Normalmente las críticas a los psicólogos suelen circunscribirse al ámbito clínico o forense, pues en estas áreas el tyrabajo de los profesionales es bien visibles: pacientes curados (o por lo menos aliviados) y pericias, respectivamente. Sin embargo, los psicólogos en el ámbito laboral gozan de cierta impunidad, pues de ellos no se espera otra cosa que una mera clasificación del recurso humano. Esta clasificación, la más de sus veces bajo la forma de procesos psicodiagnósticos, suele permanecer dentro de las organizaciones, pues en pocas ocasiones los candidatos tienen acceso a una devolución por parte de los profesionales.
Con la especialización laboral más específica en la división del trabajo, nacieron los Test Motivacionales en Educación, del mismo modo, a su vez, surgieron los Test de Selección de Personal. Luego se naturalizó que objetivamente dichos factores psicológicos medibles fueran reales para las personas.
Se dio, de esta manera, rienda suelta a un puñado de perfiles de personalidad como entes propios: vendedor, búsqueda de novedad, tolerancia a la frustración, adverso al riesgo, liderazgo, etc. Estos criterios de personalidad nacen con la industria y la militarización y no existían antes. Si "existen", es por su contexto social.
Dichos perfiles psicológicos van emanando de las observaciones laborales. Luego se extrapolan aquellos perfiles como parte de tu personalidad íntegra fuera del campo laboral, provocando así, un feedback cada vez más anclado en "objetivar" la sociedad con dichos parámetros de persona.
Retomando lecturas de Psicología Laboral, los Test Laborales son una forma clara de apreciar cómo los Psicólogos tabulan a las personas en rendimientos y control emocionales. Y cómo desde allí surgen los modelo humano empresario de sí, emprendedor, proactivo, flexible, autónomo, etc.
No obstante, como si esto no fuera suficiente, surgieron dentro de las empresas modos de evaluación del personal que poco tenían que ver con las técnicas de evaluación psicológica. Tomás Balmaceda realizó una nota titulada "¿Y si las estrellas condicionaran tus chances de conseguir trabajo?" donde contó que en ciertos lugares se utilizaba la carta astral en las entrevistas laborales.
Ahí, el periodista cuenta que tras haber escuchado un podcast de Ocultonas, se enteró que una persona, en las etapas finales de una entrevista laboral en un organismo público en Argentina, se le fue requerida su hora de nacimiento para poder realizarle una carta astral, diciendo que lo consideraban como información muy valiosa. La persona gentilmente se negó y no consiguió el puesto de trabajo.
Balmaceda comentó este hecho en sus redes sociales y para su sorpresa, descubrió que no se trataba de una práctica aislada. Al menos veinte personas le comentaron, en público y en privado, prácticas similares que incluso tenían ribetes claramente discriminadores. Los testimonios recogidos en esa nota hablan de candidatos aceptados ó rechazados por su "energía negativa", por características de su signo zodiacal, etc. Es decir, las chances laborales pasan a estar condicionadas por prácticas sin evidencia, lo que constituye una clara ilegalidad.
De esta manera, Balmaceda alertó sobre los peligros de que los puestos de liderazgo o de gestión de talento estuvieran ocupados por personan que utilizan estos recursos como herramientas válidas para analizar el clima laboral ó a los candidatos. Agrega que los feminismos han demostrado que la proliferación de pseudociencias como la astrología afecta particularmente a grupos vulnerables como las mujeres.
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