No es ninguna novedad que la repetición de frases hechas entre los psicoanalistas ha creado un sin número de publicaciones sin, o con poco valor. Como ejemplo, "Los no incautos yerran", "El inconsciente está estructurado como un lenguaje", entre otras. Incluso, podríamos usar este meme para titular nuestra nuevo libro:
Este tema de las frases hechas ocurre dentro de los análisis y también dentro del psicoanálisis en extensión. Por un lado, esto trae el tema del saber del psicoanalista. Quien se pregunte por las bases mismas del psicoanálisis, le hará una enorme contribución a los análisis que lleva a cabo.
Lo cierto es que es necesaria la formación universitaria... para luego poder liberarse de ella. Quizá sea necesario saber allí esas frases, que muchos repiten hasta el cansancio, que uno luego podrá revisar. En la Universidad se fundan las bases de un aprendizaje, que en el caso del psicoanalista, nunca termina. El error está en creer que el saber de las universidades es fijo y sin falta.
El psicoanálisis tiene algo maravilloso, y es que todos escuchamos de un modo distinto, que determina a los modos de intervención y a los estilos de cada analista. El punto del saber inconsciente, del amor por lo inconsciente, es solo posibilitado por el propio análisis.
Hace falta escribir para ver lo que falta. Por ejemplo, en la obra de Freud vemos que él se relée bastante, sobre todo en sus puntos de detención.
Debemos también distinguir el saber en lo imaginario, un saber de impostura, de apariencia. Cuando alguien sale de la universidad, se espera que esté habitado por este tipo de saber. Sobre todo, teniendo en cuenta que en estos ámbitos se dan acalorados debates. Lo grave es cuando luego de años de trabajo, donde se supone que el analista se topó con real y con el agujero, no se autoriza a escribir y a producir algo nuevo desde el propio punto de vista. Esto tiene que ver con la detención del propio análisis, justamente, por una avanzada de lo imaginario sobre lo simbólico que causa la inhibición... del propio analista, empantanado por el exceso de sentido. La Universidad colabora a este tipo de pensamiento completo en el que hay que saber, con lo que se aprueba la materia.
Cuando el analista toma distancia de la Universidad y trabaja, se encuentra con lo real del caso y allí empieza a preguntarse, lo cual es un desafío. El saber que al analista le sirve es el saber imaginario, pero mediatizado por lo simbólico, cosa que se motoriza en el propio análisis.
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