La inhibición constituye una defensa muda por parte del yo. ¿Frente a qué se defiende el yo? De la angustia que le ocasionaría realizar cierta acción. La infancia es un tiempo en donde se experimentan duelos de manera muy frecuente y que, directamente o indirectamente, se relacionan con la separación de las figuras de cuidado y de corte (Otros primordiales).
La inhibición: una defensa peligrosa
La inhibición, a diferencia del síntoma -que le genera al yo gran incomodidad-, es muda y egosintónica: esto quiere decir que el yo la acepta y convive con ella, mientras la vida del infante se va empobreciendo (en vínculos con sus pares, en actividades donde podrían desarrollar sus potencialidades, en la actividad lúdica).
¿Cómo intervenir cuando el niño está inhibido?
Siempre, y mucho más en esta presentación clínica, es a través del juego. Éste le permitirá al niño/a expresar -poner fuera- lo que su yo guarda como inhibición: a través de personajes inventados, de diálogos entre ellos, de las diferentes situaciones que tienen que atravesar.
Se construirá -”sin querer queriendo”- un escenario de problemáticas que nos mostrarán dónde el yo del niño está atrapado, a través de su inhibición.
Desde la labor terapéutica, nuestras intervenciones en el campo del juego apuntarán a “abrir la puerta” para que salga a jugar.
¿Por qué intervenir cuando el niño está inhibido?
Porque pueden desarrollar:
. Un cuadro depresivo
. Una pobre autopercepción de sí
. Sentimiento de inferioridad y sensaciones de indefensión
. Problemas en la escuela (cognitivos y/o con los pares)
. Empobrecimiento de sus vínculos familiares y sociales
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