Siguiendo con mi tarea desmitificadora hoy me voy a referir al mito de Lacan, su creación y supervivencia.
El antecedente más remoto que encontré es su mención en las memorias de Victoria Ocampo, memorias que, obviamente, fueron escritas muchos años después de acaecidos los supuestos hechos que narra. V. O. reforzó esto redactando cartas a sus hermanas y amigos dónde cuenta de este joven doctor devenido en amante conflictivo.
Victoria Ocampo primero y Driu La Rochele y Roger Caillois después llevaron a París los escritos del desconocido Borges. La lectura de “Pierre Menard…” inspiró a un grupo de inquietos estudiantes la invención de un profesor. Lo hicieron levemente ridículo y de decir abstruso. Se rieron a mares “tomando los apuntes” de sus clases. (Muchos años después Borges recordaría como se reían con Bioy Casares al escribir “Isidro Parodi”) Fue una creación colectiva, anárquica, de parto esporádico, que sufrió diversos vaivenes y que pegó un salto cuando lo corporizaron, contrataron un actor y lo instruyeron en el habla atrabiliaria del “profesor”, fue necesariamente una sobreactuación, pero este estilo perduró a través de los diferentes actores que lo personificaron.
La elección de “Lacan” como nombre no fue inocente, precisaban uno fácil de recordar, de escribir sencillo y sonido eufónico. Otro salto adelante se dio después de la lectura de “Tlön,…” aquí el entusiasmo de la creciente secta Borges-Lacaniana se desbordó y tuvimos una avalancha de “apuntes tomados en clase”, artículos, seminarios dados por actores diversos en distintas ciudades. Esta proliferación llevó necesariamente los escritos a la imprenta y aquí viene lo más interesante del fenómeno: aparecieron las interpretaciones y aplicaciones de las enseñanzas del Maestro.
Desde Freud, F. de Sassure , Levy-Straus y el seminario de Alexander Kojeve sobre la Fenomenología del Espíritu había en el aire una serie de conocimientos fácilmente relacionables pero que no habían sido sistematizados.
Los cultos lectores del Profesor Lacan encontraron en sus escritos una materia prima apta para canalizar, hacer tomar forma estos saberes que como raras capas geológicas, a veces entrecruzadas, a veces emergentes, constituían parte del sustrato del suelo intelectual de París. Al tomar una dirección definida las lecturas del Maestro los alumnos adaptaron los textos a esta visión. Aquí abrevaron en Orwell y su 1984: reescribieron todas las “clases” del maestro, hicieron repetir escenas a los actores y editaron las películas de los “seminarios”, cómplices como V. O. introdujeron a Lacan en sus memorias y anécdotas contadas en los círculos artísticos e intelectuales de todo el mundo.
Toda esta actividad lúdica tomo otros significados: en primer lugar había sido parido, había tomado forma un conocimiento válido y necesario, un saber legítimo cuyos adherentes crearon instituciones que los nuclearon y desde las cuales ejercen el proselitismo. Las editoriales explotan el fenómeno y tienen un firme interés material en la afirmación del mito. Lo mismo que su “heredero”. No es ajeno a esto el interés del estado francés que acrecienta su prestigio como patria intelectual y colecta divisas de los peregrinos psi a la metrópolis del saber.
Me vienen a la memoria las predicciones de Nostradamus, un escrito abstruso “que sirve tanto para un fregado como para un cocido”
Pero creo que el caso Lacan es una notable vuelta de tuerca a este fenómeno. De principio lúdico, de alegre estudiantina, pasamos a este sólido fenómeno intelectual con ramificados intereses económicos e institucionales.
No hay que negar el mérito primero de esos textos, su fertilidad, capaces de producir significaciones que resultaron relevantes en su campo. Pero sin duda el trabajo productivo estuvo en esos cultos lectores, en esos necesitados lectores que crearon al autor de sus lecturas y de los cuales estos pícaros estudiantes primeros resultaron meros amanuenses
Fuente: Natalio Lejtman Natalio (2019) "Borges inventó a Lacan"
No hay comentarios.:
Publicar un comentario