Alfred Adler (1935) sobre la (im)posible unidad del Yo y sobre la memoria y su digestión en el texto "El sentido de la vida", capítulo 14 "Primeros recuerdos infantiles":
Por poco que se sepa de la unidad del Yo, es imposible hacer abstracción de ella. Para comprenderla puede desintegrarse la vida psíquica unitaria desde puntos de vista diversos más o menos fútiles; se puede recurrir a tres o cuatro concepciones distintas e incluso antagónicas; puede intentarse una interpretación del yo unitario mediante la conciencia o lo inconsciente, mediante la sexualidad o el mundo circundante, pero finalmente no podremos por menos de volver a montarlo, como al jinete en su caballo, en su unitaria validez.
[...] Si quisiéramos expresarnos de una manera, por así decirlo, canibalesca, podríamos decir que la función de la memoria consiste en devorar y digerir las impresiones. [...] el proceso de digestión forma parte del estilo de vida. Lo que no le agrada queda rechazado, olvidado o conservado como advertencia ejemplar. El estilo de vida decide. Si está dispuesto a acoger advertencias, utilizará a este fin impresiones indigeribles. Esto nos hace pensar en aquel rasgo del carácter que se llama prudencia. Hay cosas que quedan digeridas a medias, en su cuarta o en su milésima parte. En el proceso de esta digestión también pueden ser exclusivamente digeridos aquellos sentimientos y actitudes que van adheridos a las impresiones, mezclados a veces con recuerdos de palabras o de conceptos o con partículas de ambos. Si olvido el nombre de una persona a quien, sin embargo, conozco bastante y que no ha de recordarme algo desagradable ni serme necesariamente antipática, sino que de un modo transitorio o perdurable se encuentra simplemente fuera del sector de mi interés, estrictamente señalado por mi estilo de vida, puedo, no obstante, rememorar todo lo que me parece importante respecto a esa persona. Puedo imaginármela como si estuviera presente; puedo evocarla y decir algo de ella. Precisamente porque no recuerdo su nombre, ocupa en su plenitud el campo de visión de mi conciencia. Esto quiere decir que mi memoria puede hacer desaparecer parte de la impresión total o la totalidad misma de la impresión tenida
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