sábado, 5 de diciembre de 2020

La lógica de la dirección de la cura en la locura infantil

Al niño no se lo considera como un sujeto al que hay que corregir o adaptar. La premisa fundamental es considerar al niño loco como un sujeto que produce en dirección del desencuentro, calcula, desimplicandose en la relación al otro. Desde esta perspectiva tiene consecuencias en su abordaje.

La puesta en marcha de un artificio, el dispositivo soporte, en el cual lo que se ofrece, es trabajo psíquico para el niño. Respetando su singularidad y modalidad de goce, dispone las coordenadas que habilitan el despliegue de su producción y nos permite intervenir y cotejar los efectos de dichas intervenciones. 

Nos orienta en la dirección de la cura, partiendo del instante de ver desde las distintas miradas de los terapeutas, observación activa y minuciosa, el niño hace su presentación. Las maniobras de la transformación de lo contrario, vuelta contra sí mismo, mimetismo en este primer tiempo apuntan a poder ir puntualizando la tolerancia del niño al trabajo y ubicar diferentes modos de desentenderse del otro. 

En el tiempo de comprender se extrae un detalle de la visión del conjunto, dicho detalle se hace texto en la formación de una hipótesis y esa hipótesis. Esta hipótesis orienta la estrategia de trabajo. La formulación de esta hipótesis regula nuestra posición, ya que afirmamos la presencia de un sujeto impersonal, del que desconocemos su estatuto, pero que orienta nuestras maniobras. Es un  tiempo de conocimiento mutuo o “sujeto recíproco” es un sujeto indefinido pero que se reconoce en reciprocidad con el otro. No podemos afirmar la presencia de un nudo a la manera de la neurosis, pero un mínimo enlace se produce, a partir de la textualización produciendo un reordenamiento en los puntos de goce. Es el tiempo de la reunión de equipo, todos los que trabajan o no con el niño arman una hipótesis del atributo que suponen que porta ese sujeto. Un detalle, es lo más propio del sujeto, le ponen un nombre a la hipótesis y ese va a ser el nombre del detalle (bichito de luz), esto nos hace esperar al sujeto advertidos a que responda.

El momento de concluir no es del terapeuta sino del sujeto que concluye en acto. Cuando concluye se sorprende. Si lo sorprendo le digo “ese sos vos”, de ahí va a tener que ampliar sus recursos (se apunta a esto). Luego de todo esto se vuelve a relanzar y comenzamos de nuevo con el instante de ver. En este momento se pone a prueba el detalle.

Articuladores lógicos (Freud, objetos pulsionales)

  • La voz

  • La mirada

  • El cuerpo

  • El otro

  • Los objetos

Todo esto me ordenan la visión de conjunto, pongo a prueba esto, que está dispuesto a  tolerar y que no. Cuando tengo ordenado esto en mi tiempo de comprender, localizó esto, le pongo el nombre al detalle.

Lacan dice que una sorpresa es un encuentro, jamás sabemos si es buena o mala. Si localizamos bien el detalle, el niño se va a sorprender, si se sorprende hay encuentro. Algo del código compartido se produce.

El dispositivo soporte, es desde la tesis estructural, siempre son dos terapeutas, porque trabajar con la locura angustia y para que el dispositivo trabaje de otro modo. “Sujeto que por una insondable decisión del ser dijo no”

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