lunes, 9 de noviembre de 2020

El ordenamiento de la psicopatología psicoanalítica: trastornos narcisistas y borders

En esta ocasión hablaremos sobre las patologías narcisistas, un cuadro que no se encuentra dentro de los descubrimientos freudianos, sino que son desarrollos posfreudianos. Veremos qué sucedió con la integración a la psicopatología de esos fenómenos descubriertos.

Los trastornos narcisistas son patologías posfreudianas, aunque en Freud hay un artículo clave que es La escisión del yo en el proceso de defensa. Freud previó el problema de que el yo no era tan cohesivo como se pretendía al ser una instancia secundaria y que estaba cruzado por disociaciones. 

Desde Winnicott se alcanzó a ver la división del yo. Él habló de personalidades patologías fronterizas. Acá ya entramos con el desorden categorial de los posfreudianos. Winnicott, de una manera muy caprichosa, abandonó la metapsicología, abandonando el paradigma que debería haber sido rector: yo, ello y superyó. Es decir, la estructura del aparato psíquico.

Heinz Kohut hizo otros aportes a los trastornos narcisistas de la personalidad. Él tiene un curioso párrafo donde introduce la categoría de self, en vez de hablar de yo. Dice que el yo no es muy perceptible y que él prefiere crear la categoría de self, porque lo ve más asequible a la percepción. Esto es totalmente caprichoso, porque ¿Por qué considerar perceptible a su nueva categoría? Por otra parte, en Freud está el sentimiento de sí, que es percepción de sí. Aunque Freud no la dearrolló, existe y es función del yo, que es la representación de sí. Nosotros podemos aceptar la categoría de self en tanto representación de sí, como función del yo freudiano.

Heinz Kohut

Otto Kernberg produjo mucho en lo que se refiere a los trastornos narcisistas. Él sí mantuvo el aparato psíquico freudiano: yo, ello y superyó. En estas patologías, no solo es el yo el que presenta patología: el superyó también. El superyó posmoderno colabora a que haya yoes inestables, que se muestran frágiles ante la labilidad de los valores posmodernos. 

Los trastornos narcisistas. A grandes rasgos, debemos definir los trastornos narcisistas, que implican fijaciones narcisistas del yo. Según los autores, esas fijaciones narcisistas mantienen cierta cohesividad del yo. En general, están en relación a la idealización de cierta figura parental. Esos trastornos narcisistas implican detenimientos en el desarrollo sublimatorio, ansiedades difusas. Si el yo es narcisista, vamos a encontrar una dificultad en transformar una imago parental idealizada en superyó. Por lo tanto, que se haya llevado libido idealizada al superyó y que pueda transformar el valor del superyó en un proyector de vida. Por eso se señalan depresiones como ansiedades difusas.

Las personalidades border tienen una fractura más grande, es decir, no alcanzan esa cierta cohesividad que tienen los trastornos narcisistas. Han crecido con fragilidad del yo, por lo tanto tienen cierta amenaza de derrumbe. Son derrumbes que no alcanzan a hacer la retracción psicótica; aún así suelen tener ciertos derrumbes parecidos a ciertos episodios psicóticos. 

Caso: Madre de familia, profesional, consulta porque temía hacerse pis. Ella se presentaba como fóbica y en principio, parecía una fobia a orinarse. A todo lugar al que entraba, tenía que tener un baño cerca. Tenía muchísimos problemas con su madre, que era autoritaria. Eso ya indicaba problemas no neuróticos, por la problemática preedípica. Un día llegamos a descubrir que el temor a hacerse pis era que no llegara al baño o a hacer pis fuera del inodoro el pis la disolviera. En rigor, el pis tenía una capacidad de disolución corporal. Esto no es un síntoma fóbico, sino uno mucho más grave de inestabilidad de la organización yoica. Aquí se trata de un objeto idealizado persecutoriamente. 

Las personalidades border tienen angustias de despersonalización, pérdida de la cohesión del yo, lograda a duras penas. Se trata de un yo que ha crecido no tanto por represiones, sino por escisiones. En el discurso de estos pacientes aparecen elementos e ideas que en los neuróticos están reprimidos. 

