Cada cosa que Charles Darwin encontró, cada lugar que visitó y hasta los rasgos de algunas de las personas con las que se cruzó, quedaron registrados en su diario de viaje.
Ese manuscrito fue editado y publicado como “Viaje de un naturalista alrededor del mundo” y se lo considera una pieza fundamental para conocer los argumentos que lo impulsaron a pensar en su teoría.
Pero no es el único relevante para nuestra historia. Los diarios personales son considerados un subgénero literario de la autobiografía y funcionan como un testimonio de la época que le tocó vivir a quien lo escribió. El Diario de Ana Frank, por ejemplo, es una de los más importantes.
Esta práctica, que era tan habitual hasta hace poco, se dejó de usar en el nuevo milenio. Cada vez menos personas escriben a mano en diarios de formato físico, aunque se expresan en redes sociales donde pueden leídos por todos, a veces con consecuencias indeseadas… Poca lapicera y papel.
Hoy les proponemos recuperar esa práctica, esa comunicación íntima a través de la escritura, que puede resultar muy interesante. ¿Cómo se arma un diario personal?
Primero hay que elegir un soporte. Un cuaderno o un anotador que podamos usar sólo para eso. Les propongo buscar alguno que, por alguna razón, les resulte particular, con algún dibujo o algún diseño que les permita vincularse con él a simple vista.
La escritura manual, a diferencia de la digital, tiene una espontaneidad muy ventajosa. Se escribe sin corrección, de manera fluida, no importa la forma, sino el contenido. No hay manera de escribirlo mal, cada uno lo completa como quiere o como puede, sin prejuicios: sólo estás vos con tu escritura.
Lo ideal es elegir un momento del día determinado para dedicarle unos pocos minutos. Generalmente, suele ser a la noche, cerca de la hora del sueño, cuando uno se tranquiliza y puede repasar mejor lo que vivió… ¿Y qué se escribe en ese diario?
Lo que quieran. Lo que sientan. Lo que tengan ganas. Puede ser la letra de una canción que les despertó algún recuerdo, algún momento de felicidad o de tristeza que les tocó vivir, una reflexión sobre una película, alguna noticia que les llamó la atención. Todo es válido, todo es igual de interesante. ¿Para qué sirve escribir un diario?
Es una escritura terapéutica muy poderosa. Escribiendo se puede tomar conciencia real de lo vivido durante el día. Nos movemos en piloto automático; peleamos, reímos, lloramos, todo sin llegar a entender bien por qué. Muchas de las razones que provocaron esas emociones nos pasan desapercibidas y ponerlas en papel ayuda a entender qué nos está pasando.
En momentos tan particulares como los duelos, la espectativa por un hijo, la escritura es una excelente chance para escribir y releerse.
Además, para muchos autores, el diario fue un valioso impulso vocacional, el inicio de una actividad que luego se convirtió en su profesión.
Para otros escritores tiene un gran poder como herramienta creativa. Es un espacio introspectivo, donde muchas obras literarias germinan.
No hay nada negativo en esta propuesta; es algo personal y hasta puede ser secreto. Anímense a escribir para ustedes. Van a poder rever sus días desde otro lugar y entender, un poco mejor, qué es lo que les pasa.
La transformación a través de la escritura
Escribir a mano traza un puente entre el subconsciente y la experiencia corporal. Aquello que no logramos transformar en palabras, se transforma en síntoma. La escritura ilumina los rincones sin ventilar. Los oxigena y descubre lo que ocultaba esa fina y tranquilizadora capa de polvo.
Por eso, revelar tu yo inconfesable es un proceso para sanar tu cuerpo y alma. ¿Se te ocurre mejor argumento para comenzar a escribir ahora mismo?
Escribir y leer los indicios del yo inconfesable es sencillo:
¿Qué adjetivos elegiste? Ninguna categoría de palabras tiene de subjetividad y emocionalidad del adjetivo. ¿Cómo se califica? ¿Qué se califica? ¿Por qué un adjetivo y no otro?
Observar las recurencias. ¿Qué palabras y símbolos se repiten en tus textos? ¿Estás contando lo mismo con diferentes palabras? ¿Es el mismo hecho enmascarado? No sería extraño que todas tus historias sean variaciones de una experiencia que se expresa de diferentes formas.
Disonancias y actos fallidos. Al releer tus textos, ¿Qué te genera incomodidad? ¿Qué te cuesta creer haber escrito? ¿Qué no recordás haber escrito pero está ahí?Todas las respuestas son reveladoras.
Escribí para el fuego. Sin un lector implícito en tu imaginación, sin el peso de una posible lectura y sin pensar en la trascendencia. No trates de sonar inteligente, nadie te va a juzgar.
Escribí tus sueños. Lo que recuerdes y sin consultar qué es lo que significan. Lo importante es qué sentido tienen en tu experiencia vital, en tu contexto y en función de tus emociones.
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