Muchos pacientes esperan, como es lógico, que un tratamiento psicoterapéutico sea no sólo eficaz sino breve. El análisis, sin embargo, ha mostrado que los padecimientos del sujeto habitualmente fueron gestados y consolidados a lo largo de muchos años, por lo que difícilmente puedan superarse sin un trabajo suficientemente detenido (Cf. F, vol.12, pp.130-131). Es frecuente, no obstante, que el solo hecho de recibir atención produzca bienestares anímicos que pueden confundirse con mejoras ciertas. Es conveniente que quien consulta tanto a un analista como a quien sea que ofrece atención psicoterapéutica pueda hacer una ponderación realista de los problemas que enfrenta y de lo que deberá hacer para resolverlos.
La difusión que tiene en las sociedades contemporáneas el recurrir a psicólogos, etc., ha “popularizado” una serie de prácticas que aun siendo distintas entre sí suelen considerarse afines. La vigencia de criterios excesivamente economicistas ha alimentado la propagación de sistemas de atención psicoterapéutica de bajo costo, por lo que el tiempo, en tanto su significación es reducida a la de una equivalencia del dinero, se pretende breve.
A este respecto, cabe recordar la conveniencia de que antes de comenzar un tratamiento propiamente psicoanalítico se ha de “introducir al paciente en una primera ubicación de su posición en lo real” (L, E, Siglo XXI, p.569). El criterio no es menos fundamental cuando se dispone de un tiempo limitado para su atención. Importa aclarar que no se trata de imponer conceptos acerca de qué es la realidad sino de disponer de ideas claras de las cuáles partir (que seguramente serán enriquecidas, ajustadas o corregidas) acerca de los padecimientos y cuestiones que llevaron a la consulta. Lacan llamó a esto, siguiendo a Freud, “sistematización de los síntomas” (idem.).
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