Si el analista está obsesionado con no alimentar de sentido al síntoma puede que se incline a callar en demasía, es decir: no cuando su silencio es condición de posibilidad de la apertura del inconsciente sino cuando éste se cierra, situación en la que la interpretación es indispensable. Algunos piensan que haciendo de la asepsia de sentido una regla evitan contribuir al extravío del analizante en mitificaciones. Éstas, no obstante, son necesariamente inherentes al derrotero de la asociación libre.
El llegar del neurótico mediante el análisis a aprehender el fantasma que sostiene su deseo requiere que el mito familiar que lo habita deje de serle ajeno. Logra así ponerse a un paso de una revisión más decisiva de su posición al respecto. La travesía del fantasma es aquí concomitante de esta elaboración. La caída del mito del padre, su fracaso como resolución de la cura, puede suceder una vez que el analizante, no el analista, pasa por él en transferencia.
Raúl Courel.
(2016/05/19).
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