viernes, 21 de noviembre de 2025

¿Qué intervenciones son posibles en la depresión?

La depresión en Freud es descriptiva. Lo más parecido al término que hay en psicoanálisis es la melancolía, que es distinta al duelo, como vemos en Duelo y melancolía (1915).

En un duelo, producto de un objeto amado, encontramos una detención de la cadena significante, de las asociaciones. 

Aunque Freud pone de relieve la sugestión del yo a su determinación inconsciente, no todo en el aparato psíquico es inconsciente. En 1923, con "El yo y el ello", aparece toda la reformulación del aparato psíquico, donde yo y ello están, de alguna forma, equiparados.

El aparato psíquico, en la primera tópica del esquema del peine, tiene un polo perceptivo y un poco motor. La energía circula desde el primero al segundo. Ahora, del lado del polo perceptivo hay toda una zona donde no hay marcas, ni significantes, ni representaciones. Se trata del ello. El inconsciente, en cambio, tiene sus huellas mnémicas y allí se inscriben las escenas, las palabras, etc. Podemos agregar el preconsciente y consciente:


El yo tiene partes inconscientes. Si vemos cómo quedó el gráfico, entendemos porqué es "El yo y el ello".

Volviendo al duelo, son momentos donde la energía del aparato psíquico está baja y Freud dice que no se le puede pedir asociaciones ni trabajo psíquico, pues el paciente está en trabajo de duelo. Al analista le queda acompañar y hacer intervenciones a nivel del yo, como cuando hablábamos del trabajo con las fotografías.

En la melancolía, la particularidad es que tiene a nivel de la transferencia es un paciente que rechaza las intervenciones "No, no es así...", ya sean preguntas, sugerencias.  Esto es porque en la melancolía está implicado un objeto que no solamente fue amado, sino al cual cargaba con un intenso enojo. Dice Freud:

Las ocasiones de la melancolía rebasan las más de las veces el claro acontecimiento de la pérdida por causa de muerte y abarcan todas las situaciones de afrenta, de menosprecio y de desengaño en virtud de las cuales puede instalarse en el vínculo una oposición entre amor y odio o reforzarse una ambivalencia preexistente. Este conflicto de ambivalencia, de origen más bien externo unas veces, más bien constitucional otras, no ha de pasarse por alto entre las premisas de la melancolía. Si el amor por el objeto - ese amor que no puede resignarse al par que el objeto mismo es resignado- se refugia en la identificación narcisista, el odio se ensaña con ese objeto sustitutivo insultándolo, denigrándolo, haciéndolo sufrir y ganando en este sufrimiento una satisfacción sádica.

(...)

Sólo este sadismo nos revela el enigma de la inclinación al suicidio por la cual la melancolía se vuelve tan interesante y... peligrosa

(...)

Ahora el análisis de la melancolía nos enseña que el yo sólo puede darse muerte si en virtud del retroceso de la investidura de objeto puede tratarse a sí mismo como un objeto, si le es permitido dirigir contra sí mismo esa hostilidad que recae sobre un objeto y subroga la reacción originaria del yo hacia objetos del mundo exterior.

Entonces, en estas depresiones mayores, como se las conoce en psiquiatría, aparece este rechazo. ¿Pero qué es lo que está ahí? En el duelo, la libido se desprende del objeto amado y perdido gracias al principio de realidad, volviendo al yo. El paciente en este estado sufre, pero no aparecen autorreproches de importancia.

En la melancolía, el yo se identifica al objeto amado y odiado a la vez. ¿Y dónde queda el sujeto del objeto amado? En su superyó. Esos autorreproches que vemos en la clínica tienen que ver con una identificación del paciente a ese objeto de amor perdido y odiado.

Nosotros tenemos que hacer un rastreo de esos autorreproches, del contenido de ese superyó que se dirige sádicamente al yo del paciente. ¿A quién estaban dirigidos y qué cosa se le reclamaba originalmente? De esta manera, en el momento oportuno, cuando el paciente comienza con el autorreproche se puede intervenir "Este del que usted habla no es usted", apuntando a la separación entre el objeto puesto en el yo y ese objeto.

En la melancolía, el sujeto está identificado al objeto a resto, basura... En la línea de la libido anal, que corresponden la destrucción, el odio... Mientras que en lo oral vemos la incorporación de ese objeto. El retorno de la libido produce una regresión a lo anal y lo oral. El tema es que antes de esa fijación oral no hay nada, por eso el melancólico siente que se muere. Es un sujeto al límite.


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