La angustia es un afecto que se produce en el yo y que apunta al sujeto. Funciona como un tiempo de bisagra que permite el pasaje del orden del goce a la lógica del deseo, como aprendemos en el seminario 10. Más allá de la angustia clásica, la angustia que Freud llamó angustia señal, que puede ser desbordante y hasta tomar la forma de ataque de pánico, hay otras formas de presentación que insisten en la consulta: la angustia larvada, que es sutil y no tiene la fuerza de la angustia señal.
Podemos decir que mientras la angustia señal despierta al sujeto, las angustias larvadas son más incidiosas. Para referirse a estas angustias, Freud utilizó la metáfora de que esa angustia es a la libido como el vinagre al vino. Es una angustia impura. Estas presentaciones se hacen presentes: desasociego, melancolizaciones, "deshumanizaciones", cansancio.
El pequeño otro tiene una cara hostil y una cara necesaria estructural y estructurante para la formación del yo. La cara hostil fue la que hizo que Freud discutiera con el mandamiento bíblico de "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". También Freud habló de las tres fuentes del malestar humano: las inclemencias de la naturaleza, la fragilidad de nuestro cuerpo y el Otro. A su vez, el Otro nos precede y nos otorga un referente de identifificación, una imagen unificada en lo que es un cuerpo fragmentando, para formar una gestalt que llamamos yo.
El historidor doctorado en Oxford Yuval Noah Harari es israelí se preguntó por qué el homo sapiens triunfó frente a los otros homínidos que habitaban junto a él, como el homo neanderthalis y el homo florencis. Harari propuso que fue por una revolución cognitiva: el homo sapiens tenía una ventaja sobre los demás homínidos: el lenguaje. El homo sapiens podía transcender e lenguaje de señas y signos, que le servía para el chismorreo, además que para crear sociedades. Harari propone que el chisme, por ejemplo sobre quién era valiente, quién era trampoco, quién se escondía... Esto les permitió formar grupos mayores a los 150 miembros, que era la organización máxima de los demás homínidos. Los sapiens podían formar grupos de miles de individuos mediante la creación de ficciones y mitos. Seres hablantes con una mitología común, ideales comunes, organizan grandes masas sin la necesidad de conocerse entre todos.
El chismorreo actual se monta hoy en día en lo que Lacan llama las letosas. Las letosas, que Lacan hace en referencia al río Letes del olvido de los griegos, son los pequeños aparatos que sirven para el olvido de nuestra condición perecedera. Hay un precio a pagar: olvidarse de lo perecedero borra la falta, que es la que nos permite desear. Las letosas taponan la causa del deseo y causan un efecto melancólico.
El pequeño otro, en tiempos de pandemia, adelgaza: tiene dos dimensiones, producto de la pantalla. Se perdió una dimensión (la tercera). Ahora, sabemos por Introducción al narcisismo que el yo se enferma cuando no puede investir libidinalmente. Esto se ve en la clínica, con la pérdida de los rituales que regulan ese lazo con el otro.
En la actualidad, el otro se ha transformado en un cyborg, un híbrido que trasciende a la división clásica de la cultura con la naturaleza. El humano cada vez se integra más a la máquina. Esto puede agudizar la angustia, el dolor o los fenómenos de angustia. La soledad o el "adelgazamiento" del pequeño otro hace que la libido no tenga drenaje. En la pandemia se perdieron las reuniones, las fiestas, los eventos culturales, los trabajos presenciales. Cuando las consultas no son por el desborde de angustia, aparecen estas cuestiones de "fenómenos de angustia", si nos basamos en el temprano artículo de Freud de 1895 Las neuropsicosis de defensa, donde habla de una angustia que luego quedará olvidada: la angustia actual, propia de las neurosis actuales. En ese texto, la psicopatología se divide entre las psiconeurosis de defensa y las neurosis actuales, donde se encuentra la neurosis de angustia. Para este tiempo, la angustia es una transformación de la libido, vinculada por la moral sexual victoriana y los métodos anticonceptivos de la época: coito interruptus o la masturbación. La retención de la libido se transforma en angustia, sin mediación psíquica. Esto es muy importante, porque en estos cuadros no están los recursos que sí aparecen en las neurosis de defensa, como por ejemplo preguntarle desde cuándo está así, qué le pasó, etc. El sujeto en transferencia responde y rápidamente arma su historia.
