La lectura del caso por parte del analista define a la dirección de la cura. Si pensamos en los estancamientos del análisis (donde no pasa nada) o los momentos donde el paciente se va del tratamiento, hay que pensar en que algo de la lógica del caso no ha estado del todo pertinente.
Veamos un caso...
Una analista le deriva a la madre de su paciente. La analista describe a esta mujer desde el relato de su hija: una mujer muy narcisista, con un gran interés por controlar a sus hijas. Según ese relato, se trataba de una mujer con una histeria florida. La segunda analista recibe a la mujer, y lo que aparece en esta mujer son razones totalmente diferentes a la apreciación de la hija. En el trabajo en análisis, esta mujer pudo ver lo que su hija creía ver en ella y rectificar que eso no era lo que ella quería poner en juego en su maternidad. Los padres de ella habían sido muy exigentes con ella, a la vez que la habían dejado sola. Sus parejas habían sido hombres a los que ella mantenía y protegía. Lo mismo hacía con sus hijas: las sostenía, en términos de que ella hacía lo que le hubiera gustado que hicieran con ella. Esta paciente comienza a ubicar que siempre quedaba como un desprendimiento de su historia, como tratando de ser diferente de sus padres. Había una insistencia que las hijas veían como agotadora.
Si uno tomaba la lectura de la madre narcisista, se hubiera quedado en una persona que repite su acción sin registro del semejante. Muy por el contrario, esta mujer escapaba de la depresión mediante la impulsión a la actividad, estando todo el tiempo para las hijas. Se trata de una persona que si se quedaba quieta, sentía que se moría.
El primer análisis fracasó, pues la analista trabajaba en el sentido que la paciente le traía, que la alejaba cada vez más de su madre. La hija le comenta a su madre que abandonó el tratamiento y la madre, con el aval de la segunda analista la invita a una sesión. Allí apareció la posibilidad de la madre de reconocer que la había invadido, pero que lo hacía porque se había sentido muy sola. Pudo armarse ahí otra cosa, que de otra forma hubiera ido hacia la separación.
Qué hacer con los detenimientos
Cuando encontramos puntos de detenimientos, debemos preguntarnos si no hay algo más a tener en cuenta en ese partnaire. A veces sucede que el paciente se ubica en el lugar de víctima, porque es el lugar donde puede colocarse. Esta clase de "goce del Otro" es una forma simbólica en la que el hijo ve lo real del padre y de la madre.
Recordemos que lo real de lo real es lo imposible de decir en palabras, que es la relación al Otro, lo que el Otro es para uno... Y también está la lectura simbólica que el sujeto hace sobre lo real del Otro, que es aquella parte que nuestra esctructura nos permite ver del Otro. Y eso no significa que eso sea lo que el Otro es. El análisis es un lugar donde hay una versión original que se va transformando y retrabajando en versiones más ricas. Las lecturas imaginarias sobre lo real del Otro son preconscientes, tienen la forma de opiniones.
Hay muchas causas por las cuales un análisis puede detenerse, como la resistencia del paciente, pero la resistencia del analista muchas veces tiene que ver con coagular una versión, como vimos en el caso.
Lo peor que se le puede hacer a un paciente es creerle, decía Lacan. Hay que entrar en los relatos desde otro lado, porque de alguna manera el paciente defiende su punto de vista. No obstante, a veces en esas escenas repetidas aparecen cosas nuevas que no estaban. Castrar al Otro, implica colocarlo como sujeto de una historia. De lo que se trata es de crear una distancia, en el aparato psíquico, de la alienación que tiene con ese Otro. Lo otro sería una separación imaginaria.
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