Una máxima en la clínica con niños y en la educación del nivel inicial es que cuánto menos cosas haga un juguete, más cosas hará la mente del niño/a. En este sentido, es importante disponer de espacios lúdicos dónde se priorice el jugar y no el juguete.
Los niños y las niñas pequeñas no necesitan de juguetes para jugar. Solo hace falta cualquier objeto para que ellos y ellas comiencen a crear un mundo lúdico variado. Estos juguetes se conocen como "juguetes de estructura simbólica abierta".
Objetos que no tengan un uso específico para que puedan desarrollar un juego libre que no límite sus creaciones al momento de jugar. Que le den alternativas de explotación, sin tener una función especifica, para que sean ellos los que les asignen características, dándole vida, imaginando colores, realizando sonidos, etc. De esta manera, transformarán un objeto común en algo lúdico.
Es por eso que muchas veces repetimos las actividades, ya que es importante que esos objetos vuelvan a estar a su disposición para afianzar lo aprendido y seguir explorando apoyado en esos conocimientos.
Estos objetos son el puente para descubrir el mundo que los rodea, descubren que esos objetos ocupan un espacio social y cultural.
Luego ese conocimiento les permite darle otro uso, otro significado... hacer una metáfora.
Así crecen las posibilidades, los pueden transformar, desarrollando de esta manera un pensamiento lógico.
Cerramos la entrada con el cuento "El zoo de Joaquín" como un caso dónde podemos observar que muchas veces los objetos se pueden transformar en cosas maravillosas:
Por otro lado compartimos la importancia del juego simbólico a la edad de dos años y el trabajo en grupo, que posibilita el aprendizaje a partir de las acciones de sus pares.
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