Parece ser que la queja más recurrente en los pacientes cuando reinicián un tratamiento psicoanalítico es “Mi anterior analista no hablaba, no me decía nada”.
Podemos pensar que como profesionales, siempre hablando desde la perspectiva teórica psicoanalítica, muchas veces se confunde lo postulado por freud donde establece que en la dialéctica del analisis, el analista interviene desde la posición del muerto.
Si bien los llamados “silencios”, son posibles intervenciones para que el paciente pueda desplegar su discurso, el abuso de este recurso genera una sensación de indiferencia frente al dolor ajeno. Esto provoca angustia y desemparo en los consultantes que se sienten solos en el proceso.
La clínica del psicoanálisis se sostiene en el deseo del analista.
Debemos promover un espacio de escucha activa sin olvidar alojar al sujeto, desde el sostén y la calidez en el trato.
Para seguir investigando:
El silencio del analista no equivale a su mudez. (Silvia Amigo)
Mito y fantasma. (Raúl Courel)
Abstinencia y demanda en el análisis. (Alicia Werba)
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