En las neurosis actuales, donde está presente la angustia actual, uno le pregunta a quien padece qué asocia y el paciente no puede decir nada: no trae un chiste, ni un lapsus, ni un sueño. El sujeto "se deshace", podríamos decir. No contamos en estos casos con el recuerso que Freud, en La interpretación de los sueños, llama "la otra escena". Allí Freud dice que los sueños se producen en otra escena, que es la manera que en ese tiempo él llamaba a lo inconsciente. En la angustia actual no contamos con esa escena, o sea que no aparece el efecto sujeto de Lacan, sujeto dividido por la represión, en donde está divido entre lo que dice y lo que sabe, la diferencia entre la enunciación y el enunciado...
En la angustia actual tampoco está el recurso de la temporalidad inconsciente, que es la del nachtraglich, retroactiva según Lacan. Para darle un sentido a una vivencia, el sentido deviene en un segundo tiempo, de adelante hacia atrás. El psiconeuótico reedita su historia de esa manera, superando las fijaciones a las escenas traumáticas al darles un nuevo sentido. En la angustia actual, las respuestas son al estilo "Me pasa desde siempre", "No sé, no se me ocurre nada". El paciente padece, pero no está allí el sujeto, que es algo que se produce, que es un efecto entre los significantes que el sujeto produce para el analista. El sujeto está representado por un significante para otro significante, cosa que no pasa en estas presentaciones. No es que el paciente no pueda decir nada porque censure o reprima, sino porque no tiene el recurso.
¿Qué podemos inventar los analistas ante esto? Vía su deseo, apostar a un sujeto, aunque no esté. Si el analista aporovecha todas las contingencias, puede de alguna manera reemplazar el papel de las asociaciones. En la neurosis, el sujeto asocia y con las intervenciones del analista , surgen nuevas asociaciones. En los acudros de angustia actual, las contingencias de la escena analítica reemplazan a las asociaciones. Una contingencia es aquello que sucede o podría no suceder. El analista debe leer estas contingencias apostando a la efectuación de un sujeto y de paso eso permite hacer un diagnóstico en transferencia. Si el sujeto se produce, estamos ante cierta estructura; si no se produce, es otra.
La angustia actual, decíamos, se produce por retención libidinal. Puede tener las siguientes manifiestaciones: expectativa angustiada, que hace que muchas veces haya insomnio, ataques de angustia que describe como los ataques de pánico del DSM, ataques de angustia rudimentarios o ataques de angustia larvada, que Freud ubica como segunda causa del insomnio, y también los trastornos digestivos, hambre insaciable, náuseas, vértigos, diarreas.
La angustia actual es un fenómeno, que no llega al estatuto de síntoma.
☑ El síntoma interroga al sujeto, que va al analista porque supone que sabe de eso. Transferencia mediante, el analista soporta esa suposición de saber para transferir ese saber al sujeto que habita en el consultante.
☑ En el fenómeno, noción que Lacan introduce tardíamente en referencia al fenómeno psicosomático, no hay hiancia entre los significantes (intervalo donde habita el sujeto). En el fenómeno hay holofrase, el S1 y el S2 están pegoteados y allí no hay efecto sujeto.
Si bien en la angustia actual no hay lesión de órgano como en el fenómeno psicosomático, lo cierto es que en ninguno de los dos se trata de un síntoma que interrogue, que genere asociaciones o que cuente con la otra escena.
Finalmente, hay que diferenciar lo actual de lo contemporáneo. Lo actual se refiere a esto de la angustia actual, donde no contamos con la otra escena, como Freud lo ubica en 1895. Lo contemporáneo es lo que pasa hoy en día. Se refiere a las patologías de nuestro tiempo, la subjetividad de lo contemporáneo.
Fragmento de un análisis: cara de culo.
Un paciente de 42 años consulta viniendo de otro análisis, donde había acumulado mucho saber sobre su neurosis infantil y coordenadas edípicas, pero determinadas situaciones no cedían: dificultades para dormir, contracturas cervicales y mal carácter. El paciente no asociaba con nada. Él pedía insistentemente una interconsulta con un psiquiatra para que lo mediquen y algunos tips. hablaba de los problemas que tenía con su hijo de 5 años. Decía que era un mal padre y que la mujer le pedía que pusiera límites y los tips que pedían era sobre cómo intervenir. Hablaba mucho del trabajo, de que a él nunca lo promovían y que a sus compañeros sí. La explicación que se daba a esto era que su jefe decía que siempre tenía cara de culo, cuestión que la mujer también se quejaba. La analista no le sancionaba que tuviera o no tuviera cara de culo, ni tampoco accedió a la derivación a psiquiatría.
