viernes, 11 de septiembre de 2020

Autopsia psicológica: Una herramienta útil para el peritazgo psicológico.


 Andrea Rodriguez

Una de las técnicas más importantes y utilizadas en la comprensión de los comportamientos criminales es la del peritazgo psicológico. Es en el cual el psicólogo despliega todos sus conocimientos en el ámbito legal y psicológico. Entre estos peritajes, se encuentra la denominada Autopsia Psicológica.

Este procedimiento es considerado como un proceso de recolección de datos del occiso que permite reconstruir su perfil psicológico y el estado mental antes del deceso. Para el desarrollo de dicho procedimiento, es necesario el trabajo interdisiciplinario entre médicos, abogados psiquiatras y psicólogos forenses. (Acevedo, Nuñez y Pinzón, 1999).

La Autopsia Psicológica como técnica pericial surge en los EE.UU. como una necesidad administrativa de definir la etiología médico legal en los casos de muertes dudosas donde no se contaba con los elementos suficientes para afirmar si se trataba de un suicidio o un accidente. Sin embargo, a pesar que esta técnica es bastante conocida y utilizada en EE.UU. no se ha establecido un procedimiento estandarizado para llevarlo a cabo.

Diversos autores Litman, Curphey, Shneidman, Farberow y Tabachnick, 1952; Shneidman, 1960-1964 (Citados por Shneidman, 1994b) plantean que para la realización del PAP se debe tener en cuenta varias categorías entres las cuales menciona: el estilo de vida del occiso, historia de vida, problemas económicos o sociales, relaciones interpersonales, rasgos de la personalidad, intentos anteriores de suicidio, posibles enemigos, entre otros.

Según Ebert (1991), los principales objetivos de la Autopsia Psicológica se dividen en cuatro:

1. Primer Objetivo: 
Determinar la manera de la muerte en casos de equívocos que necesitan ser distinguidos. Las maneras de muerte son: a) natural, b) accidental, c) suicidio y d) homicidio; este tipo de sistema es conocido por la sigla NASH. Generalmente, en algunos casos, la manera de muerte es bastante clara, lo que no ocurre con el modo como sucedieron los hechos.

2. Segundo Objetivo:
Averiguar el momento y el tiempo en el cual se produjo la muerte; para esto, el investigador debe indagar acerca de diferentes situaciones de la vida del occiso y tratar de relacionarlas con el hecho.

3. Tercer Objetivo:
Obtener la información suficiente para evaluar los datos obtenidos de diversos intentos de suicidio, con el fin de prevenir dichos intentos y la letalidad de los mismos.

4. Cuarto Objetivo:
Según el mismo autor, es terapéutico para la familia y los amigos del occiso. La entrevista y la investigación en general son mecanismos terapéuticos para estas personas, ya que permite comunicar pensamientos y sentimientos sobre la persona fallecida, de igual forma, la percepción que cada uno tiene sobre la muerte de aquella persona cercana, que por lo general es de culpa, dolor, vergüenza, resentimiento, entre otras.
De igual manera, la Autopsia Psicológica tiene como función ayudar a esclarecer los caso de muerte dudosa: suicidio, homicidio y accidente, donde ni el médico legista, ni el investigador policial tienen suficientes elementos para decidir, lo anterior se puede determinar:

1. Valorando los factores de riesgo suicida, de riesgo heteroagresivo o de riesgo de accidentalidad.
2. Valorando el estilo de vida del occiso.
3. Evaluando el estado mental en el momento de la muerte.
4. Estableciendo las áreas de conflicto y motivacionales.
5. Diseñando el perfil de personalidad del occiso.
6. Esclareciendo si existían señales de aviso presuicida.
7. Esclareciendo si existía un estado presuicida.

