En 1913 Freud y Rilke dan un paseo. Discuten acerca de la transitoriedad de las cosas. Tiempo después de esa caminata, Freud escribirá «Lo perecedero». Ambos contemplan la naturaleza. Rilke se lamenta: «todo esto perecerá en el invierno». El profesor sostiene que justamente, porque todo eso va a perecer, debemos valorarlo. Pronto estallará la guerra.
El 17 de febrero de 1916, Rilke escribe en una carta al padre del psicoanálisis: «Mi estimado profesor Freud, estoy demasiado cansado, demasiado contrariado, demasiado confuso como para llegar hasta su casa (...) estoy en estas diarias situaciones inconmensurables (...) lo más extraño son los escombros sobre el ánimo acumulándose día a día (...) a menudo estuve a punto de intentar salvarme del entierro mediante una entrevista con usted. Pero finalmente prevaleció la decisión de llevar el asunto solo, mientras a uno le quede aún un turbio trozo de soledad (...) reverenciándolo sinceramente siempre, su R. M. Rilke».
Freud le escribe a Lou Andreas Salomé que su hijo Ernst considera a Rilke su maestro y que tiene una hija que sabe todos los poemas de Rilke de memoria. El maestro escribe que la guerra nos demostró la fragilidad de toda nuestra cultura, pero insiste en que nada debe desvalorizarse porque vaya a perecer.
En el mundo terminaba la Primera Guerra Mundial. Freud iba hacia «Duelo y melancolía», Rilke hacia la afirmación de la vida y de la muerte en «Las elegías de Duino», Lou Von Salomé había dejado atrás su encuentro con Nietzsche y con Rilke y ya era discípula de Freud, Vallejo marcha hacia la cumbre de «Trilce», Mandelstam hacia los campos estalinistas, los físicos hacia la idea de que el observador modifica lo observado, Joyce hacia el «Ulises», Eliot hacia «La tierra baldía», Kafka hacia esa cima que representaron sus cuadernos, entre otros tantos acontecimientos.
De alguna manera, en aquella caminata, Freud y Rilke en su conversación y a través de sus obras, tanto como los artistas mencionados, estuvieron a la altura de la vida y de la muerte, todo eso que perece o perdura en este mundo.
Texto de Javier Galarza.
Relacionado: En esta conferencia, el texto "Lo perecedero" es tomado por Raúl Yafar para plantear la existencia de un discurso depresivo.
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