Los síntomas y rasgos patológicos dominantes en la estructura límite de la personalidad son puntos importantes que se obtienen en la entrevista inicial con el paciente, cuando se explora la vida social e interpersonal, el trabajo, la familia, sus relaciones sexuales y de pareja, sus amigos, las formas de recreación. Allí encontramos:
Carencia de una identidad integrada: el síndrome de difusión de la identidad.
La difusión de la identidad aparece como un concepto pobremente integrado de sí mismo y de otros. Se experimenta:
Vacío crónico.
Autopercepciones contradictorias.
Conductas contradictorias que no pueden integrarse afectivamente.
Percepciones huecas, insípidas y empobrecidas de los demás.
Incapacidad para trasmitir interacciones con otros.
Incapacidad de empatía.
La disociación de los objetos entre buenos y malos protegen al amor y a la bondad de la contaminación por el odio y la maldad.
En la entrevista estructural, vamos a encontrar una historia enormemente contradictoria, comportamientos y emociones contradictorios. Es difícil ver al paciente como un ser humano total. Las descripciones que el paciente da sobre las personas significativas de su vida aparecen desintegradas y burdamente contradictorias, pareciéndose más a caricaturas que a personas reales. En la entrevista estructural somete a prueba la integración de sí mismo y de los objetos.
Calidad de las relaciones objetales: Está íntimamente relacionado con lo que venimos viendo. La estabilidad y profundidad de las relaciones del paciente con otros se manifiestan según:
La calidez, dedicación, interés y tacto.
Empatía, entendimiento.
Capacidad de mantener la relación cuando es invadida por el conflicto o frustración.
Nuestra experiencia de nosotros mismos es consistente pese al tiempo y personas diferentes.
Mecanismos de defensa.
Para diferenciar la estructura, es de suma utilidad evaluar los mecanismos de defensa. Estos surgen en la interacción clínica entre paciente-diagnosticador.
En la organización límite, estos protegen al yo de conflictos mediante la disociación y manteniendo aparte las contradicciones de sí mismo y los demás. La interpretación de la escisión y otros mecanismos integra al yo y mejora el funcionamiento inmediato del paciente. Esta mejora, no obstante, es temporal.
En la organización psicótica, los mecanismos protegen al paciente de la desintegración entre los límites de sí mismo y el objeto. La interpretación de sus defensas produce mayor regresión en el funcionamiento del paciente.
Entonces, teniendo en cuenta si mejoró inmediatamente o si produjo mayor regresión, uno puede diferenciar una estructura límite de una psicótica.
Pruebas de realidad.
Es la capacidad de diferenciar el sí mismo del no-si-mismo. O la capacidad de diferenciar lo intrapsíquico de la percepción y los estímulos. También, es la capacidad para evaluar de manera realista los propios afectos, conductas y pensamientos de acuerdo las normas sociales. Clínicamente, la prueba de realidad se reconoce por:
Ausencia de delirios y alucinaciones. Si los tuvo en el pasado, ahora debe poder evaluarlos plenamente, sintiéndose extrañado por esos fenómenos.
Un afecto o emoción con un contenido bizarro. Observamos esto cuando no hay presencia de delirios ni alucinaciones. Uno evalúa si el paciente puede empatizar con lo que le dice el entrevistador sobre la interacción con el paciente y así diferenciar una organización límite de una psicótica.
Capacidad de empatía y clarificar conductas que a los demás le parezcan inapropiadas. Al interpretar las defensas en la interacción paciente-entrevistador, hay que fijarse si la persona mejora en funcionamiento (límite) o si se deteriora (psicosis).
La prueba de realidad nos permite diferenciar a las psicosis de las organizaciones neuróticas y límite.
Integración del superyó.
Puede evaluarse al estudiar el grado en el que el paciente se identifica con valores éticos y tiene a la culpa normal como a un regulador principal. Uno puede evaluar el funcionamiento del paciente según los principios éticos, si se abstiene de la explotación, manipulación o maltrato; si es honesto e íntegro moralmente sin un control externo.
Este criterio no es tan confiable como los anteriores. Pero junto al análisis de las relaciones objetales, permiten obtener criterios pronósticos del análisis estructural. También, nos permite indicar o contraindicar un tipo de tratamiento.
Estructura límite de la personalidad y sus predominios
Hay 3 tipos de pacientes dentro de esta clasificación, en función de ciertas características o predominios:
Predominio neurótico. De alto funcionamiento, la adaptación es myor porque el yo está menos difuso. Como las defensas están bien utilizadas, parecen neuróticos graves, poli-sintomáticos. Pero al profundizar, salta la disociación.
Predominio perverso. De funcionamiento medio. Son pacientes sin demanda y sin demasiada angustia. Tienden a las adicciones como al alcohol o el juego.
Predominio psicótico. De bajo funcionamiento, son los más comprometidos.
Estos pacientes tienen dificultades con lo cotidiano. Y en los 3 casos:
Conservan la prueba de realidad, pero hay fallas según la gravedad del funcionamiento.
Presentan difusión de la identidad: el yo no está bien delimitado. Estos pacientes son claramente regresivos y los puntos de fijación son 2: anal (1ª) y oral (2ª).
Los 3 tienen defensas primitivas, principalmente la escisión del yo.
Los 3 tienen síntomas:
Ansiedd paranoide y poca presencia de ansiedad depresiva.
Polisintomáticos: varios síntomas del tipo neurótico, pero es una fachada. Aparecen fobias, obsesiones, fobias, histeria, hipocondría, somatizaciones. Consultan por estos síntomas y no por su ansiedad crónica, difusa y flotante. Esto es una neurosis polisintomática.
Adicciones, tendencia.
Ideación suicida.
Acting out por disminución de la capacidad simbólica y fallas del juicio de la realidad.
Síndrome de vacío: nadie está vacío por dentro, sino que tiene objetos malos. Al negarlos, siente que está vacío por dentro.
La sexualidad es con falta de cuidados. El otro es un objeto de satisfacción. La sexualidad es pre-edípica o perversa polimorfa.
Obsesidad.
En los predominios perversos, el yo y superyó es lábil.
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