Ante un comportamiento o hecho que eventualmente no tienen una explicación clara, pero que podría llegar a tenerla si se estudian minuciosamente lo hechos antecedentes y consecuentes a lo sucedido, se podría inferir comportamientos o acciones llevadas a cabo bajo condiciones únicas y especiales que llevaron a la consecución de los hechos, por lo cual la psicología y la psiquiatría tienen mucho que aportar.

Shneidman, padre de la técnica, 1973-1977 (Citado por Ebert, 1991) propone tres categorías para estudiar los casos de muerte dudosa: a) el qué, b) el cómo y c) el porqué, en relación con la persona que cometió el suicidio; la causa actual de muerte con especial énfasis en el tiempo y la determinación de la forma en que ocurrió.

Como parte de la investigación criminal la Autopsia Psicológica también logra establecer el círculo de sospechosos en los homicidios de autor desconocido, al caracterizar a la víctima con sus conflictos, motivacionales y estilos de vida, se le ofrece a los investigadores policiales elementos de probabilidad en cuanto a posibles autores, quienes tendrían interés en vincularse a este tipo de personas.

Aunque la aplicación de la Autopsia Psicológica se hace de acuerdo a la legislación de cada país, cada equipo de trabajo decide la forma de proceder en la etapa de la recolección de datos. Shneidman, 1981 (citado por Thomas Young, 1992) argumenta que, cuando va a iniciar una investigación, nunca tiene un modelo sistemático de cómo la va a realizar. Es por este tipo de aseveraciones que muchos investigadores se sienten muy incrédulos frente a la validez y confiabilidad del procedimiento.

Por esta razón, Annon (1995) y Young (1992), plantean que uno de los serios problemas a los que se ve enfrentado el Protocolo de Autopsia Psicológica (PAP) es la falta de estandarización, pues cada persona o equipo que lo aplica tiene un estilo diferente y particular de realizarlo, lo cual afecta, según estos autores, notablemente los índices de validez del procedimiento. Es decir, no existe un modelo estructurado y sistematizado que disminuya el margen de sesgo.

Sin embargo, el número de autores que han escrito sobre el PAP es proporcional al número de modelos propuestos para realizar una investigación. En algunos caso se le da prioridad a unos aspectos y en otros se omiten.

Young, propone 15 categorías que se deben incluir al llevar a cabo dicha investigación:

1. Identificar la información personal del occiso (nombre, apellidos, edad, sexo, ocupación, religión, estado civil, etc.).
2. Detalles de la muerte.
3. Historia de la familia (hermanos, esposa, enfermedades médicas y tratamientos, intentos de suicidio, etc.).
4. Historia de muertes familiares.
5. Modelos familiares de reacción frente al estrés.
6. Tensiones recientes o problemas del pasado.
7. Historia de alcohol y drogas en la dinámica familiar.
8. Relaciones interpersonales.
9. Fantasías, sueños, presentimientos y pensamientos frente a la muerte, suicidio o accidentes que precedieron la muerte.
10. Cambios en los hábitos, aficiones, alimentación, patrones sexuales y otras rutinas ante de la muerte.
11. Información que relate los planes de vida.
12. Evaluación de intención.
13. Tasa de letalidad
14. Reacción de las personas que recibieron la noticia de la muerte.
15. Comentarios y anotaciones especiales.



Para realizar un procedimiento más elaborado y completo, es importante que el investigador visite y estudie el lugar donde se encontró el cuerpo, ya que esto le puede permitir obtener más pistas que ayuden a avanzar en el proceso. El psicólogo como investigador tiene la posibilidad de diseñar un perfil de la escena del crimen, además de hacer un bosquejo de la personalidad del sujeto que habitaba en el lugar, a partir de detalles tales como: los objetos hallados, la disposición de los muebles, etc.

Jack Annon (1995) propone otro de los modelos para llevar acabo un proceso de AP, en el cual se plantean como pasos a seguir los siguientes:

Examen cuidadoso de la escena donde sucedieron los hechos, examen de fotos y grabaciones en video de la escena.

