1.- Reforzar el narcisismo:
Hay que trabajar con ellas su autoestima y su capacidad de autonomía para que puedan salir de la inhibición y recuperar todos los recursos personales. Para salir de una posición de víctima, es preciso, mediante un trabajo psíquico, recuperar una buena imagen de uno mismo. Resulta más o menos fácil dependiendo de si, durante la infancia, se ha tenido una seguridad afectiva suficiente en las relaciones con los padres.
2.- Aprender a establecer límites:
Deberá enseñarse a la persona a rechazar una situación que no le conviene, para salir de la confusión y proteger su intimidad de intrusiones exteriores. Cuando la persona ha señalado los límites con firmeza el compañero siente que no puede ir más lejos; pero habrá que permanecer alerta ya que volverá a intentar infringirlos. Es posible percibir el cambio: la palabra es más firme, los contornos de la persona están mejor perfilados, el gesto es más decidido. Son capaces de encolerizarse por un comportamiento aberrante: su cólera es la expresión de firmeza, lo que les permitirá defenderse. Decir “no quiero” permite recuperar el poder.
3.- Recuperar la capacidad crítica.
Al analizar los comportamientos de su compañero violento, la mujer descubre que están ahí para ocultar las debilidades de él. De repente sólo es un ser humano con sus vulnerabilidades. Al recuperar una capacidad crítica, la mujer restablece la simetría. El dominio cesa cuando la víctima se da cuenta de que, si ella no cede, el otro no tiene ningún poder.
4.- Analizar la historia individual: se ven los años infantiles de la mujer.
5.- La psicoterapia de pareja: no es en absoluto adecuada. Permite al hombre encontrar justificaciones para su violencia y se corre el riesgo de intensificar la culpabilidad de la mujer. Puede resultar peligrosa para la mujer, ya que puede suceder que lo dicho por ésta en la sesión sea utilizado por el hombre para intensificar aún más su violencia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario