" Déjame que llore como aquél
que sufre en vida la tortura
de llorar su propia muerte. "
Roberto Goyeneche en "Uno"
En el duelo el sujeto ha experimentado una pérdida real del objeto amado y en el proceso, que se prolonga un tiempo necesario para la elaboración de esta pérdida, el sujeto pierde el interés por el mundo exterior sustrayendo la libido de todo objeto que no remita al objeto perdido. Así, el objeto perdido es investido por toda la capacidad libidinal que pueda emplear el sujeto a tal efecto, impidiendo toda nueva ligazón.
El dolor psíquico puede considerarse en alguna medida semejante al dolor físico. Es decir que es totalmente normal reaccionar a las pérdidas afectivas con dolor. Lógicamente éste será más o menos profundo y duradero según la importancia que la pérdida afectiva tenga para cada quien. Como el dolor no es dañino en sí mismo no tienen ningún sentido los esfuerzos habituales por distraer, minimizar, apurar, disimularlo. La superación de los efectos que una pérdida implica no tienen relación con los esfuerzos por olvidar, sino por el contrario, con las posibilidades de recordar.
Sin embargo, el duelo no es considerado un proceso patológico. Por el contrario, en el trabajo de duelo el Yo, embestido por una pérdida real de objeto, pone en funcionamiento un mecanismo de elaboración de dicha pérdida que le permitirá, al cabo de un tiempo, conservar a ese objeto perdido en la realidad pero con renovada investidura libidinal para con él.
En ese proceso, que Freud llamará trabajo, se atraviesa por un desasimiento libidinal del objeto perdido y de todo cuanto remita a él, liberando un quantum de energía para nuevas ligazones de objeto.
Dice Freud:
“universalmente se observa que el hombre no abandona de buen grado una posición libidinal, ni aun cuando su sustituto ya asoma. Esa renuencia puede alcanzar tal intensidad que produzca un extrañamiento de la -realidad y una retención del objeto por vía de una psicosis alucinatoria de deseo. Lo normal es que prevalezca el acatamiento a la realidad. Pero la orden que esta imparte no puede cumplirse enseguida. Se ejecuta pieza por pieza con un gran gasto de tiempo y de energía de investidura, y entretanto la existencia del objeto perdido continúa en lo psíquico. Cada uno de los recuerdos y cada una de las expectativas en que la libido se anudaba al objeto son clausurados, sobreinvestidos y en ellos se consuma el desasimiento de la libido.“
Los duelos sin elaboración pueden producir reacciones mediatas o inmediatas sobre las personas afectadas y sobre sus relaciones cercanas, por lo tanto, es recomendable conocer los efectos y mecanismos que el duelo desencadena habitualmente, para, de esa manera, favorecer su elaboración y no su complicación.
Los duelos pueden complicados por la culpa (ambivalencia) y lo ayuda la creación, que puede tomar modalidades propias según casa caso. Por ejemplo, la escritura es una gran posibilidad que suele aliviar.
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