Estudio de los documentos disponibles, concernientes a la situación donde sucedieron los hechos, en el cual se incluye el reporte policial, declaración de testigos, reporte de la autopsia médica y de toxicología.

Documentos que informen sobre la vida de la víctima antes de la muerte, como notas del colegio, notas de visitas previas al médico, notas sobre la salud mental, información laboral, etc.

Entrevista con personas relevantes como testigos de la escena de los hechos, miembros de la familia, amigos, compañeros de trabajo, etc.

Este autor (1995), afirma que algunos científicos del comportamiento plantean que se deben dedicar de 20 a 30 horas de investigación para formular una opinión preliminar sobre el estado particular de la mente de un individuo antes de su muerte. Sin embargo, el tiempo que se emplea está determinado por la facilidad para recolectar la información y las personas que se deben entrevistar.

Autores como Ramirez,1999 (citada por Nuñez, et al., 1999) y Annon (1995) afirman que el tiempo optimo para realizar la entrevista, es entre 1 y 6 meses después de haber ocurrido el deceso, ya que durante estos meses aún se conserva la nitidez del recuerdo y la información obtenida es confiable. de lo contrario las reacciones de duelo pueden, o bien, interferir en la objetividad del recuerdo existiendo la tendencia a idealizar al fallecido o afectar la claridad del recuerdo.

De acuerdo a lo anterior Ramirez,1999 (citada por Nuñez, et al., 1999) considera que los entrevistadores deben recibir un entrenamiento preliminar en el manejo del instrumento y en el estilo de comunicación que se debe utilizar dependiendo del modo de muerte de la víctima. El entrevistador debe permitir que la información fluya libremente, es decir, debe dejar hablar al informante sin interrumpirlo y sólo al final, si es necesario, puntualizar en algún detalle o hacer algunas preguntas directas.

En relación con las fuentes de información se debe seleccionar, por lo menos, dos fuentes con el objetivo de cruzar los datos ofrecidos en busca de confiabilidad. Se deben seleccionar parientes de primera línea, convivientes, allegados o médicos de asistencia. Las condiciones para realizar la entrevista deben ser estrictas; cada fuente deber ser entrevistada de forma individual y en privado, evitando que la opinión de una influya en la otra, lo cual afectaría a la confiabilidad de la información. El tiempo promedio de la entrevista debe ser de dos horas, aunque en ocasiones es necesario extenderse un poco más.

La misma autora también plantea que debe tenerse en cuenta la revisión de documentación adicional y disponible tales como: historias clínicas, expedientes medico-legales, expedientes judiciales, así como, cartas, diarios, notas, poemas, etc.

La Autopsia Psicológica es una técnica difícil con la cual cuentan sólo algunos países desarrollados; en dicha técnica el estudio de las muertes equívocas exige un alto nivel científico, por tal motivo, tenerlas a nuestra disposición posibilita un avance importante en el aumento de la calidad científico-técnica y la profesionalidad de la investigación criminal. (García, 1993).

Uno de los países de habla hispana con mayor trayectoria en el tema de Autopsia Psicológica es Cuba. A partir de múltiples revisiones de los modelos, escalas, guías y formularios encontrados en la literatura especializada han creado su propio modelo al cual inicialmente denominaron MAP (Modelo de Autopsia Psicológica); a medida que incorporaron otros ítems durante la validación, de dicho modelo, en víctimas de suicidio, homicidio y accidente, lo han perfeccionado hasta llegar al que actualmente utilizan, el MAPI (Modelo de Autopsia Psicológica Integrado).

Según García Pérez (1999), el MAPI a diferencia de todos los modelos revisados está completamente estructurado y sistematizado, de forma tal que se disminuye al mínimo el margen de sesgo, debido a que todos los peritos o auxiliares de la justicia que aplican dicho protocolo deben realizarlo de la misma manera, guiándose por un instructivo con posibilidad de respuesta cerrada, precisamente para evitar la inclusión de elementos subjetivos en la valoración de cada caso y, además, para hacerlo verificable por terceras personas.

