La defensa es un mecarnismo por el cual el psiquismo pretende eliminar de la conciencia una representación y su afecto. En su defecto, el afecto se proyecta en el exterior, se desplaza a otra representación o se transforma en lo contrario.
Bajo estas condiciones, el afecto se admite en la conciencia, pero a cambio de negarlo: se desmiente su percepción en parte no, produciendo una escisión del yo, se evita su encuentro, etc.
Al eliminar de la conciencia la representación se pierde contacto con el mundo exterior que está ligado a esa representación y con el mundo interior a quién representa. Es decir que los mecanismos de defensa disminuyen la percepción de la realidad y por lo tanto dejan al yo más expuesto a traumas. Todas las defensas son patológicas porque alejan de la realidad donde se encontrará el objeto de la satisfacción y son las productoras de los síntomas psicoanalíticos.
Bajo estas condiciones, el afecto se admite en la conciencia, pero a cambio de negarlo: se desmiente su percepción en parte no, produciendo una escisión del yo, se evita su encuentro, etc.
Al eliminar de la conciencia la representación se pierde contacto con el mundo exterior que está ligado a esa representación y con el mundo interior a quién representa. Es decir que los mecanismos de defensa disminuyen la percepción de la realidad y por lo tanto dejan al yo más expuesto a traumas. Todas las defensas son patológicas porque alejan de la realidad donde se encontrará el objeto de la satisfacción y son las productoras de los síntomas psicoanalíticos.
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