Marcela consulta por el conflicto que le causa haber decidido no seguir sosteniendo la posición que siempre tuvo en su vida: ser consecuente con el Otro, sacrificarse por amor. No sin culpa empezó a cambiar algo de esto, y los que la rodean no le facilitan que ya no responda como antes.
Al final de la 1er entrevista, al hablar de honorarios, pregunta si por casualidad atiendo por su prepago médico. Le digo que solo trabajo en forma privada.
Sabiendo yo que su prepago ofrece reintegros con la sola presentación del correspondiente recibo y que seguramente ella lo sabe, hago silencio. Mi estrategia no es por la vía del amor, no se trata de allanarle el camino.
Luego de un tiempo en tratamiento y de la puesta en juego en transferencia de aquello por lo que consulta y el trabajo sobre ello, un día dice que siempre supo de los reintegros y que no se animó a decirlo y me pregunta si podría hacerle recibos por los honorarios, si no es problema para su análisis.
Accedo.
Lo que en un primer momento con su silencio por los reintegros, fue ubicarse inmediatamente como amable, ahora surge como un justo reclamo por lo que le corresponde.
Marcela paga, paga de más si es necesario para ser amada, hasta con síntomas si no es con dinero. Este amor del Otro tiene un valor muy caro para ella en su vida, la renuncia al deseo.
“Todos sabemos que el dinero no sirve simplemente para comprar objetos, sino que los precios, ..., tienen por función amortiguar algo infinitamente más peligroso que el pagar con moneda: deberle algo a alguien.” J. Lacan S2 C16
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