La metodología científica utilizada para validación del MAPI, fue desarrollada por el Ministerio de Salud Pública y el Instituto de Medicina Legal de Cuba a través de tres investigaciones realizadas durante el período de 1990 a 1996 en víctimas de suicidio, homicidio y accidente, las cuales demostraron que recurrir a terceras personas para obtener información de fallecido resulta confiable, que el método es viable y el instrumento MAPI es aplicable y generalizable. (García, 1999).

La aplicación del MAPI, actualmente, se extiende fuera de Cuba, desde finales de 1994 y se emplea con éxito en la solución de casos civiles y penales por parte de la Dirección de Servicios Periciales de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Querétaro, en los Estados Unidos Mexicanos, desde 1997 se utiliza por los servicios médicos-legales de Chile para el estudio de suicidios. La dirección de Medicina Forense de Honduras introdujo la técnica en 1998 para casos civiles y penales, en especial para la solución de muertes dudosa, equívoca o por investigar, con la peculiaridad de la incorporación de licenciados en Trabajo Social en calidad de peritos. A partir de 1999 este método fue incluido dentro de las técnicas disponibles para la investigación de homicidios en Costa Rica, por parte del ministerio Público.

En Colombia el empleo de la Autopsia Psicológica como técnica en el área de la Psicología Forense se ha visto muy limitada por varias razones; por ejemplo, la falta de especialización a nivel teórico y metodológico del psicólogo en esta área, así como también la falta de instrumentos validados en el contexto colombiano que permitan esclarecer de manera confiable los casos de muerte dudosa. En países como España y EE.UU. hablar de Autopsia Psicológica no es algo novedoso. Sin embargo, en Colombia existen pocos escritos que definan y expliquen el procedimiento denominado Autopsia Psicológica.

Para proporcionar ésta prueba judicial, las ciencias forenses como la psiquiatría y la psicología enfrentan a menudo tareas muy difíciles tales como determinar el estado mental de un acusado en el momento de los hechos, peor aun, cuando ha transcurrido algún tiempo desde el momento de su ocurrencia. En ocasiones, la labor del psiquiatra o psicólogo se vuelve más compleja cuando se trata de determinar el estado mental de una persona ya fallecida en el momento de su muerte.

No obstante, la vida psíquica del ser humano deja huella de una u otra forma: en documentos, obras de arte, espacios habitados a lo largo de su existencia, en la forma como se relacionaban con las otras personas, etc.

El aspecto principal de la Autopsia Psicológica es el proceso en sí mismo y el modo como se llevan a cabo las cosas (García, 1999). Dicho proceso parte desde el mismo lugar de los hechos, en el cual no sólo se pueden levantar huellas objetivizables por los peritos en criminalística, también se pueden levantar las huellas psicológicas que quedan impresas en los lugares en que estuvo la víctima y en las personas que interactuaron con ella. La función del psicólogo o del psiquiatra que realiza el peritazgo es decodificar e interpretar las señales que emite la escena del crimen.

Dentro del contexto de la investigación criminal el proceso de la Autopsia Psicológica comienza desde el examen de la propia escena de la muerte y no debe ser realizado por un solo perito. Por el contrario, se requiere de un trabajo en equipo con los criminalistas, médicos legistas e investigadores policiales, sólo a sí se lograra una caracterización profunda y científicamente fundamentada de la víctima. García (1993).

Retomando la teoría de la "complejidad" planteada por Morin (1995); es imposible estudiar al hombre desde una sola perspectiva, por tal motivo, para implementar el procedimiento de la autopsia psicológica es necesario un grupo interdisciplinario de expertos que aporten sus conocimientos para conseguir un mejor análisis de las condiciones, relaciones, comportamientos y situaciones de un ser humano muerto en condiciones dudosas. El estudiar al hombre desde una sola dimensión sería un error, ya que nadie puede negar la diversidad de instancias por las que se encuentra atravesando la vida de un ser humano.

