" allí? Lacan responde: creer en unos seres en tanto ellos puedan decir algo.
¿Pero de qué decir se trata? Esta creencia va a quedar correlacionada con el decir acerca de la diferencia, de lo que distingue verdad y mentira[5].
Lacan afirma que si demandan nuestra ayuda es porque creen que el síntoma es capaz de decir algo y que sólo es preciso descifrarlo. Es evidente que esta creencia no es de una adhesión intelectual ni afectiva.
2) La creencia en la relación al síntoma: Lacan establece la diferencia entre creer en el síntoma y creerle al síntoma, en el sentido en que el psicótico le cree a las voces[6]. El neurótico cree en su síntoma en tanto padecimiento, mientras que los contenidos del mismo quedan excluidos de la creencia, requiriendo del testimonio para dar consistencia de realidad al síntoma. Así se presentan las neurosis, como creyentes en estado de incredulidad.
Mientras que el psicótico no necesita de ningún acto testimonial para creer en sus voces, allí él posee la autoridad suficiente para establecer que eso le concierne, y esto significa para él algo inquebrantable, pudiendo eximirse de toda referencia real[7].
c) La creencia en el fin del análisis: Junto al atravesamiento del fantasma, que seguramente ha de implicar la modificación de las quejas y dogmas del sujeto, hemos de señalar la posición que Lacan le atribuye en su seminario Le sinthotme, en cuanto que, de tener éxito el psicoanálisis, se puede prescindir del "nombre-del padre" a condición de servirse de él.
Ya en Una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis, dejaba Lacan situado el "nombre-del-padre" como impostura que el sujeto puede mandar de paseo, a riesgo de su psicosis. En el seminario antes citado, el sujeto puede no ser un fiel, puede prescindir de la creencia, pero con una condición.
¿Cuál es el dominio de la creencia?
La creencia, en tanto una firme conformidad que prestamos a un hecho como cierto y seguro, es un modo de poner en correlación al sujeto con la verdad. Este modo toma distintos nombres, de acuerdo al sistema particular que parece afectado por las significaciones que puedan otorgársele:
1) La creencia como fe. Es base de toda intelección mediante la intuición.
2) La creencia, como base de toda afirmación basada en la captación sensible o como evidencia de principios innatos, es el sustrato de todo saber.
3) La creencia es lo que trasciende al acto, o el acto mismo.
Entonces, la creencia se sitúa en relación a la fe, en relación al saber y en relación al acto[8]. Desde la óptica que nos interesa, sería menester precisar, cada vez que hablamos de creencia en psicoanálisis, en cual de estas vertientes nos ubicamos, pudiendo concluir, provisoriamente, que la creencia, como manifestación subjetiva, es lo que se da a conocer del sujeto ante una nueva concepción, la verdad de ese sujeto o el sujeto mismo.
Notas
1- J. Lacan. Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis. Seix-Barral.
2- S. Ferenczi. Psicoanálisis. En: Obras Completas, T II: "Fe, incredulidad y convicción". Espasa-Calpe. 1981.
3- J. Lacan. Seminario RSI. Clase del 21/1/75. Inédito.
4- J. A. Miller. Recorrido de Lacan. Ed. Manantial. Pág. 78.
5- J. Lacan. Seminario RSI. Ibid.
6- J. Lacan. Seminario Le Sinthome. Clase del 13/4/76. Inédito.
7- J. Lacan. Las Psicosis. Editorial Paidos. 1984. Pág. 107.
8- Ferrater Mora. Diccionario de Filosofía. "Creencia", pág. 371; "Fe", pág. 638.
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