Habíamos visto, en entradas anteriores, en los términos de una escena con tres personajes. Se trata de tres posiciones distintas que suele transmitirse en forma de la gramática pulsional (el circuito de la pulsión) y que cuesta situar en la clínica. El asunto es que la clínica fue siempre soberana y el fantasma es eminentemente clínico.
El trabajo del analista tiene mucho que ver con la operatoria sobre su fantasma. Tomemos este cuadro del período azul de Pablo Picasso "Mujer, mendigo y niño a orillas del mar".
Por supuesto que cuando hablamos de fantasma estamos hablando de los goces del mismo sujeto. Lo importante que hoy veremos es la perspectiva, es decir, el punto de vista. El punto de vista tiende a ser dado per-se, pero la construcción de un punto de vista es saldo de un análisis. El punto de vista se construye y determina desde dónde se ve la historia y las cosas. En ese sentido, el punto de vista es único en cada sujeto. Cada punto de vista es necesario, incluso aquellos que nos chocan y que hablan de nosotros mismos.
Un sujeto, conforme avanza su análisis, puede escuchar un punto de vista diferente al suyo sin caer de rodillas frente a cada uno. Esto tiene que ver con la elaboración de su fantasma.
Veamos el mito de Ariadna como caso. El mito dice que Ariadna era la hija del rey Minos, con quien ella vivía. Aparece Teseo, que está dispuesto a entrar en el laberinto que Minos ha creado y donde se encuentra un minotauro. Teseo no estaba dispuesto a que los atenienses tuvieran que servir como alimento al minotauro cada 9 años. El laberinto era legendario porque era imposible de atravesar y cada 9 años se mandaba atenienses para alimentar al minotauro. Al tercer ciclo Teseo dice basta.
Ariadna se enamora de él y le dice que le ayudará a encontrar la salida del laberinto, si él la lleva con él, lejos del padre. Teseo acepta, aunque luego no lo hace. Ella le da un ovillo (el hilo de Ariadna) y Teseo va adejando una huella para luego encontrar la salida. Es interesante lo de la huella como forma de salida. Logra llegar con el minotauro y lo asesina. Siguiendo el hilo sale del laberinto y se lleva a Ariadna.
Acá tenemos dos puntos de vista: el de Teseo, que lucha por proteger a los atenienses y sus derechos. Ahora, los derechos no siempre guían bien a los humanos. En el cuento corto de Borges La casa de Asterión (1947), tenemos la versión del mito desde un punto de vista diferente:
El lector descubre de quién se trata en la última frase de Teseo, cuando él mata al minotauro. Ahí sabemos que el minotauro es el padre de Minos con un toro. Era un engendro, un monstruo condenado a vivir dentro del laberinto donde nadie pudiera encontrarlo. El cuento de Borges nos marca que el minotauo estaba solo, a la espera que alguien viniera a rescatarlo. Es interesante la conclusión, porque si uno supiera desde el principio que se trata del minotauro, lo imaginario podría hacer de obstáculo.
Cuando Teseo lo entra a buscar, el minotauro toma a la muerte como una liberación. Por eso no se opone a Teseo. Ni el monstruo era tan monstruoso ni Teseo era solamente un héroe. Lo que nos importa es que hay distintos puntos de vista exactamente para la misma escena. Esto también pasa en los análisis, cuando los pacientes hablan de distintas personas en donde indudablemente se juegan cuestiones fantasmáticas.
Siempre hay que pensar que los recuerdos de los pacientes, según Freud, siempre son recuerdos encubridores y siempre se trata de una versión o un punto de vista.
En las historias que los pacientes cuentan, hay que cuidarse de imaginarizar demasiado rápido el relato y tomarlo, más bien, como una narración y un punto de vista. Deleuze dice:
La misma idéntica escena, por más sencilla que parezca, es increíblemente compleja, pues es el esenario del desencuentro de dos historias siempre a legitimar.
El punto en que coinciden o no la realidad psíquica con la realidad del otro es un tema muy discutido en psicoanálisis. El paciente está también determinado por lo que no puede ver y por eso va al análisis. El analista no puede limitarse a lo que el paciente dice, porque eso borraría las cuestiones imposibles de decir, los bordes donde lo simbólico difícilmente pueda tocar lo real.
Veamos otro caso:
La escultura de Luciano Garbati (foto) "Medusa con la cabeza de Perseo" se convirtió en un símbolo del feminismo al reeditar la versión clásica donde Perseo la decapita.
Lo que la obra invisibiliza es el goce de Atenea, la cual previamente había convertido a Medusa en un mounstro tras haber sido violada por Poseidón, cosa que la obra tampoco toma. Recordemos por Ovidio el pasado de Medusa, quien originalmente era una hermosa doncella, «la celosa aspiración de muchos pretendientes» y sacerdotisa del templo de Atenea, pero cuando fue violada por el «Señor del Mar», Poseidón, en el mismo templo, la enfurecida diosa transformó el hermoso cabello de la joven en serpientes.
El tema de los puntos de vista nos permite, en síntesis, leer cuestiones de la clínica habitual en nuestros consultorios.
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