En el campo de la Psicología Forense, específicamente en el procedimiento de la Autopsia Psicológica (AP), el poder contar con la ayuda del cuerpo legal (abogados, fiscales, jueces, policías, grafólogos, etc.) es de suma importancia para la investigación, ya que permite la recolección de la información de acuerdo con (Nuñez, et al., 1999) "la puerta de acceso al ámbito judicial; entenderlo y tener la posibilidad de dialogar y confrontar sobre diversos aspectos, como los comportamientos humanos...". Estar al lado de los investigadores policiales permite acceder a elementos judiciales tales como notas, diarios, cartas, que posiblemente para ellos no tiene mucho valor, pero para el psicólogo son fundamentales, ya que caracterizan al occiso y tal vez entre líneas se pueda develar "la clave del enigma de su muerte", (García, ibid). Todos esto aspectos son fundamentales si se quiere lograr una intervención eficaz en el procedimiento de Autopsia Psicológica.

Un segundo paso es la entrevista a personas que conocieron de cerca al occiso, preferiblemente familiares, amigos, vecinos, compañeros de estudio, trabajo o religión, relaciones de pareja formales u ocasionales. Es importante aclarar que la selección de las fuentes de información debe excluir a presuntos sospechosos de estar involucrados en la muerte de la víctima, pues obviamente el riesgo de sesgo es muy elevado.

García (2000) plantea que una vez recogidos todos los elementos necesarios para conformar una caracterización del occiso se realiza una discusión colectiva en la cual participan los peritos y los investigadores policiales y se ofrece un informe pericial en términos probabilísticos, pues se trata de una evaluación indirecta y de conclusiones inferenciales que cobran valor solo al sumarse el resto de los elementos criminalísticos, policiólogos y médicolegales.

Bibliografía
Annon, J. (1995). The Psycological Autposy. American Journal of Forensic Psychology, 13, 39-48.
Acevedo, Nuñez, l. y Pinzón, C. (1999). Propuesta para el Dictamen Forense en Casos de Muertes Dudosa Utilizando el procedimiento Denominado Autopsia Psicológica. Tesis de grado profesional no publicada, Pontificia universidad Javeriana, Santafé de Bogotá.
Beskow, J. Runeson, B. Y Asgard, U. (1991). Ethical Aspects of Psychological Autopsy. Acta Psychiatrica Scandinavica 84. Pág. 482-487.
Código Penal (1980/2000). Santafé de Bogotá: Unión Ltda.
CONFERENCIA LA AUTOPSIA PSICOLÓGICA: ESPECTRO DE APLICACIÓN. (2000: La Habana). Memorias del Contenido Esencial Mínimo del Curso Precongreso.
Dávila, A. Y Rodríguez, C. (1995). Evaluación Psicológica Forense. Madrid: Pirámide.
Ebert, B. (1991). Guide to Conducting a Psichological Autopsy. En K. Anchor. The Handbook of Medical Psychoterapy. 249-256.
García, T. (1993). La Autopsia Psicológica como Método de Estudio del Suicida. Trabajo presentado en el Congreso Internacional de Ciencias Forenses. La Habana.
García, T. (1999). La Autopsia Psicológica como Método de Estudio de Muertes Violentas. Instructivo para La Autopsia Psicológica (Utilizando el MAPI). La Habana.
Selkin, J. (1994, enero). Psychological Autopsy: Scientific Psychohistory or Clinical Intuition. American Psychologist, 49 (2): 74-76.
Shneidman, E. S. (1994b). The Psychological Autopsy. American Psychologist, 49 74-76.
Young, T. (1992). Procedures and Problems in Conducting a Psychological Autopsy. International Journal Offender Therapy and Comparative Criminology 36, 43-52.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario