El test de Bender aplicado a niños nos permite ver los progresos en el desarrollo y madurez de su percepción viso motriz. Es por esta razón su valor al detectar con gran sensibilidad cuando está presente indicadores que pueden asociarse a disfunciones o lesiones cerebrales.
Muchas veces estas no se detectan hasta que el niño ingresa a la educación básica primaria y comienza a presentar dificultades en su aprendizaje y por ende su rendimiento escolar.
Los niños con dificultades neurológicas o de precariedad psíquica no pueden reproducir adecuadamente las imágenes de las figuras que tienen que copiar, a veces hasta un punto que al examinador se le hace difícil reconocer en las producciones realizadas cual es la figura o figuras que el niño intento dibujar sobre todo cuando hay compromiso motor.
En general la imposibilidad de reproducir las figuras se debe generalmente a una etiología de base neurológica.
El organismo humano funciona como una totalidad y en este sentido cuando hay un déficit funcional se quiebra en alguna forma más o menos extrema el equilibrio sujeto/ambiente y con ello su adaptación al mismo.
La presencia de una lesión cerebral implica técnicamente que una porción del tejido nervioso ha sido destruida y no puede ser regenerada. Entre las causales las hay de origen endógeno, enfermedades como la meningitis, encefalitis, traumas fetales, en el parto, accidentes con trauma cerebral…
Cuando se analiza retrospectivamente la historia vital de un niño con trastornos cerebral se observa con más frecuencia estos antecedentes:
Actitudes de negativismo y oposicionismo, desde muy pequeños, los padres suelen recordar lo difícil que les ha resultado cada etapa de la vida de estos niños, alimentación, destete, locomoción (gatear-aprender a caminar), control esfinteriano, adaptación a la vida escolar, primero el Jardín luego la escuela y en cada etapa nunca ha logrado el desarrollo completo, sino que con el tiempo va sumando retrasos.
Sus estados emocionales son inestables, lábiles.
Trastornos en la comunicación, en el habla.
La agresividad forma parte frecuente en sus comportamientos sobre todo cuando se sienten frustrados.
Le cuesta aceptar todo lo que tenga que ver con disciplinas, limites.
Son muy inquietos les cuesta estarse quieto, sentado o haciendo algo un tiempo demasiado largo, se distraen con facilidad.
Por supuesto en todo cuadro de base o condición orgánica hay muchos factores a integrar y considerar porque los efectos en el desarrollo, aprendizaje y comportamiento dependerá del tipo y grado de lesión o disfunción cerebral, las características de la Historia vital del niño, el nivel de maduración alcanzado, sobre todo en lesiones que tuvieron por antecedente un accidente que ocasiono un traumatismo o daño cerebral, aquí la localización y extensión del mismo es condicionante.
No todas las lesiones cerebrales comprometen la motricidad. En cuadros de Lesión o disfunción cerebral Mínima que no comprometen la misma si pueden presentar estas características:
1) Fallas en la percepción.
2) Dificultad para fijar la atención y concentración (frecuentemente se distrae).
3) Trastornos de la conducta.
4) Tendencia a la perseveración.
5) Emociones profundas, pero pasajeras, sean de placer o displacer.
6) Trastorno en la formación de conceptos, repuestas absurdas y poco lógicas en los Test psicológicos.
7) Reacción catastrófica esto es alteración profunda de la conducta frente a situaciones que el sujeto considere estresante.
8) Motilidad asociada a impulsividad, desgano, torpeza, vacilación.
9) Las características psicológicas más usuales son impaciencia, caprichos, confusión, fastidio, ensoñación, descontrol, desinhibición. Sobre todo cuando con el correr de los años son mayores las exigencias sociales de adaptación.
Es importante en el diagnóstico de este cuadro no considerar que un mal desempeño en el Bender por si solo sea suficiente para realizar el diagnóstico de presencia de lesión cerebral, siempre es importante aunar la evaluación pediátrica, neurológica y dentro de lo psicológico administrar una batería de test entre ellos de atención, de inteligencia Raven, K-bit para una evaluación cognitiva y de personalidad integral. Considerar la edad del niño y la recurrencia en el mal desempeño del Bender.
En algunos casos niños con adecuado nivel de inteligencia tienen un mal desempeño en el Bender relacionado con factores emocionales y ambientales. Cuando hay una lesión o Disfunción cerebral instalada, los indicadores asociados van a estar presente con el paso del tiempo en retest posteriores que se vayan realizando.
Es probable que un Bender con un puntaje total por debajo de lo esperable para la edad del niño aunado a presencia de indicadores neurológicos permitan sugerir como hipótesis la presencia de una lesión neurológica, mientras que por lo contrario un mal desempeño en el mismo pero con ausencia de indicadores como los mencionados puede relacionarse con u problema de inmadurez que puede tener que ver con un factor psicoafectivo o factor vital estresante que este atravesando el niño. En este último caso seguramente en toma posterior estos no estarán presentes sobre todo si hubo tratamiento psicológico para trabajar los mismos.
A continuación compartimos el protocolo de un niño de 9 años con lesión cerebral podrán observarse la gran dificultad que presenta para integrar y realizar los ángulos en las figuras, como indicadores destacados podemos identificar:
• Imposibilidad de reproducir adecuadamente los ángulos en la figura A, /que presenta ángulos en forma de estrella) 7 y 8.
• Perseveración y Primitivización en la figura 1 y 6
• Alteraciones en la Gestalt de la figura 2 que se hace escalonada y con variación en el ángulo de inclinación. Omisión de columnas de círculos.
• Fragmentación por omisión del rombo interno en la figura 8.
• Desproporción en el tamaño de los hexágonos de la figura 7
• Sustitución de puntos por circulo en figuras 1,3,5
Es importante como consideración y reflexión final en este trabajo considerar la edad del niño, la presencia de indicadores de lesión o disfunción cerebral en niños entre los 5 y los 7 años debe considerarse como hipótesis presuntiva más que como un diagnostico firme. Cabe destacar que alrededor de los 9 y 10 años el niño está en condiciones de reproducir adecuadamente como un adulto todas las figuras del test sin alteraciones significativas. Por ello en este caso aunado a un desempeño del niño en otros test por debajo de su edad, permitieron considerar la presencia de un cuadro de base neurológica subyacente que hasta ese momento no había sido diagnosticado.
Cuando se trata de cuadros de menor daño cerebral o en disfunciones cerebrales mínimas, pueden evidenciarse en el niño con los tratamientos y acompañamientos adecuados pequeños progresos, el cerebro tiene una gran capacidad de reorganización que permite en muchos casos que otras partes del cerebro asuman las funciones de la parte dañada. Todo depende el lugar de la lesión, la inteligencia desarrollada por el niño, su motivación y su estado emocional y apoyo en su esfera familiar y escolar.
Muchos niños lesionados aprenden a compensar su déficit perceptivo cuando la extensión de la lesión cerebral no es muy grande, si no se hayan afectados por problemas emocionales significativos y su inteligencia ha logrado cierto desarrollo. Como vemos el abordaje en estas patologías debe ser interdisciplinario lo importante es que el niño pueda avanzar en su desarrollo, lograr la mejor integración a su entorno y en su calidad de vida.
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