Lacan articula la dialéctica de la demanda y el deseo remarcando que en el sujeto histérico se presenta de una forma muy clara.
Explica un fenómeno muy frecuente y que, de no entenderse su lógica, puede confundir: el sujeto histérico desea algo, pero si su partenaire se apura en satisfacer este anhelo, entonces su goce en la relación disminuye. Hecho paradójico, si pensamos que la satisfacción de un deseo es, siempre, de lo que se goza.
Al contrario, Lacan plantea que ese anhelo cumple mejor su función si se mantiene insatisfecho, si su partenaire no lo sutura. Es que este deseo insatisfecho mantiene una separación, una distinción, entre los sujetos; alimenta el fuego, deja qué desear...
El sueño de la Bella Carnicera, trabajado en detalle tanto en La Dirección de la Cura como en el Seminario 5, es un ejemplo que ilustra muy claramente lo que Lacan llama la dialéctica de la demanda y el deseo.
Lacan plantea que debido la situación de dependencia inicial, las necesidades, los primeros deseos del sujeto sufren una transformación, pasan a ser símbolos de amor.
¿Cómo sucede? El hecho de que el niño se de cuenta, intuitivamente, de que es el Otro el que decide si satisfacer o no sus necesidades, aporta dos ordenes distintos de satisfacción:
-la satisfacción de la necesidad (ejemplo el alimento)
-la satisfacción de que el Otro decidió satisfacerme (don de amor)
Para esto, es indispensable la idea de que el Otro es omnipotente -es decir, la idea de que si no me satisface es porque no quiere, no porque no puede. La caída de esta idea de omnipotencia, la castración del Otro, ya comienza a desarmar esta dinámica.
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