La Crisis es una situación decisiva, grave en la vida de una persona o una comunidad. Así como significa un momento de ruptura, que podría desembocar en un desenlace fatal, también quiere decir que existe la oportunidad de mejorar.
Factores de riesgo: es un concepto que se refiere a determinadas condiciones biológicas, psicológicas y sociales, medidas mediante variables directas o indicadores que se ha demostrado que participan en los antecedentes o en las situaciones asociadas o implicadas con la emergencia de diferentes enfermedades, problemáticas o necesidades económicas, políticas y sociales. Distinguimos entre:
Factores de riesgo predictores o marcadores: sobre todo en salud mental.
Factores precipitantes: que desencadenan la emergencia de la crisis o la enfermedad. En la mayoría de los casos la presencia de un solo factor de riesgo no tiene gran trascendencia; hacen falta ciertas combinaciones o acumulaciones de factores de riesgo para que el problema emerja.
Factores sociales de riesgo: todo riesgo supone siempre una estructura vincular, ya que toda acción tiene un destinatario; incluye variables tales como la familia, el grupo de pares, las normas, las creencias; generan mayor vulnerabilidad el consumo de drogas o tener una iniciación sexual demasiado temprana. La influencia del grupo puede incitar y facilitar los comportamientos de riesgo.
Procesos de riesgo y protección: se definen como la capacidad de modificar las respuestas que tienen las personas y que se hacen evidentes en situaciones de riesgo. Una misma variable puede actuar bajo distintas circunstancias como factor de adversidad o como factor de protección. Los factores de protección se refieren a las influencias que modifican mejorando la respuesta de una persona a algún peligro que predispone a un resultado no adaptativo.
Vulnerabilidad: hay personas que, debido a las circunstancias adversas que han vivido o viven, tienen más probabilidad (riesgo) de padecer enfermedades o situaciones sociales negativas.
Son rasgos de personalidad que caracterizan a los jóvenes “buscadores de riesgos”: a) necesitar estimulación permanente, b) tener un elevado nivel de actividad, energía y dinamismo, c) dificultad para controlar sus impulsos, d) necesitan demostrar que son independientes y que pueden resolver sus propios problemas, e) rechazan los planes a largo plazo, prefiriendo responder rápidamente a cada situación sin previo análisis, f) tendencia a comprometerse en ciertas conductas, aunque sepan de sus consecuencias negativas.
Las conductas de riesgo pueden tener un rol positivo en la transición de la adolescencia a la adultez y pueden ser funcionales para: a) lograr autonomía de los padres, b) permitir cuestionar normas y valores vigentes, c) aprender a afrontar situaciones de ansiedad y frustración, d) poder anticipar experiencias de fracasos, e) lograr la estructuración del self, f) afirmar y consolidad el proceso de maduración. Sin embargo, estas conductas ponen al adolescente en situación de riesgo cuando a) esa conducta lo lleva a poner en peligro su salud o su vida, b) sus comportamientos afectan la integridad o ponen en juego la vida de los otros.
Introducción a la resiliencia: las ciencias sociales utilizan esta metáfora para describir fenómenos observados en personas que, a pesar de vivir en condiciones de adversidad, son capaces de desarrollar conductas que les permiten una buena calidad de vida.
El enfoque de la resiliencia permite dirigir la mirada hacia los factores de protección (y no tanto a los de riesgo), y sobre la posibilidad de identificar los recursos usados por individuos y comunidades para mejorar las condiciones de vida, aún en circunstancias adversas.
Se trata de averiguar por qué existen personas que a pesar de haber vivido situaciones adversas y de alto riesgo, han tenido la habilidad de sacar provecho de las mismas y lograr vivir en un ambienta sano (resiliencia) y que, por otro lado, existan otras personas que en las mismas condiciones de vida no lo logran (vulnerabilidad).
El método de la resiliencia parte del concepto de que vivir en un ambiente psicológicamente insano es una condición de alto riesgo para la salud física y mental. Trata de promover procesos que involucren al individuo y su ambiente social, ayudándolo a superar la adversidad (y el riesgo), adaptarse a la sociedad y tener una mejor calidad de vida. Busca promover el potencial humano en lugar de destacar sólo del daño sufrido.
La resiliencia se especializa en observar aquellas condiciones que posibilitan encaminarse hacia un desarrollo sano y positivo. Se estableció que las personas resilientes eran capaces de enfrentar estresores y adversidades. La resiliencia reduce la intensidad del stress y produce el decrecimiento de los signos emocionales negativos, como la ansiedad, la depresión y la ira, al tiempo que aumenta la curiosidad y promueve la salud mental y emocional. La resiliencia tiene dos componentes:
Resistencia frente a la destrucción, es decir, la capacidad de proteger la propia integridad frente a las presiones deformantes.
La capacidad para construir conductas, habilidades y competencias vitales positivas, pese a las dificultades y las circunstancias adversas, y acceder a una vida significativa y productiva.
Podríamos definir a la resiliencia como “la capacidad humana para enfrentar, sobreponerse y ser fortalecido o transformado positivamente por las experiencias de adversidad. Es la capacidad de proteger la propia integridad bajo presión, el poder ser y actuar positivamente en situaciones difíciles. El desarrollo de personas sanas en circunstancias ambientales insanas”.
