viernes, 26 de noviembre de 2021

Depresión: ¿Cobardía moral? (Chusmerío e indicaciones clínicas)

En esta entrada vamos a hacer leña del árbol caído sobre una nota que publicó Luciano Lutereau "La depresión, cobardía moral" y el salto hacia su yugular (a.k.a "debate") que le hicieron algunos analistas cuando mencionó la famosa cobardía moral en las depresiones. De esta manera, no solo intentaremos sacar herramientas para clínicas, sino profundizar de qué se trata este concepto de cobardía moral.

Por empezar, él hace una distinción entre la tristeza y la depresión:

La tristeza, por ejemplo, la capacidad de estar triste, es un afecto depresivo, pero que en el transcurso de un duelo es absolutamente productivo. Poder estar triste durante un tiempo y que la tristeza quede parcialmente ubicada como un afecto de transición es hasta un afecto didáctico, en el sentido de que enseña algo. 

Este carácter didáctico del dolor y de la tristeza, según vimos, es bastante discutible y está sumamente extendido: hay una especie de manía por hacerle crecer flores a la bosta. No obstante, este no es el tema, por lo que seguimos la lectura del texto, donde aborda el tema del duelo como trabajo psíquico, que es más aceptada por todos.

Ahora sí, el tema de la depresión:
El deprimido es aquel que queda detenido, fijo, en su lugar, y eso se ve sobre todo en relación con las ganas: la manera en que el deprimido objeta el trabajo anímico, el trabajo psíquico, es perdiendo las ganas.
(...)
En ese sentido, el deprimido es alguien vengativo porque le cobra a los demás su falta de ganas: no solo no tiene ganas, sino que, al mismo tiempo, el deprimido testimonia su falta de ganas: “Estoy acá, tirado, y no tengo ganas”. Lo que está dicho entre líneas es: “Y vos no podés nada para que yo tenga ganas”. También hay que ubicar una distinción muy importante entre lo que se llama depresiones reactivas y depresiones endógenas.

Las depresiones reactivas son situacionales, en respuesta a una situación. Las endógenas, son las que no se deben a un factor externo, como en el caso de la melancolía. El tipo de depresiones de las que habla en el artículo, son las depresiones reactivas. Y ahí dice:
Lo importante es ubicar que las depresiones reactivas son aquellas que tienen un conflicto, que nacen de una situación, como puede ser una separación.

Luego da una indicación clínica importante, que atañe al que-hacer del analista:
El terapeuta, en ese momento, podría entrar en una vía de: “¿Cómo hago para que una persona que no tiene ganas tenga ganas?”. De hecho, ahí aparecen los tratamientos farmacológicos y los antidepresivos o estabilizadores del ánimo. En algunos casos funcionan, pero, desde el punto de vista psicoterapéutico, lo peor que podría hacer un psicoterapeuta es tratar de incentivar a un deprimido: es como tirar nafta en un fuego. Porque el deprimido más se va a afincar en su posición de deprimido si el terapeuta trata de convencerlo de vivir o de que la vida tiene un montón de cosas lindas para aprovechar. Así, más se va a empecinar en su estado deprimido y más va a rechazar el tratamiento o va a tener una reacción negativa a este. Por eso, el punto no es cómo hacer para que quien no tiene ganas tenga ganas, sino ubicar el modo puntual en que, para ese paciente, la falta de ganas, el sacrificar las ganas, cumple un papel protector, y muchas veces la envoltura de esa protección que es el enojo.

O sea, el psicoanalista no es un motivador, sino que trata de descubrir qué hay detrás de la fanta de ganas, donde lo que va a encontrar es algo del orden de la frustración y el enojo. Confiesto que esto del enojo nunca lo había leído en ninguna otra parte, así que no puedo afirmarlo ni negarlo, aunque resalto que Esteban Levin lo cuestionó. Lutereau dijo:
El reverso de la falta de ganas es la forma de objetar el lazo a través del enojo. Por eso mencioné anteriormente que las personas deprimidas son personas muy enojadas y que, más que tratarlas por la falta de ganas, hay que ubicar cómo responden a una situación perdiendo las ganas, las ganas de comer, las ganas de lo que sea.

De esta manera, Luterau nos explica la lógica de las depresiones (¿Qué no es la misma que las inhibiciones?)
El vaciarse de voluntad como manera de mostrar o de impotetizar el deseo y mostrar, de forma más descubierta, el malestar. (...) la depresión es una forma de responder al deseo. Sin embargo, en la depresión o en el deprimido, hay deseo, pero se le pone una plomada; se abomba el deseo. No es que faltan las ganas, sino que perder las ganas es una forma de defenderse de algo. Perder las ganas es una forma enojada de defenderse de algo.

Y acá va el párrafo de la polémica de la cobardía moral en el deprimido:
Lacan mencionaba a la depresión como una cobardía moral. Porque uno se planta y dice: “No voy a encontrarme con ese conflicto, voy a enojarme y punto, ya está”. Eso es muy propio del discurso deprimido, instalarse en esa posición de “no se puede hacer nada”. ¿Por qué cobardía moral? Porque la moral tiene que ver con las costumbres, con los actos; esta es una cobardía respecto de los actos, es alguien que dice: “Yo ya no voy a actuar, punto”, “me desentiendo del conflicto”. ¿Por qué? Porque me deprimo. Hoy en día es mucho más difícil atravesar un conflicto, hacer el duelo que hay que hacer, perder lo que haya que perder, aceptar que muchas veces nosotros no elegimos las relaciones en las que estamos o las condiciones que las relaciones nos imponen. La respuesta se vuelve más frágil, queda en un nivel de “si no es como yo quiero, entonces no lo quiero”.

