En esta ocasión abordaremos el trabajo que puede hacer el paciente junto a su analista con fotografías. A algunos analistas este tipo de trabajo le resulta raro y, como veremos, la práctica tiene prejuicios.
¿Qué es la fotografía y qué valor tiene en ciertos momentos del tratamiento? Las fotos pueden ser pensadas una fijación escritural. Lo imaginario, en el nudo borromeo, está enlazado a lo simbólico y el modo en que cada sujeto ve sus fotos va variando según cómo se va trabajando el registro simbólico. Entonces, las fotos son una gran forma de ubicarse por fuera del tiempo y el espacio. Implica poder revisitar el pasado.
Una fotografía es un significante que no elude la 𝒑𝒐𝒔𝒊𝒄𝒊ó𝒏 𝒅𝒆 𝒆𝒏𝒖𝒏𝒄𝒊𝒂𝒄𝒊ó𝒏 con sus deixis, a través del objeto fotografiado, el marco, el encuadre, la perspectiva, la mirada (aquello que te busca), etc. La imagen es un signo, en verdad un significante, que tiende a confundir realidad e imagen (representación).
El trabajo con esta modalidad no puede ser cualquier momento. El trabajo con las fotos implica elaborar lo simbólico y lo imaginario. En los primeros tiempos de la consulta, el neurótico se encuentra encerrado en una cierta circularidad en la cual se encuentra capturado. En este momento, el paciente quizá no esté preparado. De esta versión cerrada que el paciente trae, al analista le toca construir un enigma sobre eso. ¿Qué pasó para que tal persona sea así? ¿Qué pasó antes?
Como consecuencia del enigma, naturalmente el paciente comenzará a pensar y a repensar cuestiones que creía cerradas y a veces encontrará en esos otros ignificativos nuevos datos y otras versiones. ¿Pero qué pasa si no encuentra nada de eso? Ese es el momento de entrar con las fotos, cuando hay un tope en la elaboración. El analista no puede tomar el lugar de saber y de efusión narcisista: debe proponerlo como una idea para ver qué sucede y desde el plural "A ver qué vemos".
¿De qué manera se trabaja con las fotografías? Se le pide al paciente que traiga fotos en forma cronológica y nos ubicamos como por fuera del tiempo y el espacio, mirandolo juntos. Es una posición del analista muy ligada a la castración. No importa cuántas sean, pero sí el orden cronológico, para ir leyendo los diferentes tiempos y movimientos. Los pacientes más grandes quizá tengan fotografías impresas; los más jóvenes pueden enviarlas al celular.
Ver las fotos desde afuera se asemeja a cuando en el nudo borromeo se ubica el inconsciente entre lo simbólico e imaginario, por el lado de la ex-sistencia, lo que está por fuera del nudo y se encarna. Ahí es donde nos vamos a ubicar con las fotos.
Toda vez que con el dispositivo analítico clásico llegamos a un punto de tope donde el paciente queda cerrado en la misma versión, se puede probar con este trabajo. Los psicoanalistas posfreudianos kleinianos tenían detalles clínicos maravillosos. Por ejemplo, decían que la confirmación de que algo va por la sensa de la verdad es que se producen nuevas asociaciones. Allí donde el paciente se queda mudo, no vamos por un buen lugar. Cuando estamos bien orientados, el paciente empieza a recordar cosas nuevas. Esto, que ya estaba en Freud, los posfreudianos lo toman como un indicador técnico.
En el trabajo de las fotos, hay que tener claro a dónde hay que ir, cuál es la pregunta y qué es lo que hay que empezar a explorar. Por ejemplo, un paciente que tiene un padre terrible y una madre ultrajante, no puede trabajar los dos sostenes a la vez porque sino se suma en una angustia aplastante. Si estamos trabajando sobre el padre, vamos a tratar de encontrar lugares de sostén en la madre y cuando ese padre esté mpas trabajado, ahí se puede trabajar los rasgos complicados de la madre. La estructura psíquica debe ser respetada y pensar los sostenes de la que se sostiene y dónde están los puntos que colapsan. Hay que respetar los tiempos y los movimientos.
En las fotos hay cortes voluntarios e involuntarios, donde el sujeto evita ciertos duelos y siente que hay un antes y un después. Hay que recordar que en el nudo, el trabajo en lo simbólico tiene efectos sobre lo imaginario y visceversa.
Imágenes: En la película Coco (2017), el padre está recortado de las fotografías y también de la historia de los personajes.
¿Hacia dónde ir con las fotos en un tratamiento? Puede ser en un momento de la cura; luego en algún otro momento se puede proponer y quizá la elección es distinta. Se trata de trabajar fuera del tiempo. Más allá de los personajes y el escenario de las fotos, es el paciente quien ubica el elemento con el cual trabajar.
El analista no debe perder maniobras por considerar que las fotos no pertenecen al dispositivo analítico clásico. Cuando el analista está preso de ciertos semblantes de lo que debería ser ("Soy lacaniano, trabajo con el significante"), se pierde de estas intervenciones que son un punto de escritura. Tiene que ver con la inscripción del significante y del límite en el inconciente y con esto trabajamos. Cuando el significante figura como superyoico, hay que poder fijarlo. El significante puede dejar preso al sujeto de cierta posición, que al poder verse, puede cambiar.
¿Quién sacaba la foto? La riqueza de trabajar no solo la mirada del sujeto, que es una mirada presa de una marca simbólica del sujeto en un determinado momento, sino la mirada del Otro sobre el sujeto, que puede apreciarse en la foto.
Esta intervención es recomendada para adolescentes, duelos y momentos donde se deba revisitar la historia porque el sujeto se trabó en la elaboración, ya sean síntomas o inhibiciones: ¿Qué dan a ver al Otro? ¿Qué poses se repiten? Hay que perderle el miedo a las intervenciones. Nada malo ocurre al revisitar una historia.
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