lunes, 20 de julio de 2020

Las intervenciones del analista: ¿Cómo inscribir la falta en el Otro?

¿Qué quiere decir un analista cuando dice que "hay que castrar a la madre"? Para otras especialidades fuera del psicoanálisis, esto debe aclararse. Castrar a la madre, para el psicoanálisis freudiano, tiene que ver con inscribir la falta en el discurso materno. En la versión lacaniana, es tachar al gran Otro. 
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El A tachado significa el Otro en falta. Esto Lacan lo toma de la tachadura de Heidegger y aparece con el correr de los seminarios. En los primeros seminarios, Lacan estaba ocupado con la lingüística y propone que el lenguaje produce existencia.

Un Otro en falta significa que al menos le falta un significante. Cuando el discurso del Otro está tomado en forma fija, la neurosis lo reproduce idénticamente.  De esta manera, un sujeto de 30 años dirá "Mi madre era así" y dirá lo mismo a los 50 y a los 70 años. En el discurso, el significante tiene la particularidad de producir una fijeza que da lugar a un congelamiento en el tiempo: queda idénticamente fijado. Castrar al Otro, tacharlo o inscribirle la falta, quiere decir que lo que dice el Otro tenga algún tipo de movilidad a través del tiempo. Esta fijación es heredera de la relación fusional con la madre del inicio de la vida del sujeto, donde no lohra inscribirse la castración. 

En la neurosis, la función del padre por estructura es fallida y siempre habrá una parte del sujeto que quede fijado al discurso de la madre y ese discurso coloniza al sujeto. El psicoanálisis es un discurso de descolonización de ese lenguaje materno. La alienación al discurso materno es necesesaria para vivir, pero cuando esa fijeza perdura y no logra ser alzanzada por la castración, el sujeto queda esperando que el Otro le dé: vuelve a reproducir un Otro dador de lo necesario. El sujeto queda en una posición pasiva y cree ser todo para el Otro; en lacaniano difícil, diríamos que el sujeto cree que "existe relación sexual", como si hubiera un encaje perfecto y una proporción posible.

El trabajo del psicoanalista
¿Alcanzan las maniobras que acotan el goce del Otro? Esto forma parte, pero no alcanza. Poner límites y hacer coto al goce del Otro es importante, aunque éste es solo uno de los modos.

Otra manera es cuando el analista trabaja desde la última teoría de la angustia freudiana, la angustia señal. Freud decía que la angustia es señal de la presencia del goce del Otro, donde suenan las alarmas para llamar a la represión. La angustia es una brújula del aparato psíquico que avisa acerca de lo siniestro del campo del Otro. En esta línea, el analista puede hacer que el sujeto se escuche a sí mismo cuando esta cerca de la angustia, que es una brújula, aunque el Otro no necesariamente sea un perverso.

Acotar el goce del Otro y trabajar con la angustia señal es muy importante. Cuando se habla de la castración en psicoanálisis, siempre se trata de la castración del Otro. El sujeto sabe perfectamente que falla, no hay nada que trabajar en este último punto. Lo que el neurótico no soporta es la castración del Otro: el neurótico se ilusiona con que el Otro le dé, y si no se lo da no siente que no lo tiene, sino porque no quiere dárselo. Este es el lío imaginario por el que consultan los pacientes. El analista debe leer al Otro de cada sujeto.

Para remover a ese Otro fijado en un determinado lugar, lo más importante es inscribir al Otro en su propio Edipo. Hay que trabajar no solo el Edipo del sujeto, sino en esos otros significativos. Es decir, un padre y una madre son producto de una historia en la que ellos mismos están inscriptos. Por ejemplo, circunstancias graves pueden haber traído algunas cuestiones. De lo que se trata es elaborar los edipos de los padres o de los demás Otros del paciente.

Inscribir la falta en el Otro es inscribir que el Otro no puede reaccionar de otro modo como lo hace, porque es producto de la historia que vivió. Ese padre o madre fueron a su vez hijos, con determinados abuelos y circunstancias. No tiene que ver con perdonar ni disculpar, sino distinguir qué es del Otro y qué es del paciente. La verdad que trae el paciente se viene gestando generaciones atrás y se trata tan solo de conclusiones, muchas veces equivocadas. Esto es trabajar con la historia de los pacientes, construyendo y "castrando a la madre".

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