Uno de los contestó al asunto fue Pablo Minini en su artículo "Depresión y salud mental, sin condenas morales" en La Izquierda Diario, quien expresó:
Algo así sucede con este artículo: no es depresión el tema, sino falta de empatía. Y no de los casos clínicos que divulga el autor, sino falta de empatía del autor mismo. Parece que elige un tema candente (depresión) y un título pegador (llamar cobarde a un padeciente).

Luego nos da la explicación del tema de la cobardía moral:
La frase viene de Lacan y él también la usaba desafortunadamente. Moralizar la depresión, decir que alguien está deprimido porque cede, porque no le da lugar a su deseo, es un reduccionismo psicologicista y moral.
Lacan lo sabía (no podía no saberlo, siendo el de familia católica) que llamar cobardía moral a la depresión remite a la parábola que cuenta Jesús: un padre le da monedas a dos de sus hijos y uno de ellos invierte y reproduce las monedas en tanto que el otro las guarda a la espera de que regrese su padre. Cuando el viejo regresa alaba al hijo que invirtió y multiplicó sus dones y deplora al otro, que sólo se limitó a no gastar. Esa es la primera referencia que encuentro a la desafortunada frase de Lacan.

La propuesta de Minini es sacar a la depresión de la psicología individual:
La cobardía la usa la clase dominante como concepto para deshonrar a quien no quiere pelear. Pelear por los intereses de la clase dominante, se entiende.
(...)
Porque otra cuestión que sobrevuela el artículo de divulgación es que no se menciona qué permite la movilidad y qué la impide. Si nos metemos en ese lado, no podemos dejar de ver que el capitalismo es el gran impedimento al ocio, al trabajo pleno, a la movilidad física y la creación mental y poética, a la actividad grupal y de provecho colectivo y singular, al pleno desarrollo como individuos y como comunidad. He visto gente deprimida que no estaba enojada o sin ganas: simplemente, o no tanto, estaba cansada de ritmos de trabajo extenuantes y de ver que el producto de su trabajo se lo llevaba otro. ¿No deprime ver que todo nuestro esfuerzo suma cero? ¿No nos hace preguntarnos si no haríamos mejor bajando los brazos de una buena vez?

¿Qué quiso decir Minini con tanta cháchara de izquierda (Izquierda Diario, hola), para los términos clínicos que aquí nos importan? Que hay depresiones relacionadas con el impedimento, en los vectores que indican el cuadro de la angustia: un grado de movimiento mínimo, pero con más "dificultad" que la inhibición. Aquí vimos que más que dificultad, habría que pensar ese eje en términos de un frenado del sujeto en lo externo, porque tanto dificultad como embarazo tienen este costado de lo externo que detiene.

Otro que escribió en respuesta al artículo de Luterau fue Santiago Levin, llamado "Depresión no es cobardía moral", en donde destacó que:
La afirmación es inaceptable desde el punto de vista sanitario, científico y filosófico, a la vez que hiere, innecesariamente, la sensibilidad de quienes intentan superar un episodio depresivo. Se afirma en la nota que un sujeto que se deprime elige de ese modo rechazar un conflicto para no hacerse responsable frente a él, y que esto constituye una forma de venganza con el objeto de impotentizar a los demás.

También hace referencia sobre la cobardía moral en las depresiones:
La frase sobre la cobardía pertenece a Jacques Lacan, y solo tiene sentido en un contexto muy específico fuera del cual opera simplemente como un agravio.
(...)
Lo último que le faltaba a quien padece un episodio de depresión: enterarse de que el deprimido es un cobarde lleno de odio y deseos de venganza.

Sobre las causas de la depresión y su abordaje, Levin apela a la multicausalidad y al paradigma de la complejidad:
Sus causas continúan siendo objeto de estudio y de controversia, pero algunas cosas sabemos. El enfoque más razonable parece ser el multifactorial. Hay factores internos al sujeto y factores externos, cuya combinatoria es variada y requiere de enfoques flexibles y especializados que permitan el abordaje desde la complejidad y sin reduccionismos. Cerebro, genes, infancia, biografía, personalidad, crisis externas e internas, psicología, violencias de todo tipo, historia, lenguaje, vínculos, inequidad social, son algunos de los factores involucrados. Somos 100% biológicos y 100% culturales, afirmaba el filósofo Edgar Morin para salir de la trampa de los porcentajes e invitarnos a pensar lo complejo.

Lo que Levin dice es muy cierto y pese a que no lo da como indicación clínica (más bien es algo que se dice en todos los círculos académicos), sí podemos sacarle "leña". Lo que se llama "depresión (del estado de ánimo)" es más bien un complejo campo, más que un cuadro clínico específico. Conocemos las depresiones por causas médicas como los casos del hipotiroidismo o por consumo de ciertos anticonceptivos, pero también encontramos duelos patológicos, inhibiciones. Incluso, recientemente en este blog rescatamos a la vieja neurastenia, que implica un desgano producto del malgasto energético en la masturbación compulsiva, que pocas veces suele llamarle la atención a los profesionales.

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