domingo, 11 de julio de 2021

El fútbol, ¿sublimación de la pulsión ó estupidez popular?

El sábado pasado, los argentinos tuvimos "la" alegría de que la Selección de fútbol saliera campeona de la Copa América. Y digo "la" porque el 2021 no ha traído grandes alegrías para los argentinos: al momento de ese partido, el país estaba por llegar a las 100.000 muertes de COVID-19, en un contexto de inflación, pobreza (60%), cansancio y desánimo. 

Borges dijo que el fútbol era estúpido y si era el deporte más popular era "porque la estupidez es popular". En una nota publicada en el diario La Razón sobre la Copa del Mundo 1978, Borges conversa sobre fútbol con Roberto Alfiano ( quien luego publicó un libro sobre Borges, en el que incluyó este diálogo).
- ¿Fuiste alguna vez a ver un partido de fútbol?
- Sí, fui una vez y fue suficiente, me bastó para siempre. Fuimos con Enrique Amorín - que era uruguayo-. Jugaban Argentina y Uruguay. Empezó el partido y nosotros hablábamos de otra cosa, creo que de Literatura. Luego pensamos que había terminado y nos fuimos. "Bueno, le voy a hacer una confidencia: esperaba que ganara Uruguay". Nunca nos enteramos del resultado. Nuestra amistad estaba por encima de esa pobre circunstancia que es un partido de fútbol, un deporte innoble, agresivo, desagradable y meramente comercial. Estéticamente horrible y zonzo. Once jugadores detrás de una pelota, para tratar de meterla en un arco. Algo absurdo, pueril, y esa calamidad, esa estupidez, que apasiona a la gente. A mí me parece ridículo.

Rampoco se le pasó a Quino la chance de expresar, desde su humor, algo de esta postura que tenía Borges:

Hay otra anécdota de Borges del mismo año. Un futbolista argentino muy respetable, quien al final de su carrera, jugó para el equipo "Estudiantes de Mérida" en Venezuela, que siendo un niño, reconoció al gran Borges, justo después del título mundial de Argentina 1978, y le dijo: "Maestro. somos más grandes que Holanda".-"Para ser más grandes que Holanca tenemos que tener un Erasmo De Roterdam".

El fútbol tiene algo sumamente distractor que de alguna forma le ha sido funcional a muchísimos políticas, como fue el caso de Argentina en el '78, motivo por el cual traigo a Borges.

En esta entrada, apenas se dijo que los deportes eran sublimaciones o desplazamientos de los deseos primitivos de poseer a la mujer y los bienes y eliminar al rival. Raúl Courel, recientemente manifestó algo más sobre esta lectura clásica que se hace desde el psicoanálisis:
El fútbol es un juego que facilita la unión, bajo una misma camiseta o bandera, de personas que pertenecen a grupos muy distintos entre sí y que responden a los más diversos idearios.
La satisfacción que ofrece es hacer entrar la bola en un agujero del otro mientras éste trata de hacerla entrar en el de uno. Se dedica la mayor energía e inteligencia a darse este gusto, que sería vivido con temor o angustia si no fuera porque las reglas del juego prohíben dañar físicamente al rival. De este modo se diferencia el entretenimiento de la guerra.
El gusto por los enfrentamientos deportivos y lúdicos, de los que el fútbol hoy es un paradigma, se remonta a las sociedades más lejanas en el tiempo. La lucha deportiva es una alternativa inventada para sublimar las pulsiones que Freud llamaba de destrucción. Así el fútbol puede dar cauce a las inclinaciones a agredir sin los estragos que produce la violencia.

Otro gran cauce que da el fútbol es a los deseos homosexuales. Aquello de meter algo en el agujero del otro pero que no se lo metan (o si) es el guión de varias fantasías que los pacientes masculinos cuentan en sus consultas. Basta escuchar las expresiones que suelen decirse en esos ámbitos para convencerse.

Sublimación de esto, de aquello, facilitación de la unión... ¡Con qué poco se contentan las masas! Lo popular está producido. A lo popular hay que popularizarlo. La trampa de lo popular es que al criticarlo el emisor puede quedar como elitista o facho... para quienes no tienen en cuenta que la misoginia o el transodio también pueden ser populares. También bajo la categoría de "popular" cae nuestra economía doméstica, precarizada e informal.

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