El psicoanálisis, más precisamente, no hace a nadie lo que no es. El mal aparece de entrada en la vida del sujeto: es todo lo que provoca enojo al objeto...y la calificacion de malo es tempranamente incoporada.
"La indignidad del ser humano, incluyendo a los analistas, siempre me ha impresionado profundamente, pero, ¿por qué habrían de ser mejores los analistas y las analistas? El psicoanálisis contribuye a la integración pero no contribuye por si mismo a la bondad." De una carta de Freud a Putnam del 7 de junio de 1915.
La maldad perversa, masocosadismo, no ofrece ventajas al abandonarla; la maldad obsesiva, sí, e incluso, el lazo del yo con la maldad obsesiva es ambivalente. Aquí, la ganancia de placer que se obtiene al llevarla a cabo y la ventaja de que el sentimiento de culpa no aparece sentido por el individuo, sino que permanece en el estadío primitivo exterior al yo se transforman en resistencias insuperables.
La maldad obsesiva tiene un doble apoyo para sentirse culpable: se siente culpable porque es mal y se siente culpable porque en esa maldad se vehiculiza la sexualidad, lo cual también es malo. El obsesivo se gasta con formaciones reactivas altruistas con tal de no ser malo. Acumula maldad hasta un cierto momento, en que se cobra todas las deudas.
Con la crueldad, sería extrañísimo que alguien quisiera resolver algo si es una condición de placer, salvo en los casos en que la crueldad, está incluida como uno de los motivos de consulta o descubierta en sí mismo durante el análisis.
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