Si retomamos nuevamente este punto es porque suele prestarse a confusión: la topología lacaniana no es metáfora ni analogía, y por lo tanto no sustituye a la estructura, sino que la redefine desde otro plano. Con esto se disipa la lectura que supone que, en los últimos seminarios, Lacan habría abandonado la noción de estructura para privilegiar únicamente la letra.
En realidad, la estructura que Lacan propone a esta altura solo puede pensarse como retroacción del orden de la cadena significante —es decir, del modo en que el lenguaje, al encadenarse, se escribe. Esta definición, que ya se perfila desde La identificación, implica una reformulación del campo del lenguaje, donde la estructura no depende del orden serial de los significantes, sino de la orientación del encadenamiento.
Dicho de otro modo: en el punto en que la castración se inscribe en la estructura del lenguaje, lo serial se vuelve insuficiente. El discurso aparece entonces como una suplencia, una forma que intenta responder al lapsus estructural propio de la cadena.
En clave topológica, eso lapsado es lo a-esférico, lo que no puede cerrarse en un volumen pleno. Por eso, entre L’Etourdit y RSI, Lacan oscila entre una topología de superficies y una topología nodal, analizando cuál de ellas da mejor cuenta de aquello que falla en el encadenamiento.
¿Por qué es necesario elevar la topología al nivel de la estructura?
Porque solo una estructura topológica permite conectar el corte primordial con las vueltas dichas, es decir, con la repetición que hace posible la modificación estructural. No hay análisis —ni cambio— sin repetición.
La topología, tomada como estructura, no es un adorno formal, sino el recurso que le permite a Lacan dar un acceso concebible a lo real, en tanto lo demuestra escribiendo su fallo dentro mismo del encadenamiento.
Por esa razón, Lacan forja finalmente una lógica nodal: un modo de pensar sostenido en el anudamiento borromeo. Lo que está en juego es encontrar una formalización que permita operar sobre un borde, es decir, anudar la ex-sistencia a los otros registros sin anular su carácter de ex-sistente.
En suma, se trata de demostrar lo real, y para ello la topología deviene la forma misma de la estructura.
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