martes, 24 de noviembre de 2020

Nosotros, los varones privilegiados

¿Los cuerpos de las mujeres nos pertenecen?
De tan bruta, parece ridícula la pregunta. Pero los invitamos a reflexionar si este supuesto machista es o no cierto, y cuáles son las peligrosas consecuencias de este privilegio. Pensemos sobre nuestra educación sexual sin ESI, a puro porno y confusión. 

En los vínculos, que no por ser consentidos son completamente sanos, hay sutilezas que vale la pena resaltar para observar que ninguno de nosotros está exento de abusar, incluso a nuestras parejas. Porque ahí donde hay cariño y respeto, también puede haber abuso; y dónde hay diversión, también puede haber abuso, y dónde hay exploración conjunta, también puede haber abuso.

Desahogos sexuales.
Había una vez un mundo en el que los varones violábamos sin importar lo que podía pasar. Porque en ese sistema una violación era un desahogo. Como teníamos algo que nos apretaba los pantalones y no nos podíamos contener, entonces nos desahogamos con quien sea. Porque es nuestro “instinto”. Entonces violar era una opción válida para sentirnos mejor. Sin importar que del otro lado había una persona. Porque no tiene los mismos derechos que nosotros. Claro, es mujer.

Parece un cuento, pero es bien real. Y hay que transformarlo. Destruir ese sistema y transformar a quienes lo defienden. A quienes hacen uso de sus privilegios con violencia. Degradando, minimizando, ninguneando, ultrajando, golpeando, abusando, acosando, violando, matando.

Hay que salir de éste cuento espantoso desarmando todos los machismos que tenemos en nuestros propios grupos. Y basta del cuento de la manada, son seis varones violentos que violaron. Basta de metáforas que cubren violadores. No es instinto, no es naturaleza, es cultura y complicidad.

Tenemos que levantar la voz cuando vemos estas injusticias. Ya no alcanza con desaprobarlas y no decir algo. Indignate, opiná, discutilo con tus amigos, con tu familia y en todo tu entorno. Compartí algo que te represente, si no te sale, exponete en las redes. Sentimos mucha presión por pertenecer a la cofradía masculina donde se cultivan las diferentes violencias que lastiman a más de la mitad de la población que nos rodea. No alcanza con reprobar para adentro, necesitamos levantar la voz, todas y todes, pero principalmente todos los varones para frenar la violencia machista.

También por las redes sociales. Comentarios discriminadores, violencia machista, memes violentos, difusión de imágenes de mujeres sin su consentimiento, burlas acerca de la diversidad. La violencia que circula en los grupos no es gratuita: hace daño a otras personas y a nosotros mismos. Frente a esto, armemos nuevos códigos para no lastimar a nadie.

No seas cómplice. El machismo no es algo con lo que los varones nacemos. Es algo que aprendemos,que vemos, que nos enseñan. Y que también podemos desaprender y dejar atrás. Intervengamos, expliquemos cómo nos sentimos y por qué nos molesta. Establezcamos códigos en el grupo para no lastimarnos ni lastimar a nadie.

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