La posición del que enseña debe ser un saber en falta. A prtir de esto, podemos hacer un recorrido por la obra de Lacan donde trata el tema. El 6 de mayo se cumplió 164 años del nacimiento de Freud. En el centenario de su nacimiento, en 1956, Lacan fue llamado a tomar la palabra en un homenaje que se llevaba a cabo en el Hospicio de la Salpêtrière, en París. Aquel fue un lugar muy particular para la vida de Freud, ya que desde muy joven él viajaba desde Viena hasta allí para escuchar al maestro Charcot exponer sus investigaciones sobre la histeria. Freud quedó fascinado por esa experiencia a tal punto, que fue su disparador por la interrogación acerca de la histeria. Este discurso de Lacan, ubicado en el seminario III sobre la psicosis, lleva el título de Freud en el siglo. Ya en el comienzo, unido al nacimiento del maestro, nos dice algo de su nombre: Freud significa alegría, freude, en alemán.
Lacan anticipa una articulación al recordar que la familia de Freud, a causa de un edicto de José II de Austria de 1787, por el cual los judíos debían cambiar su apellido para no ser excluídos de las actividades públicas, se vio forzado a elegir ese nombre entre los de una lista. En otras palabras, el apellido original de la familia, al igual de el de las demás familias judías de la época, quedó perdido para siempre al ser reemplazado. Lacan señala esto para que recordemos que a través de la asimilación cultural de los significantes ocultos, persiste la recurrencia de una tradición literal. Los significantes ocultos, ocultados siguieron su trabajo en el inconsciente y eso es lo que pulsa, entiendo, a querer saber. Esto, sugiere Lacan, guió a Freud en la forma en que se estructuraban las preguntas que buscaba responder.
Para la época del seminario III el descubrimiento freudiano, al igual que el nombre, está borrado. Por ejemplo, borrado en el discurso de los postfreudianos, en relación a lo que Freud planteó en sus conceptos. Hay una desviación importante, por eso Lacan llama a hacer una lectura exhaustiva de la obra freudiana para descubrir su valor. Ya en el seminario II, El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica (19554-55), luego de tomar el valor del significante y la estructura de lo simbólico, Lacan nos trae una clase sobre la enseñanza del psicoanálisis. Nos dice que es muy problemática, porque un profesor que asume la posición de ser el que enseña, nunca se queda callado. Y eso, como sabemos, no quiere decir que necesariamente enseñe algo. Lacan convoca a quienes lo escuchan, que digan, pregunten, a que se expongan a hacer una pregunta. Esto tiene que ver con la posición del analista, una posición frente a la falta.
Según Lacan, el psicoanálisis se encuentra en crisis porque hay un desvío de la teoría freudiana al colocar el yo como centro. "Lo que les enseño está destinado a cuestionar la situación del yo". Esta es la situación del psicoanálisis en cuanto a la dificultad que plantea Lacan en estos tiempos. El retorno al yo como centro y medida, tal como lo han practicado los post-freudianos, no está implicado para nada en el discurso de Freud. Él nos muestra al yo como un espejismo, como una serie de identificaciones y coloca el lugar del sujeto del inconsciente apresado en la cadena de los símbolos. Más adelante en el seminario, Lacan aborda el problema de las relaciones entre la pulsión de muerte y la repetición. Lacan nos va a hablar del deseo y del lenguaje. Esto es lo que Lacan a esta altura de la enseñanza lleva adelante, ni más ni menos que la enseñanza del descubrimiento freudiano.
En el seminario X de la angustia (1962-63), Lacan se vuelve a interrogar sobre lo que es una enseñanza. Coloca como referencia la experiencia analítica y nos dice que la enseñanza debe tener algún efecto a partir del hecho de que el analista es, por así decir, un intepŕetante. El analista juega con un no-saber del sujeto y esto supone que el analista sabe algo. Lo que sabe, ¿puede enseñarlo? ¿Qué es enseñarlo? Lacan nos plantea que el deseo del enseñante da cuenta de que hay una enseñana. Cuando no hay tal deseo, hay un profesor. Profesor es el que enseña sobre sus enseñanzas. Lacan se sirve de la metáfora del colage, esa obra plástica hecha con recortes y retazos, ubicados sobre un único plano. "Si hicieran su colage preocupándose menos de que todo encajara, tendría alguna oportunidad de alcanzar el mismo resultado al que apunta el colage, o sea, evocar la falta. Por esta vía llegaría a alcanzar el efecto propio de lo que es, precisamente, una enseñanza". La enseñanza del psicoanálisis, entonces, como colage, como obra que no termina de encajar, como saber en falta. El deseo del enseñante implica un más allá de lo que propone enseñar. Ese más allá es la transmisión, que siempre es de una falta, de piezas que no encajan totalmente. La transmisión conlleva, en su seno, lo intransmisible de la experiencia psicoanalítica.
Del seminario que Lacan se proponía a dictar en 1963, solo contamos con la primera clase, titulada "Introducción a los nombres del padre", ya que su enseñanza fue interrumpida por haber sido inhabilitado como didacta. Lacan comienza aquel encuentro diciendo que durante 10 años preparó sus clases cada semana y que ha tenio fieles oyentes frente a los que se disculpa por no poder continuar. Nos dice: De esta praxis que es el análisis, procuré enunciar cómo la busco, cómo la atrapo. Su verdad es inestable, decepcionante, escurridiza. ¿No están ustedes en condiciones de comprender que por eso la praxis del análisis debe avanzar hacia la conquista de lo verdadero, por el camino del engaño? La transferencia nos otra cosa que eso, un engaño. En la víspera de esa clase, la comisión de enseñanza de la que formaba parte, acababa de sacarlo de la lista de didactas de la sociedad francesa de psicoanálisis. Lacan llamará a este episodio su excomunión.
