Los homicidios pueden clasificarse de acuerdo a la segunda tópica freudiana: ello, yo, superyó y la realidad, que para Freud podía considerarse una cuarta instancia.
En cuanto a los crímenes del ello, allí encontraremos los homicidios pasionales, muchas veces motivados por los celos y la envidia. Un ejemplo clásico es el de las hermanas Papin, en lo que fue conocido como la matanza de Le Mans.
Los crímenes del yo, por su parte, tienen que ver con la autoconservación y el interés. Este chiste de Quino nos da un ejemplo de ello, aunque diariamente podemos encontrarlos en las noticias policiales.
Los crímenes del superyó son los que Freud aborda en los que delinquen por sentimiento de culpa. Recordemos que mientras la culpa es un afecto consciente, lo que es inconsciente es la necesidad de castigo.
Finalmente, encontramos los crímenes que tienen que ver con el mundo exterior. Aquí encontramos los crímenes altruistas, que pueden ser por amor a la patria ó a la religión.
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