Las fijaciones, en estos casos, son muy tempranas. Tienen que haber habido trastornos con un objeto parental idealizado, como dice Kohut, que impidió la transmutación de libido idealizadora en libido cohesiva del yo. Johut señala que el niño idealiza a los padres, pero luego se transmuta en idealización del yo, que después va a parar al superyó, siempre en la medida que estos padres acompañen empáticamente esta desidealización.

Esta libido idealizadora es importante, porque esta corriente libidinal idealizadora va a acabar en los valores que van a representar al superyó. Aunque todos hemos idealizado a la figura idealizadora, el neurótico va retirando libido idealizadora mediante identificaciones al yo y finalmente esa libido idealizadora pasa al superyó como ideales maduros y abstractos. Este paso es el que no ha hecho el border, quedando eternamente idealizando a una figura parental. El resultado es un yo no armado, frágil frente a la fragmentación.

El psicótico nunca llega al complejo de Edipo, lo desestima. Las patologías border llegan mal al Edipo, porque instalan un superyó deficitario. Los ideales del superyó no alcanzan a traccionar a un yo quebrado y empobrecido. La ideantificación en el complejo de Edipo no es a los padres persona, sino a los valores paternos, lo que hace al superyó. El superyó es abstracto. Los borders tienen una libertad que los esclaviza, justamente, por un superyó que no exige nada y deja al yo a merced de las pulsiones, que son mortíferas. El control a las pulsiones que hace el yo, en estos cuadros, está severamente complicado. 

Por último, se trata de pacientes analizables.

El descontrol de los impulsos y la indiferenciación con el objeto

El paciente fronterizo presenta labilidad en la estructura del yo y en las fronteras del yo. Por lo tanto presenta dificultades en la diferencia yo-no yo. Esto trae enormes dificultades en las relaciones objetales. 

Por ejemplo, una paciente cuando se ponía de novia daba por sentado que la única chica a la que su novio podía mirar era a ella. En una fiesta, él le prestó atención a otra y ella no solo le hizo una recriminación feroz, sino que afuera de la fiesta le pegó y le arrancó la manga de la camisa al novio. Esto demuestra no solo una exigencia desmedida de posesión del objeto, que va mucho más allá de los celos neuróticos, sino una idea de posesión del objeto. En la sesión, ella defendió esta acción. Ella dijo "Cuando es mi novio, pata quebrada y en casa", aludiendo a la película Misery, donde la protagonosta secuestra al escritor quebrándole las piernas.

El sujeto fronteriozo suele perder la noción de objeto y pasa a ser un atributo del yo. En este ejemplo, también se aprecia la impulsividad y el descontrol de los impulsos. Justamente, esta es una patología del yo porque las funciones de esta instancia se encuentran alteradas. La chica del caso no tenían delirios, pero sí aspectos notables. Por ejemplo, ella iba caminando y de repente ella se tildaba y pasaba a otro mundo, fantaseando en la calle. O faltaba a sesión sin avisar y decía "Ah, me fui a la costa, no me di cuenta". 

Muchos borders pasan a las adicciones, porque la impulsividad los lleva al consumo de sustancias o a conductas delictivas, con muchos pasajes al acto.

APA sostiene que la definición de psicoanálisis son cuatro sesiones donde el proceso psicoanalítico se va a dar en transferencia. Esa es una definición absolutamente formal que no cumplen realmente puertas adentro. En realidad, psicoanálisis es la concepción de aparato psíquico con las transformaciones que ese aparato psíquico sufre en las diferentes patologías. Por lo tanto, sigue siendo psicoanálisis cuando se trata el análisis que comprende a un aparato psíquico psicótico, border, neurótico... Con las adecuaciones que deben hacerse a esas formaciones psicopatológicas y que no pueden definirse por la cantidad de sesiones ni tampoco si se da sitemáticamente la transferencia, cosa que ni ocurre así en las neurosis.

La técnica psicoanalítica requiere adaptaciones en cada caso, en sus maneras de intervención, tomando en cuenta de qué estructura clínica se trata. Las estructuras psicopatológicas son distintas: los trastornos narcisistas hacen transferencias idealizadas y no sistemáticas, así que el tratamiento será diferente.

Lo que intentaremos en estos cuadros es que eso que se repite como vivencia, logre ser una representación. Cada elemento patológico debe ser revertido en su propio mal. Hay que organizar lo que se desorganizó.

Fuente: Encuentro n° 42 y 43 de Freud Desconocido.

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