El niño resiliente: es un niño que trabaja bien, tiene buenas expectativas, facilidad de relacionarse con los demás, desarrolla factores sociales adecuados, tiene buena capacidad de resolución de problemas, autonomía, autoestima, capacidad para hacer cosas, sentido de su vida y del futuro. Cuenta con un entorno, un sistema social, involucrado en su desarrollo, que le facilita fortalecer dichas competencias y le brinda un soporte mínimo y suficiente que le permite enfrentar situaciones de riesgo y salir fortalecido. Tiene una mejor valoración de la realidad. Son niños curiosos, se plantean interrogantes frecuentemente. Pueden ser disidentes a pesar de las presiones del grupo.
Desarrollo histórico del concepto de resiliencia:
PRIMERA GENERACIÓN: década del 70. Su interés consistía en los factores protectores que están en la base de esa adaptación positiva en niños que viven en condiciones de adversidad. A lo largo del desarrollo histórico se desplazó la atención desde las cualidades personales que permitían superar la adversidad (como la autoestima y la autonomía), hacia un mayor interés por los factores externos del individuo (nivel socioeconómico, estructura familiar, presencia afectuosa de un adulto cercano). Werner señaló un hecho en la vida de estos sujetos que se daba sin excepción: todos habían gozado en su desarrollo del apoyo irrestricto de algún adulto significativo, familiar o no, sobre el que no parecía ejercer influencia determinante ningún detalle relativo a las características físicas o intelectuales del niño. El afecto recibido estaba en la base de tales desarrollos exitosos.
SEGUNDA GENERACIÓN: expandió el tema en dos aspectos: a) la noción de proceso que implica la relación dinámica entre factores de riesgo y de protección, que permite que el individuo supere la adversidad; b) la búsqueda de modelos para promover la resiliencia en forma efectiva a nivel de programas sociales, estrategias programáticas que van dirigidas a promover resiliencia y calidad de vida. es necesario diseñar intervenciones que sean específicas a cada cultura. Grotberg dice que la resiliencia requiere de la interacción (dinámica interna) de factores resilientes provenientes de tres niveles:
Muchos investigadores de esta segunda generación optaron por el Modelo triádico de la resiliencia: a) Atributos disposicionales del sujeto, que pueden tener fuerte base genética, como niveles de actividad, sociabilidad e inteligencia; b) Vínculos afectivos en la familia que han proporcionado apoyo en momentos de estrés, tensión o crisis; c) Sistemas de apoyo externo (ya sea en la escuela, el trabajo, etc) que gratifican las competencias del sujeto y le proporcionan un sentido de vida y un lugar de control interno.
Desarrollo de los pilares de la resiliencia:
Creatividad: el origen de la creatividad en el niño es el juego, es una forma de tratar la realidad, de insertar las cosas del mundo en un orden que le agrada. Al jugar, el niño desplaza al exterior sus miedos, angustias y problemas internos, dominándolos mediante la acción.
Empatía.
Sentido del humor: actitud del yo frente a una realidad penosa, capacidad de transformar el sufrimiento en placer.
Aceptación de la finitud de la existencia y la sabiduría.
Moralidad: el ejemplo de los otros es determinante.
Introspección: es tributaria del desarrollo equilibrado de la relación del yo con el superyó – ideal del yo. El desarrollo de la introspección está ligado a una sólida autoestima, que a su vez es el fruto de las buenas relaciones con los “otros significativos”.
Capacidad de relacionarse.
Tener iniciativas propias.
Independencia: se basa en un adecuado desarrollo del principio de realidad, que permite juzgar una situación externa prescindiendo de los deseos íntimos del sujeto, que lo pueden llevar a distorsionar la verdadera situación.
Pilares de la resiliencia individual: atributos que aparecen con frecuencia en niños y adolescentes considerados resilientes.
Introspección: Arte de preguntarse a si mismo y darse una respuesta honesta.
Independencia: Saber fijar límites entre uno mismo y el medio con problemas.
Capacidad de relacionarse: Habilidad para establecer lazos e intimidad con otras personas.
Iniciativa: Gusto de exigirse y ponerse a prueba en tareas progresivamente mas exigentes.
Humor: Encontrar lo cómico en la propia tragedia.
Creatividad: Capacidad de encontrar orden, belleza y finalidad a partir del caos y el desorden.
Moralidad: Consecuencia del principio de extender el deseo personal de bienestar a toda la humanidad y capacidad de comprometerse con esos valores.
Autonomía consistente: Base de los demás pilares, y fruto del cuidado afectivo del niño por parte de un adulto significativo.
Pilares de la resiliencia comunitaria:
Autoestima colectiva.
Identidad cultural.
Humor social.
Honestidad estatal.
Capacidad de generar liderazgos auténticos y participativos.
Ejercicio de una democracia efectiva en la toma de decisiones cotidianas.
La inclusividad en una sociedad sin discriminaciones.
Antipilares de la resiliencia comunitaria:
Corrupción.
Autoritarismo.
Fatalismo
Malinchismo.
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