Una buena posición ética y profesional es la de no caer en la tentación de dar consejos a sus pacientes de cómo deberían comportarse en la vida, consejos de cómo hablar con tu pareja, de cómo hacer ejercicio físico para mejorar la ansiedad, de cómo pensar en positivo, de qué trabajo elegir y de lo malo que es fumar.
Ahora, ¿Cómo proceder clínicamente ante la demanda de "solución" del paciente? Primero, el analista debe saber que si da un consejo, es probable que caiga en cosas obvias, pues casi todo el mundo ya sabe lo que les conviene y es 'sano' pero aún así el paciente será incapaz de cumplirlo.
No obstante, hay que pacientes que insisten en que el analista le diga lo que tiene que hacer y/o que le dé una solución inmediata a su problema.
Lo primero que habría que plantear es diferenciar la abstinencia del analista con la indolencia, en los términos que marcó Fernando Ulloa.
La abstinencia significa que el analista dirige la cura, pero no la vida del paciente a través de la proyección de sus propios anhelos y/o deseos.
La indolencia, en cambio, es no dejarse afectar por el sufrimiento que trae el paciente. Si esto ocurre no habrá resonancia íntima y, en estas condiciones, el tratamiento no será posible.
Si el paciente demanda que el analista le diga qué haer puntualmente qué hacer ante determinada circunstancia, éste le debe explicar que esa no es su función, pero si ayudarlo a que llegue a una respuesta, siempre a través de su deseo. Esta es la diferencia entre que otro le imponga su forma de pensar y que el paciente lo piense junto al analista, que estará siempre a su lado en ese proceso.
El análisis sólo podrá desarrollarse en el marco del amor de transferencia (amor sublimado) sin indolencia por parte del analista y con abstinencia, o sea, sin dirigir la vida del paciente. Sigmund Freud afirmaba que ningún paciente podría tolerar la frustración entendida como retiro libidinal por parte del analista, por ejemplo, no hablarle al paciente, no ofrecerle algo que pudiera necesitar, como un llamado telefónico.
El proceder del analista se debe sostener en el saber que extrae de su análisis personal, de la investigación de los conceptos clínicos fundamentales y de la supervisión.
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