Un día, él toca el timbre y la analista baja a abrirle. En una ocasión, en el ascensor el paciente le dice a la analista "Pisé mierda, ¿Querés que me saque los zapatos para entrar al consultorio?". La analista le dijo que entrara así, pues un paciente que decía que tenía cara de culo, ¿qué podría ser ese olor nauseabundo? Ahí está la contingencia que la analista no dejó pasar. El paciente cuenta que se quedó muy conmovido por una intervención de la analista de la semana anterior: le había dicho que él estaba enrocando al hijo por la mujer, en el sentido que era más fácil hablar de su hijo de 5 años que hablar de su mujer. El paciente rechazaba cualquier intervención relativa a su mujer, que permanecía intocada. La analista le dice "La verdad, te tirás mierda a vos mismo hablando de lo pésimo padre que sos y enmierdes a tu hijo de 5 años".
La mirada de los otros le enrostraban su cara de culo. Esto abrió a una serie de asociaciones de su trama edípica, que antes no había tenido lugar: el lugar que él había ocupado como hijo, muy exigido académicamente, con ideales muy altos, en donde "O cumplis esos ideales o sos una mierda". La maldición de no cumplir esos ideales funcioba aen esa portación de rostro "cara de culo". Fue la contingencia del olor, anudada a su imagen, la que permitió hacer dialogar ambos términos. Esto, que estaba enquistado en el carácter y en la forma de presentación, se bre a un tiempo donde puede empezar a hacerse preguntas y a dejar de pedir medicación.
Fragmento de otro análisis: Elizabeth
Es un caso de análisis virtual en tiempos de pandemia. La madre consulta porque la paciente (14) está enojada, tiene mala onda, no tiene ganas de hacer nada, parece que nada le importa, se queja de le cuesta conciliar el sueño y que sufrió bullying en la presencialidad de su escuela. La paciente dice que no quiere ir porque "no está loca", pero la madre insiste que vaya un par de sesiones.
La analista se da cuenta que la paciente además de Whatsapp, no tiene ninguna otra plataforma instalada en su teléfono. Se conectaa la escuela por una plataforma propia de la institución y las sesiones son por la cámara de Whatsapp. La primera intervención analítica es contarle a la paciente que hay distintas plataformas, algunas más estables que otras. Ella elige el Skype. El diálogo con ella era muy difícil, más allá de que no tuviera la plataforma -letosa- adecuada para hacerlo. Tampoco se enfocaba correctamente en la cámara, por lo que aparecía su frente y su pelo.
Elizabeth cuenta que tiene una única amiga, que de lo que se trata es hablar mal de todo el mundo. Cuenta que tiene problemas para dormir, que todo le da fiaca, que si bien tienen algunos intereses, no se levanta de la cama. Los padres de Elizabeth están separados y en una pelea legal y económica. El padre es bastante injuriante con ella y para él se trata de ser triunfador, no tener amigos. La madre tiene una especie de superioridad moral, donde dice que al padre hay que entenderlo porque tuvo muchos problemas.
La analista interviene diciéndole que acá estaban para hablar de ella y de lo que le pasa, lo cual no es una interpretación, pero que apuesta a un sujeto aún antes de que esté funcionando, porque no hay temporalidad, ni otra escena, ni formaciones del inconsciente. Ella se centra en la cámara, se corta el pelo y empieza a contar que le gusta pintar y dibujar. Ella muestra sus dibujos, que son antropomótficos, con los ojos muy grandes y sin boca. Del tema de la pintura empiezan a salir preguntas, como si ir a un taller. Se empieza a alejar de esta amiga, que era una sucursal del padre e integrarse a otros compañeros, al poder ver las cosas de otra manera. Ella continúa preguntándose por otros proyectos artísticos relacionados con la música.
Entonces, de la angustia automática se puede pasar a un tiempo de la angustia señal. Esta última es la que convoca al sujeto, que le abre las puertas al deseo.
Fuente: Notas del Taller Clínico Virtual, "¿Qué son los fenómenos de angustia? ¿Se deshace el sujeto?" a cargo de la prestigiosa Lic. Carolina Polak
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