El joven C. llama a la Asociación Argentina de Lucha contra el Cibercrimen, pues alguien le envía mensajes anónimos a su madre desde SMS Spoofing desde hace dos años. El agresor puede, mediante la aplicación, ir cambiando de número telefónico, con lo cual la mujer solo logra bloquearlo por un tiempo. Los mensajes consisten en insultos y en hechos que constata que el acosador merodea la casa.
Pese a que el joven hizo la denuncia, pero la misma ha quedado en la nada. El psicólogo pide toda la información posible como para intentar perfilar al agresor. Obtiene las siguientes capturas.
El joven C. teme que alguien peligroso esté observando la propiedad, pues la mención a la rubia tiene que ver con una amiga de la mare que efectivamente había visitado la casa el día anterior.
Lo que el picólogo puntúa de todo el material que recibe es que:
1) El atacante, que solo puede escribir, no tiene manera de recibir una respuesta. Suponiendo que hablar es demandar, ¿Qué espera el agresor, entonces? La hipótesis es "hacerse notar".
2) El acento del agresor está puesto en aspectos sexuales de la madre.
3) La frase "se te cayó ese orto" (de antes) implica que el atacante pudo haber conocido a la víctima de algún momento anterior.
4) La inclusión del hijo como puto, mugriento, etc. implica que este es un rival del agresor.
Con esta pequeña perfilación, C. sospecha de una ex pareja de la madre, con quien había tenido una disputa por el terreno en cuestión, pero no habían vuelto a hablar. Este hombre, reflexiona C., aún tiene contacto con los vecinos y de esta manera podría haber accedido a la información de los movimientos de la casa. Bastará una carta documento de la Asociación al domicilio del hombre para que los ataques cesen. Esa carta documento no tiene otra intención más que la de marcar "Acá estamos, te descubrimos".
Una pequeña historia para ilustrar el rol simplificador del psicólogos en los casos de angustia. El psicólogo no es un detective, solo restaura la capacidad de reflexión cuando quien consulta no puede hacerlo. La angustia, en ese sentido, está en las antípodas del pensamiento. La operatoria del profesional es reducir ese Otro absoluto (que ve sin ser visto, que asecha) a un otro tangible, un hombre incapaz de dar la cara ante su ex pareja y su hijo.
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