Habíamos hablado, en la entrada anterior, de primera y segunda oral. Lo que no abordamos la vez pasada es que todas las pulsiones nacen apoyadas en la necesidad, como la necesidad de mamar, de hacer pis, defecar, etc. Estas necesidades siempre se satisfacen con la atención de los padres, es decir, es tan libidinizadas por la mirada y la atención de los padres. Muchos autores han llamado a esto apertura de las zonas erógenas, porque si bien la necesidad es interior, esta constitución de la zona erógena es siempre en interacción con el objeto, aunque en la primera oral ese objeto no sea reconocido como tal (se necesita el juicio del semejante que ocurre en la segunda oral).
La apertura de zonas erógenas, que van constituyendo a las pulsiones, por ejemplo la pulsión oral de succión, pulsión oral canibalística (que no es fusionarse con el objeto, sino comerlo), pulsión de micción; van constituyendo a la sexualidad de la función sexual, que en 1920 va a ser diferenciada esta sexualidad de la sexualidad de la pulsión Eros. La función sexual que va a culminar en la constitución de la genitalidad hacia el complejo de Edipo, constituyen muchas pulsiones. Freud nombró algunas.
Nosotros estábamos diferenciando en la segunda oral una costrita sobre el ello que es el yo que hace el juicio del semejante y es el yo que va a ir creciendo con identificaciones primarias y con procesos intelectuales que complejizan al juicio del semejante. A su vez, el ello también crece con la constitución de pulsiones. Freud menciona el sadomasoquismo, no solo el amor y el odio son afectos constitutivos, sino que para Freud el sadomasoquismo también es una pulsión temprana. El sadismo dentario, por ejemplo, ya es una pulsión de la segunda oral.
En la medida en que avanza, no solo persiste la dialéctica Eros-Muerte: por ejemplo en la pulsión sadomasoquista el polo sádico tiene un predominio de pulsión de muerte. El masoquista también, porque es una vuelta contra sí mismo de la pulsión de muerte, que es la pulsión destructiva. Esto nos tiene que hacer comprender que la sexualidad pulsional no es todo amor, sino que está siempre intrincada la construcción con la destrucción. Además tiene avatares, como la vuelta contra sí mismo, que sobretodo puede considerarse en el sadomasoquismo. Quizás en la pulsión voyeurismo-exhibicionismo, que también es muy temprana y que aparece indiferenciada en el encuentro de miradas madre e hijo y después se va diferenciando en el placer de mirar y en el placer de ser mirado.
Freud plantea en escritos tempranos, pero posteriores a 1900 y anteriores a 1920, una dialéctica del amor y el odio, como si fueran pulsiones. Esto hay que revisarlo para los que leen escritos de la etapa de la metapsicología, porque el amor y el odio, aunque lo diga Freud anteriormente a 1920, el amor y el odio no son pulsiones, sino afectos. Los afectos son una categoría diferente a las pulsiones. Recordemos que las pulsiones son representantes de fuerzas corporales que tienen fuente, objeto, meta y fin. Eso no corresponde a los afectos. Los afectos van a tener un desarrollo teórico en Inhibición, síntoma y angustia a través del afecto que más lo preocupó a Freud, que es la angustia.
La angustia merece por si misma una ontogénesis y de hecho, paralela a la ontogénesis del aparato psíquico, de las pulsiones. Hay una ontogénesis de los afectos, fundamentalmente modalizada por la angustia. Hay angustia originaria, que es la angustia con la que respondemos al nacer. Hay angustia del destete, hay angustia por temor a la pérdida de objeto, angustia por temor a la pérdida de las heces (etapa anal).
La etapa anal es una etapa muy importante, donde se dan esta angustia, que es un afecto y además una serie de transmutaciones de las pulsiones, que cambian representaciones en sus objetos pulsionales. Por ejemeplo, la barra fecal puede ser un objeto en si mismo narcisista en tanto se lo considera un aspecto valioso que pierde el cuerpo, que es una producción del cuerpo. Muchos nenes hacen una ecuación materia fecal - producción del nene. Es decir, antropormorfizan a la materia fecal. Este es uno de los avatares de la vorstellung representanz, de la pulsión anal y es un antecedente del pene, en tanto la périda de la barra fecal puede ser un antecedente de un pedazo de cuerpo que se pierde, que va a ser antecedente representacional del temor a la pérdida del pene. La etapa anal, por supuesto, tiene una evolución en la representación del yo y la representación del otro.
