viernes, 30 de octubre de 2020

Adolescencia y pasaje al acto: peligro y urgencia

En la clínica con adolescentes, nos encontramos con situaciones que traen aparejadas riesgos y peligros. La pubertad es un pasaje. Si el fantasma es una respuesta al deseo del Otro, en la adolescencia, ese fantasma es a medio construir. Cuando hablamos de fantasma, hablamos de amparo, del recurso y herramientas del sujeto, que comande la incipiente formación de síntomas. Para los analistas, el síntoma es un lugar de llegada, no de partida.

La diagonal de la inhibición, del síntoma y de la angustia es propia del neurótico, tanto en Freud como en Lacan. En el seminario 10 de La angustia, vamos a encontrar aquellos nombres que hoy nos interesan: el pasaje al acto y el acting out, que nos interesan en tanto situaciones de peligro, como el suicidio.


Ahora, no todo pasaje al acto es mortal. Hay una caída fundante del sujeto en el campo del Otro. Por otro lado, tenemos la evidencia clínica de la Joven Homosexual de un pasaje al acto que, lejos de ser mortal, ajusta o mejora la posición del sujeto con respecto al deseo. Hay una lectura muy interesante acerca de esa caída como una parición, un parir del sujeto, de un sujeto que se pone más cerca del deseo.

El acting out, tan mencionado en la clínica de adolescentes, tampoco tiene siempre un tenor patológico. Estructuralmente, el acting out es un llamado al Otro para hacerlo existir, como dice Lacan en el seminario del acto. En el libro de La adolescencia normal de Mauricio Knobel ya se había empezado a corregir el desvío patológico que se hacía sobre el acting out en los adolescentes. Muchs de los fenómenos de la adolescencia son fundantes y estructurantes, aún con el riesgo que eso significa: caídas y cortes.

Hablando de cortes, estos pueden mitigar retornos imprevistos de lo real cuando se trata de la constitución de la imagen corporal, ahí donde la metáfora se ha retirado. Los cortes en el cuerpo pueden ser una manera de armar cuerpo entre lo real y lo imaginario. 

El acting out es un llamado al Otro estructural y es denominado por Lacan como transferencia salvaje. Esto no autoriza verlo como algo patológico, aunque se trate de problemas clínicos a atender. La transferencia salvaje es un llamado al padre en su función de corte de un goce incestuoso. Muchas veces tenemos que ser soportes de esa función de corte en la clínica. La clínica con adolescentes es una de la clínicas más complejas y requieren de tacto, prudencia, tiempo y paciencia.

Ahora, ¿Qué es ser soporte del corte? Se trata de un movimiento de báscula, que tiene que ver con lo imaginario y tiende a la estabilidad. Fernando Ulloa trabajó mucho el dispositivo de demora, de espera, para darle tiempo a esta dialéctica que viene con todo el empuje pulsional y la irrupción real. El analista debe soportar esa temporalidad, que tiende a ser barrida por el empuje pulsional. La demora a la que se refiere Ulloa es a la pulsión, para que ella haga su recorrido y se produzca el vacío. El resorte de ese recorrido siempre va a estar en el vacío. 

Daniel Paola, en su libro Transadolescencia, nos dice:
En la adolescencia el sujeto se topa por primera vez con la dialéctica de la propiedad del cuerpo que determina la aparición del síntoma. Ya ha dejado de ser el cuerpo objeto propiedad de otro y al librarse se topa con la afirmación de la inexistencia de la propiedad, que aunque intolerable al principio, se convierte luego en síntoma que lo borra de esa verdad.

En la adolescencia no hay una adecuada representación del cuerpo, en tanto que no se los puede contar de a uno. Los adolescentes hacen masa por esa inadecuada representación del cuerpo. 

La película turca Mustang: belleza salvaje alude, en su título, a un caballo indomable. En la película se habla de la potencia de lo joven y lo bello, pero cuando este potencial no es bien encauzado. La película trata de una familia que vive en un lugar rural, alejado de la ciudad, con pautas muy tradicionales y conservadoras de ese contexto.

La película nos muestra a cinco chicas, algunas más chicas; otras, adolescentes. Toda la primer parte de la película nos va a mostrar esa suerte de masa entre las chicas: son partes de una misma fruta que luego será desgajada. ¿De qué manera? Nos enteramos durante la trama que el padre abusa de ellas. La mirada de la cámara es la mirada de la más pequeña de ellas, que lleva el hilo de la historia y nos muestra lo que sucede en la casa.

La historia no termina bien. Los padres arreglan casamientos con los familiares de zonas cercanas; ellas no son escuchadas ni tenidas en cuenta en su deseo. El padrone dispone con violencia y abuso, con consecuencias trágicas. Una de ellas se suicida, dos se casan y las dos menores se escapan hacia la ciudad. 

