Amanda, 74 años, profesora de música nivel conservatorio. Había consultado por una relación de pareja que no funcionó (un duelo) y una pregunta relacionada a cómo reorientar su vocación tras su próxima jubilación. Un día viene a la consulta y lo primero que pide es espaciar las sesiones cada quince días. Asoma una resistencia del analista que no fue, interceptada a tiempo en las redes de mi pensamiento, que describo a continuación: esta mujer aún no resolvió los temas por los cual consultó. ¿Por qué quiere espaciar su análisis ahora, con lo bien que iba? ¿De qué lado se encuentra la resistencia? ¿Hice algo mal, dije algo inoportuno? Decido mantener mis preguntas en suspenso, no sin incomodidad, apostando a escuchar.
Bueno, si usted lo quiere así - le respondo, invitándola a hablar.
En la misma sesión, Amanda comenta que una antigua pareja suya, Andrés, había vuelto a escribirle para verse, pidiéndole clases de piano y salir a cenar. Andrés le gustaba, y con él había tenido una buena pero breve relación de dos meses. Ella lo dejó al descubrir que el hombre tenía 20 años menos que ella y no 10, como inicialmente él le había mentido. La profesión de Andrés: psicólogo.
Al preguntarle por la diferencia de edad con Andrés, Amanda dice que eso la hacía sentir vieja, desubicada, pues considera que en una pareja el hombre debe ser mayor que la mujer. Al preguntarle por cómo llegó a aquella máxima, ella relata que una amiga le habló de esta relación a su psicólogo, quien sentenció que tal relación se debía al complejo de Edipo y que seguramente Andrés buscaba una madre en Amanda. La amiga le contó esto a Amanda y Amanda se lo planteó a Andrés, quien le dijo “Si vos fueras mi como madre, a mí no se me pararía”. Aún así, Amanda confió en la posición de su amiga y decidió alejarse.
Le explico que ella no debe entender al complejo de Edipo en términos tan tajantes como “querer acostarse con su madre”, sino más bien que en la pareja que uno elije, muy probablemente encuentre detalles parecidos a todas las personas que fueron significativas en su infancia, como los padres, la familia y los educadores.
La paciente se sorprende y responde que efectivamente, la familia de Andrés tenía un marcado gusto por la música, que él nunca logró cultivar y que quizá sea eso lo que a él le atrae de ella, pues en aquellos dos meses lo musical había estado muy presente. Y finaliza con este lapsus: “Esto me deja mucho más tranquila, Andrés… Ehh, Lucas. ¡Ay, me los confundo porque los dos son psicólogos!”
Andrés es un psicólogo, pero tu psicólogo soy yo - le digo. -Y el otro es el psicólogo de tu amiga, que no los conoce a Andrés ni a vos.
La paciente dice que mejor desistirá de la idea de la sesión cada quince días y se despide hasta la semana que viene.
Las resistencias son resistencias al progreso del proceso psicoanalítico. Freud las menciona más de 1000 veces en su obra, ya sea como resistencias o como obstáculos al avance del tratamiento.
Todo analista tiene que estar advertido: nuestro trabajo consiste en vencer resistencias. A veces nos desalentamos o vemos colegas contrariados y desalentados por las resistencias de los pacientes, pero tenemos que recordar que no hay transferencia sin resistencias y que la intensidad de las resistencias es directamente proporcional a la cercanía con el núcleo del conflicto de cada uno de nosotros. Al llegar allí, a ese núcleo, el análisis transcurre sobre la cornisa y si así no fuera no estaríamos conmoviendo nada importante.
Freud, con su gran honestidad intelectual, publicó numerosos fracasos terapéuticos y nos mostró a veces cómo chocó contra la muralla de las resistencias sin poder vencerlas.
En forma oficial en el período de la segunda tópica Freud menciona cinco tipos de resistencias: tres del yo, una del ello y una del superyó.
La resistencia del ello
Es la llamada Viscosidad de la libido: esta resistencia es la única que Freud adscribe al ello. Le da cierto carácter instintivo, o traumático, como evidenciando una fijación. Consiste en la permanencia de un lazo objetal o un tipo de lazo objetal el cual el paciente no puede o no logra modificar.
La resistencia del superyó
La última, la más importante, la que indica la severidad del cuadro, la que marca el pronóstico, la que empeora cuando se espera una mejoría (la reacción terapéutica negativa) es la resistencia del superyó: el sentimiento de culpa inconsciente, la necesidad de estar enfermo, de castigo.
En la segunda tópica, de todas las resistencias con que se choca en un tratamiento analítico tanto en el paciente como en el analista la del superyó es la que tiene más peso en determinar su pronóstico.
Las del YO: La resistencia de la represión, la resistencia de la transferencia, y la resistencia del beneficio secundario de la enfermedad.
La resistencia de la transferencia es la resistencia del acting out, para Freud. El paciente vive como algo actual lo que es un recuerdo. debemos recordar que en la obra de Lacan, el acting out es una de las posibles respuestas ante la angustia.
En el caso expuesto, lo que encontramos es que paciente vive como algo actual lo que es un recuerdo. Eso que se olvida el paciente está ocurriendo delante de nuestros ojos, lo cual no implica que siempre podamos verlo.
El lapsus nos pone en la pista del conflicto: El psicólogo Andrés por la vía de la tentación; el psicólogo de la amiga por la vía de algo leído que Amanda lee como mandato. La solución: “espaciarse” de su psicólogo. ¿Pero de qué psicólogo?
Finalmente, unas palabras sobre la resistencia del analista. Sándor Ferenczi, uno de los discípulos más cercanos a Freud, se adelantó a la famosa sentencia de Jacques Lacan que dice: “La resistencia es del analista". En "Análisis de niños con los adultos" Sándor Ferenczi se hace la siguiente pregunta retórica:
"¿Es la resistencia del paciente quien provoca el fracaso o se trata de más bien de que nuestra comodidad se resiste a adaptarse a las particularidades de la persona?"
En las resistencias del paciente, buscaremos la expresión de un conflicto intrapsíquico del analizante, y como tal, presentar en su núcleo angustia, la cual nos indica el punto exacto donde se produce la ruptura narcisista; proporcionándonos un buen punto de referencia para hacer nuestra hipótesis de lectura. En cuanto a la resistencia del analista, haremos lo mismo sobre nosotros mismos, vía la supervisión y el análisis personal.
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