Lo que no se dijo es que desde que se contruye la representación del semejante hay una dialéctica que clínicamente tenemos que considerar siempre, tanto como la dialéctica Eros-Muerte: la dialéctico libido objetal-libido narcisista. Durante toda la vida, mayormente inconscientemente y a veces conscientemente hacemos inversiones libidinales, para el yo y para el objeto. Actualmente esa dialéctica está bastante visible si tomamos las rupturas de pareja, por ejemplo. Se ha hecho bastante evidente que ya no se invierte tanta libido en los proyectos de pareja porque hay mucha libido invertida en proyectos personales. Eso tiene que ver con una sociedad individualista, lo cual no es una crítica, sino la época que nos toca vivir y que tiene un desarrollo de la individualidad con cosas buenas y malas.
Hablando de economía, es buena la palabra "invertir", porque es una economía libidinal. ¿Cuánto se invierte en el objeto o los objetos y cuánto invierte en sí mismo, sus deseos, sus proyectos? Hay una tensión constante entre el yo y el objeto. En la identidicación, por ejemplo, hay una apropiación de cualidades y condiciones que el yo se apropia y de hecho en el complejo de Edipo, cuando el sujeto se identifica a los padres y esa identificación superyoica (a los valores de los padres) es una identificación que da una gran autonomía. Es una identificación que produce un desasimiento de los padres, incluso a los 7 años, que es cuando se produce, donde el niño ya puede hacer alunos juicios de valor propios. Esa identificación al superyó crece durante toda la adolescencia con identificaciones a modelos sociales, valores elegidos socialmente, al grupo de pares. Con lo cual la identificación superyó da una gran autonomía narcisista.
Es importante que el primer objeto sea un campo hostil y odiado, porque nos marca que el primer narcisismo es absolutamente placentero. Nos marca un inicio de huevo narcisista que expulsa a todo lo malo. Melanie Klein llamó a esta etapa esquizoparanoide, después de explicar psicosis muy regresivas o personas que regresan a puntos muy arcaicos donde hacen esa división al estilo "yo soy todo lo bueno y lo exterior es malo". Sin ir a la psicosis, esto también lo vemos en el pensamiento fanático, que regresa a esta etapa, con rasgos de pensamiento dualista que ve en muchos fenómenos psíquicos. El odio, en este sentido, tiene un papel estructurante.
En Freud hay dos teorías de la perversión. La segunda es la de la desmentida, pero en la primera teoría de la perversión Freud habla de que el yo era un yo complaciente, impotente ante el avance de la pulsión, como en el caso del canibalismo dentario de la segunda oral. Un bebé de la segunda oral, a punto de cumplir un año, no puede hacer mucho con sus pulsiones. Su yo es apenas esa costrita de la que hablábamos, el niño aún es pequeño.
En la etapa anal el niño ya es un deambulador y camina. Ya puede manipular, tiene el desarrollo de las pulsiones sádicas y de poder. La pulsión de poder se va desarrollando de apoco, la pulsión de saber, que es muy importante porque hace que el bebé sea curioso. En la pulsión de saber confluyen el voyeurismo, la destructividad, el goce sensual de la manipulación de los objetos. La curiosidad sexual infantil es el antecedente de la pulsión de saber, del mismo modo que la pulsión de dominio, que está muy asociada, también es un antecedente de la pulsión de saber. Saber es poder y tiene que haber desarrollo del deseo de dominio, de manipulación de los chicos para que tengan deseo de saber.
Los niños deambiladores de la etapa anal, todos los psicoanalistas reconocen que antes de la prohibición del incesto las primeras prohibiciones, que hay que imponerlas.
Toda identificación tiene un sesgo canibalístico, dice Freud, porque toda identificación, aunque no destruya al objeto, se incorpora.
Fuente: Entrada confeccionada con las notas del Encuentro n° 20 del canal "Freud Desconocido"
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