Este caso podemos sumarlo a El despertar de la primavera, donde también está en juego la tragedia de púberes adolescentes. En esta última, aparece el enmascarado que viene a poner un poco de orden entre los vivos y los muertos, en los discursos cínicos suicidas, en trazar un horizonte vivificante para alguien te tambalea, vascila y tiembla ante la posibilidad de tentarse por el llamado de los muertos. El enmascarado produce un corte, casi como una figura paterna. Además, propone un horizonte, una perspectiva vivificante. 

Freud, en el simposio sobre el suicidio adolescente, dijo que en el momento donde alguien se está desasiendo de la familia, es donde mayor apoyo necesita. Esto es importante para los docentes y cualquier adulto que acompañe ese pasaje. Tiene que haber alguien que produzca un giro hacia lo vivificante, hacia el Eros y que plantée algo del orden de la confianza. En la dirección a la cura de adolescentes, sabemos que debemos instalar un lugar de confianza de secreto pautado y ordenado, pautando a los padres para que no quieran investigar, mirar ni interferir demasiado en lo que acontece. A veces, ese solo aislamiento es terapéutico. No obstante, este punto se tiene que transgredir si el paciente tiene riesgo suicida, por ejemplo llamando a los padres. Sino, el secreto pasa a ser una complicidad gozosa con esa situación.

A veces, una serie de actings o la posibilidad de un pasaje al acto implica intervenir de otra manera. ¿Cómo intervenir ante un desenlace horrendo y ominoso como el de la película? A veces llegamos tarde y somos consultados cuando esto ya se produjo y hay que trabajar sobre el saldo de esa situación.

No todo intento de suicidio tiene el propósito de quitarse la vida. Debemos separar el deseo de muerte, fantasear con la muerte, pulsión de muerte no son sinónimos. Hay muchos manuales de suicidología, lo cual le ha agradado a la psiquiatría enormemente. Hay protocolos estandarizados con señales para tratar, prevenir el suicidio. En realidad, cada caso hay que verlo en su singularidad. 

A veces, un intento de suicidio es un intento de parirse como sujeto. Recordemos que el acting out es la demanda a que el Otro haga lugar y que aloje. Nosotros estamos trabajando en una línea muy fina, donde alguien puede caer y no de una manera estructurante, sino cruel porque el Otro no aloja, no mira, ni le importa, ni le hace falta. Acá esta peligro si es que el analista no logra producir un realojamiento. Este punto jamás debe ser desestimado (ej: "No, es un llamado de atención")... ¡Fue un llamado! 

Hay dos tipos bien marcados de intentos de suicidios o de suicidios logrados. Uno es el que conocemos como vaciamiento de sentido, de que nada tiene sentido: el melancólico, el depresivo, en donde no hay manera de producir algún objeto que merezca ser duelado por el sujeto. En este estado, el paciente es bastante impenetrable a las intervenciones. Su anidamiento de la idea de fantasía de muerte continúa por mucho tiempo.

Hay suicidios por impulsión, mucho más sorpresivos y que no suelen avisar. Son suicidios por identificación que causan algún tipo de contagio. Puede darse que varios chicos decidan quitarse la vida, incluso con rituales. A veces está relacionado a adicciones. En Las Desventuras Del Joven Werther de Von Goethe, cuando salió la novela, causó una oleada de suicidios por lo que cuenta Werther. Goethe dijo 
Mientras yo me sentía aliviado y liberado por transformar la realidad en poesía, mis amigos se confundieron creyendo que había que transformar la poesía en realidad, imitar la novela y matarse. 

Lacan, sobre el suicidio, hace una reflexión:
[...] el suicidio posee una belleza horrenda que lleva a los hombres a condenarlo de forma tan terrible, y también una belleza contagiosa que da lugar a esas epidemias de suicidio de lo más reales en la experiencia.

Esta "belleza horrenda" es el goce, del que hay que salir pero no de una manera salvaje con el conocido "acotar el goce". Hay un terrorismo de ir a acotar de cualquier manera al goce, como si la función del analista fuera algo limitadora y prohibitiva. Acotar requiere de una evaluación, de una dosificación y no de una eliminación.

El analista debe ser soporte de las manifestaciones con nuestro propio deseo de analista, que se orienta a eso real que se aparece de manera disruptiva. El ordenamiento fálico tiene que ver con la producción de un vacío, de un significante. Ese vacío es el que nos permite pivotear sobre pel, que a veces tiene que ver con cuestiones creativas con cierto camino sublimatorio de la pulsión. 

Fuente: Nota redactada con las notas de la conferencia " Adolescencia: pasaje al acto. Peligro y Urgencia" Dr. Demetrio Demirdyian del 3 de octubre 2020

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