El texto de 1912 Dinámica de la transferencia tiene antecedentes, como Psicoterapias de la histeria (1895), donde Freud articuló los primeros conceptos relativos a la transferencia. Freud se encuentra con el escollo de la transferencia en el caso Dora, al desetimar la pregunta de Dora por la mujer. En este punto, la transferencia es vista como un obstáculo a la cura.
La conferencia 27 y 28 se relacionan con este tema, señalando aspectos no dichos. En 1915 aparece el tema del amor de transferencia y esta serie termina en Análisis terminable e interminable, donde Freud ya no es tan optimista. Se puede decir que para 1937, Freud es pesimista sobre la eficacia del psicoanálisis. En 1940, el optimismo se recupera en el texto Esquemas sobre psicoanálisis.
En Dinámica de la transferencia, Freud la describe como algo absolutamente necesario, como algo que sale al paso inherentemente en toda cura psicoanalítica. Esta transferencia se da también por fuera del análisis, previa a él y de manera salvaje. La transferencia no es una forma de amor, sino que es amor. Son lo mismo. De esta manera, el psicoanálisis cura por medio de la palabra y el amor.
La transferencia proviene de las posiciones innatas y de vivencias infantiles, que son las condicionantes del amor que el sujeto repite toda su vida. Cada uno de nosotros aprende lo que es el amor en tiempos primordiales de la vida. La transferencia depende de factores accidentales, las vivencias. Además, la pulsión se satisface en ella, pues tiene metas que han quedado fijadas a determinados puntos.
En todo ser humano hay mociones libidinales inconscientes que forman la fantasía y se vuelven al médico. Cuando estas mociones son parcialmente insatisfechas se vuelven contra el analista. de esta manera, la transferencia puede ser la palanca más poderosa del tratamiento, pero también la más fuerte resistencia y oposición a la cura. ¿Cómo lo vemos? En la falta de asociación, de colaboración, silencios, las faltas, las cuestiones con los honorarios, las llegadas tarde.
La transferencia positiva, imaginaria, son sentimientos tiernos conscientes hacia el analista, al saber en sí mismo. La transferencia también tiene dos facetas resistenciales. Una es la hostilidad y la otra es el amor de transferencia. Ambas formas de resistencia se oponen al recordar. El sujeto actúa, las transfiere y no puede ponerlas en palabras.
En la conferencia 28, Freud dice que la transferencia es la heredera de la hipnosis en su aspecto positivo. Hay dos tiempos del análisis:
1- La libido es forzada a pasar por los síntomas.
2- El combate contra la transferencia.
Puntualizaciones sobre el amor de transferencia es un intento de explicar lo que pasó en el tratamiento de Dora.
Recordar, repetir, reelaborar. Algo se ha "olvidado", porque nunca ha sido consciente. Se trata de algo anterior a los mecanismos de defensa. Freud se da cuenta que no todo es posible de recordar, concepto que se relaciona con lo real en Lacan. Repetir es una manera de recordar lo reprimido, a la manera del polo motor. Se trata de una reconciliación con el ello.
Análisis terminable e interminable y El problema económico del masoquismo, son textos que también permiten pensar el concepto de goce en Lacan, en tanto irreductible y como exceso. Estos textos, jusnto con Construcciones en psicoanálisis, son las bases de las Nuevas Conferencias, en especial la 34.
Un análisis, ¿Se concluye o se interrumpe? A la luz de la pulsión de muerte, cuando se da la desmezcla pulsional, aparece el goce más mortífero. ¿Qué eficacia tiene el tratamioento en tanto profilaxis? Freud es escéptico del fin de análisis. Para ese entonces, el objeto era levantar los síntomas, las inhibiciones y los rasgos de carácter. Freud, no obstante, habla del análisis imperfecto, que son impedimentos externos a la meta del tratamiento. Son factores traumáticos, que Freud menciona como factores contingentes.
El análisis no terminado corresponde a una alteración del yo, producto de una insurgencia pulsional mucho más severa. Tiene que ver con causas internas, con lo pulsional que ha logrado domeñar al yo, que queda incorregible.
¿Existe la moralidad absoluta? Todo eso es relativo, el análisis es inconcluible. Poder controlar a la pulsión no es fácil. La abstinencia puede complicar el análisis, porque la frustración del paciente puede traer conflictos en el espacio analítico, debido al ello. Freud dice que nunca vio a un analista lograr la normalidad en su paciente, por lo que dio el consejo de analizarse periódicamente, sobre todo para poder manejar las cuestiones transferenciales en sus pacientes. El yo moral, dice, es una ficción.
Freud habló que el límite a un análisis es la roca viva de la castración y marca las tres imposibilidades: gobernar, educar y analizar. Aparece el carácter como resistencia del yo, la viscosidad de la libido del ello. Además está lo inanalizable, que es lo que bordea la castración.
Freud menciona 5 formas de resistencia: la represión del yo, la resistencia de la transferencia y el beneficio secundario de la enfermedad. En cuanto al ello, la compulsión a la repetición. Y el superyó, el sentimiento de culpa que lleva a la reacción terapéutica negativa, que es lo que empeora al paciente.
El problema económico del masoquismo (1924), texto cercano a El Yo y el ello y en consonancia con Más allá del principio del placer (1919), Pegan a un niño, Pulsiones y sus destinos, que son sus precedentes. Allí Freud plantea el masoquismo erógeno, el masoquismo femenino y el moral. El primero es el que se percibe con cierta cuota de dolor.
El deseo del analista es que el Otro siga deseando, lo cual es histérico en la medida que deja ese deseo insatisfecho, al no acceder a la demanda. El analista también es paranoico, por la interpretación. El deseo del analista lo mantiene en un lugar que permite el deseo del otro, sin acceder a ese deseo. El deseo del analista implica mantenerse abstinente, suspender valores, poner el cuerpo, ser tomado como objeto a por la transferencia sin sucumbir a la tentación de poner la subjetividad del analista (lo cual es una tentación). Como se ve, es un deseo difícil de sostener.
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