lunes, 6 de septiembre de 2021

Masturbación compulsiva: consecuencias clínicas

Por Lucas Topssian

En el video de Youtube del genial analista Alejandro Campot sobre "Pornografía y masturbación: el hombre sin poder", Campot aborda el tema recordando que la lógica fálica, ordenadora de las pulsiones bajo el primado rector del falo, reduce la sexualidad masculina y a la femenina. Además, introduce el tema de la energía sexual a la luz de la época de consumo actual, en donde la represión está más que cuestionada. Llegamos a un punto de consumo donde hasta el sueño, que es el momento en que uno no consume, se compra en farmacias a la manera de psicofármacos. 

La masturbación compulsiva en los hombres es un tema complejo, en tanto que el goce sexual se encuentra sin restricción alguna, de manera que hay varones que diariamente eyaculan una o más veces. En el hombre, el goce sexual se encuentra localizado y atado al pene, cosa que no sucede en las mujeres.

Sobre le energía sexual, siguiendo al médico chino Mantak Chia y el filósofo Julius Evola (¡tomemos nota!), Campot propone una reflexión sobre el uso que a ésta puede dársele, pues se trata de la misma energía implicada en procesos creativos. Si un hombre eyacula diariamente, concluye, "el trabajo del día está hecho", lo que implica un desempoderamiento. La eyaculación le genera al hombre un gasto biológico energético. Dice Mantak Chia:

"Dado que los antiguos maestros taoístas eran también médicos, estaban interesados en la sexualidad como parte de la salud general del cuerpo. En este sentido, practicaron el kung fu sexual porque descubrieron que la eyaculación agota la energía masculina. Probablemente ya habrás notado la pérdida de energía y la sensación general de cansancio que siguen a la eyaculación, lo que hace que tu cuerpo sólo quiera dormir aunque desees seguir atendiendo a las necesidades sexuales y emocionales de tu pareja. Un hombre multiorgásmico lo expresaba así: «Una vez que eyaculo, la almohada me atrae más que mi novia». La imagen de la mujer insatisfecha cuyo amante eyacula, gruñe y se derrumba encima de ella es tan común que en nuestra cultura se ha convertido en un chiste, pero el cansancio que sienten los hombres después de la eyaculación es tan antiguo como el primer coito. (...) Durante la eyaculación disfruta brevemente de las sensaciones pero después se queda exhausto durante muchas horas"

Esto es interesante para aquellas presentaciones clínicas en donde se aprecia un permanente cansancio, la falta de ganas para hacer cosas, problemas de concentración, empobrecimiento libidinal... Y que aún así no se trata de personas en proceso de duelo ni de cuadros depresivos, rescatando así el concepto de neurastenia, que es la que tiene menos prensa entre las neurosis actuales en relación a la neurosis de angustia ó la hipocondría.

El letargo que produce la eyaculación es bien conocido por los deportistas y los artistas, que se abstienen ante un partido importante o un recital. Según Chia, la respuesta a esto sería separar al orgasmo de la eyaculación. 

La dificultad con la sublimación de esta energía sexual, como uno de los destinos posibles a la pulsión mencionados por Campot, es que ese drenaje le sirve al neurótico para diversos propósitos y no resulta tan difícil retirarlo sin un trabajo previo. Recurramos a la sabiduría del meme, para ilustrar un caso:

La caja de pañuelos y la notebook, que muestra el portal de videos pronográficos Xvideos- indican que el hombre (representado por el pato Donald) se ha ido a dormir en lugar de encontrarse sexualmente con la chica. Se trata de una solución sin síntoma ni angustia. Más precisamente, hay una salida de la angustia pero no a la manera del síntoma, sino por el lado de la acción. ¿Angustia ante qué? Si el meme se tratara de uno de esto casos, el paciente no podría decirlo, porque las complsiones aparecen antes del desarrollo de angustia y de cualquier pregunta.

Por supuesto, no se trata de demonizar a la masturbación, sino preguntarse sobre lo que lo desmesurado. El caso del meme hay también otra lectura posible, más sana: la masturbación es una excelente manera de dilucidar cuándo se trata de amor y cuándo de simple deseo sexual, cosa que muchos hombres confunden si están afectado por la cupiditas. Lo que corresponde identificar es cuándo se presenta de manera compulsiva, es decir, ante una forma de angustia rudimentria (como en las neurosis actuales), donde la eyaculación funciona como evitación al desarrollo de esa angustia. Dice Freud:

Los neurasténicos que han contraído su enfermedad a consecuencia de la masturbación caen en la neurosis de angustia en cuanto abandonan tal forma de satisfacción sexual, pues estos sujetos llegan a ser especialmente incapaces de soportar la abstinencia.

La masturbación compulsiva, de esta manera, tiene mucho de lo que se dice una "adicción sin sustancia", como en el caso de las ludopatías o la adicción al trabajo. La aceptación social actual de la masturbación hace que esta conducta, aún en su vertiente compulsiva, quede fuera de cuestión. Si aceptamos que la masturbación compulsiva -como cualquier otra compulsión- está más relacionada al ello pulsional, es difícil ésta que genere el deseo de saber. Incluso, se nota un malestar si el analista intenta a abrir a algo de esto. 

En vista de lo expuesto por Alejandro Campot, debemos tener en cuenta que puede existir este fenómeno, del que probablemente el paciente no hable espontáneamente en su análisis, aunque sí se queje de las consecuencias que ya vimos. Transferencia mediante, el analista puede traer el tema mediante preguntas, exponiendo las dificultades en los términos generales que vimos. De esta forma, se puede apostar sintomatizar algo que de otra manera queda como actual y sin pregunta y dar lugar así al análisis. La mencionada sublimación, sabemos, implica una reordenamiento de la satisfacción pulsional que requiere un trabajo psíquico que como analistas debemos propiciar.

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