Abram Kardiner nos pone en la pista de unas desconocidas reuniones, donde distintos analizantes de Freud discutían sus análisis. Una reunión en particular, sucedida en un café de la Wahringerstrasse, es detallada. El objetivo era descifrar una lacónica interpretación de Freud. Para nosotros, ilustra sobre las dificultades encontradas en concluir una cura y su solución.
La anécdota tiene por protagonista a un postulante a analista, de origen norteamericano, quien parece tener un gusto por socializar sus pequeños asuntos.
Este hombre finalizando su cura con Freud y haciéndola conocer a sus colegas, relata los inicios de una relación amorosa con una joven vienesa. También se ocupa de presumir sobre sus proezas sexuales ante el grupo que lo escucha.
La noticia del romance, ampliamente promulgada, viaja hasta los oídos de su esposa, quien se hace presente en Viena y confronta al infiel. El fogoso americano, dividido entre amores, sumará un nuevo problema, o quizá una solución: en la intimidad con su esposa verifica una repentina y selectiva impotencia.
Este debutante en la no relación sexual, ahora alardea ante sus colegas usando lamentos: “¿Impotente después de un análisis?”. La circunstancia es utilizada para solicitar un nuevo encuentro con Freud. Con tal fin debe escribir una carta; Freud no usa el teléfono.
Mientras espera la respuesta, el hombre fantasea con su antiguo analista, quien al leer sobre su tragedia, se restregará las manos y lo tomará nuevamente en análisis.
Freud responde con una hora de cita.
Llegado el encuentro anhelado, Freud escucha la queja del hombre. No agrega cosa que interrumpa o relance lo que se le dirige. Hacia el final, mientras ofrece su mano como despedida, rompe el silencio.
Enuncia: “Veo que en verdad usted es un tipo decente”.
No hay ofrecimiento de nuevas citas.
El hombre sorprendido relata la entrevista a sus colegas, quienes comienzan a discutir sobre el significado de aquella interpretación. La discusión se prolonga por horas, hasta que acuerdan en una conclusión algo justiciera. Sospechan que Freud había sugerido:
“Hasta ahora —es decir, antes de su análisis— usted era un tarambana, pero después de su análisis por lo menos tiene la decencia de ser impotente con la mujer que ha traicionado. De ahí que esta impotencia sea testigo de que usted ha tenido un cambio en su carácter. . . para mejorar.”
Al costado de los debates, la intervención resulta eficaz. El americano recupera la potencia con su esposa.
Aunque antes debió terminar la relación con su amor vienés.
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