En enero de 1964, Lacan reinicia su seminario en otro lugar, en la Escuela Normal Superior, gracias al arbitrio de Althusser, con el título "Los 4 conceptos fundamentales del psicoanálisis" para abordar inconsciente, repetición, transferencia y pulsión. Lacan presenta una pregunta luego de su excomunión: ¿Qué me autoriza a estar frente a ustedes? Para dar continuidad a su enseñanza, Lacan nos quiere hablar de los fundamentos del psicoanálisis y el seminario mismo está implicado en esos fundamentos, porque está dirigido a la formación de analistas. O sea, que forma parte de la propia praxis, y según Lacan, una praxis es una acción que nos da la posibilidad de tratar lo real mediante lo simbólico. Lacan nos lleva a la pregunta por el deseo de analista, que se contruye en el transcurso del análisis didáctico. El 21/07/1964, en el acta de fundación de su propia escuela, creada tras la excomunión, Lacan nos dice fundo, tan solo como siempre lo estuve, en mi relación con la causa psicoanalítica, la escuela francesa de psicoanálisis. Este título, en mi intención, representa el organismo en el que debe cumplirse un trabajo que, en el campo que Freud habló, restaura el filo cortante de su verdad, que vuelva a llevar la praxis original que él constituyó con el nombre de psicoanálisis al deber que le corresponde nuestro mundo, que mediante una crítica asidua denuncien las desviaciones y las concesiones que amortizan su progreso al degradar su empleo" y coloca el cartel como un dispositivo para la ejecución del trabajo.
Por un lado Lacan funda su escuela, y la intención es que represente un organismo en el que deba cumplirse un trabajo en el campo de Freud abrió. La posibilidad de cumplir un trabajo en la escuela de psicoanálisis, como la pensó Lacan, tiene que ver con el dispositivo del cartel. El cartel es un agrupamiento de 4 o 5 integrantes alrededor de un más-uno (función). Tienen que tener reuniones periódicas y cada uno tiene su proyecto de trabajo. Se reúnen juntos y debaten lo trabajado. Cada uno sigue con su investigación. este entrecruzamiento provoca una causa muy interesante. Estos carteles tienen cierto momento de corte, que son las presentaciones de lo producido. O sea que Lacan va a ubicar la escuela y una producción que debe llevar adelante alguien que quiera ser psicoanalista.
Vayamos al Seminario Problemas cruciales del psicoanálisis de diciembre de 1964/65. Hay una interrogación de Lacan: ¿Qué hago aquí frente a ustedes dando el seminario? ¿Por qué prosigo mi discurso? Nos dice que está comprometido en una experiencia que lo necesita absolutamente. Al sostener este discurso no hay nada comparable a la posición del profesor. Asume esa audacia que experimenta al arriesgar todo y se refiere a la excomunión, cuando algunos que lo escuchaban en primera fila lo denunciaron para prohibir su enseñanza. Avanzado este seminario, va a hablarle a los psicoanalistas. Les dice "Pues no basta que tu seas perfectamente claro en tus relaciones con tus pacientes, es necesario también que puedas soportar tus relaciones con el psicoanálisis mismo". Pongo ahí a la transferencia, fundamentalmente.
Dos años más tarde, establece la proposición de octubre de 1967, que es la proposición para La Escuela. Comienza el texto para la garantía de formación, qué es lo que garantiza la formación de analista. Dice: Se trata de fundar un estatuto para ser sometido a la experiencia, las garantías por la que la escuela podrá autorizar por su formación a un psicoanalista. La Escuela podrá dar testimonio que la iniciativa del psicoanalista aporta una garantía de formación suficiente. O sea, la Escuela da testimonio de la iniciativa del psicoanalista. La iniciativa del psicoanalista aporta una garantía de formación suficiente y la Escuela testinonia de eso. La Escuela puede constituir el ambiente adecuado de experiencia y crítica que establezca y sostenga las mejores condiciones de garantía.
La Escuela no solo distribuye una enseñanza, sino que instaura entre sus miembros una comunidad de experiencia. Lacan nos dice que aquellos que se reagrupan en mi fundación, con ello atestiguan el valor que atribuyen a mi enseñanza para sostener su experiencia. Lo que Lacan nos ha legado en relación a la enseñanza y a la transmisión, es el valor de la transferencia al maestro para sostener la propia experiencia y las formas institucionales que posibilitan la producción.
Hemos visto, entonces, el valor de lo borrado del descubrimiento freudiano; el lugar de Lacan como el que vuelve a leer a la letra y recoloca los conceptos; una posición en falta como oposición a la del profesor, la de aquel que nunca se queda callado; la enseñanza en referencia a la experiencia analítica y la necesidad de que tenga algún efecto. Hemos visto la metáfora del colage, en este punto donde las piezas no encajan, la transmisión como un más allá de lo implicado en la enseñanza; la interrogación por el deseo del analista, el cartel como dispositivo para ejecutar un trabajo; el soportar las relaciones con el psicoanálisis mismo como condición para la posición del analista y la transferencia al maestro para sostener la propia experiencia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario