En mayo del 2021 se abordó, en el Seminario de Pasión por el juego y Ludopatia, el tema de la creencia, la ilusión y la religiosidad en el jugador. En esta dirección una pista singular la provée un analista poco conocido en nuestro medio, Edmund Bergler, discipulo de Freud.
Él escribe, declinando la creencia en fanatismo:
"El jugador es un optimista patológico que siempre cree que va a ganar, y nunca aprende de su derrota. Apela a tres argumentos para justificar su práctica, todos ellos irracionales, pero para él completamente convincentes.
Primero: está absolutamente seguro de que va a ganar. ¿Cómo puede ser tan engreído? El simplemente lo sabe. Ni su burla ni su convicción pueden ser refutadas.
Los fanáticos nunca se mueven con argumentos lógicos y el jugador es un fanático que cree en su éxito final.
Segundo: Tiene una fe ilimitada en su propia astucia, es el típico individualista que desprecia al resto de los jugadores. Convencido de su superioridad, sin embargo esconde razones afectivas inconcientes y sus argumentos toman la forma de una inflación, que rechaza cualquier intervención.
Tercero: para el jugador la vida misma puede cobrar el valor de una apuesta"
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