martes, 12 de enero de 2021

De la adultez a la vejez: consecuencias clínicas

La vejez, o 3° edad, es la última etapa vital, producto de un proceso de maduración. El adulto mayor es una persona de más de 65 años.

En la mediana edad (45 – 65 años) hay una etapa de consolidación de proyectos, ya sean vitales, laborales o profesionales. Se producen cambios físicos de una etapa a la otra, a los que el aparato psíquico se tiene que adaptar. Hay más experiencias, pero también más pérdidas. 

La pérdida de la adultez da lugar a la vejez, lo cual suele ser discriminado por los jóvenes. A esto, los viejos responden con sensaciones de desvalorización. Las sensaciones de una persona no son lo mismo de los 65 – 74 que de los 75 – 85 años.

  • Desde la teoría económica, los viejos son la clase pasiva trabajadora.

  • Se envejece como se ha vivido.

El miedo a la muerte, el miedo al sufrimiento y a perder la autonomía son especialmente intensos en esta etapa. También hay miedo a la jubilación y miedo a la disminución de la capacidad de obtener aquello que se necesita.

El viejo sufre cambios en los vínculos: mueren hermanos, primos y se pierden los vínculos de trabajo. Los vínculos nuevos que aparecen lo hacen en menor grado que lo que pierden. El viejo se va quedando solo.

Como a todo el mundo, al viejo le gusta estar con la gente de su edad.

Proceso narcisista: puede haber una herida narcisista por la consciencia de finitud, que debe ser tramitada. Como son mayores las pérdidas que las ganancias, el viejo debe defenderse y rescatar algunos elementos de ese narcisismo. La infancia también tiene que ver con esto.

Algunos elementos del carácter se rigidizan. La libido protege al yo, no puede investir a tantos objetos. La soledad es esperable, pero es patológica cuando ya no quiere ver a nadie. La soledad es defensiva, pero no debe terminar en aislamiento.

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